Topic: Value Capture

Course

Land Value Capture Approaches in São Paulo: Lessons from Brazil

February 14, 2022 - February 25, 2022

Online

Free, offered in English


The Lincoln Institute of Land Policy is pleased to launch a new edition of the course Land Value Capture Approaches in São Paulo: Lessons from Brazil. 

This course will explain the legal framework, mechanics, and outcomes of the pathbreaking land value capture approaches developed in São Paulo, Brazil, beginning in the 1990s. Value capture has enabled the city to harness land and real estate value increases as a way to achieve urban development goals, such as infrastructure financing and social housing provision. Lessons from Brazil can inspire and inform policy makers everywhere who are interested in innovative applications of land value capture.

Communities around the world face a massive deficit of investment in infrastructure, public services, and increasingly, climate resilience solutions. Governments have shown an interest in adopting innovative land-based financing approaches, such as value capture tools, to narrow investment gaps. To that end, value capture can enable communities to recover land value increases that result from public investments or administrative actions and reinvest them to create public benefits. The course will highlight São Paulo’s experience using the sale of development rights to pay for infrastructure, affordable housing, and other public goods.  

Learning Objectives:

  • Identify and understand the economic and planning elements that support land value capture 
  • Comprehend technical and contextual aspects of land value capture instruments used in São Paulo
  • Evaluate the results of the São Paulo experience using value capture by getting insights on projects developed through land-based financing mechanisms

Audience: 

This course will be taught in English and is designed for an international audience of researchers, real estate developers, public officials, and policy makers.

For more information, please contact Luis Quintanilla Tamez at ltamez@lincolninst.edu.


Details

Date
February 14, 2022 - February 25, 2022
Application Period
December 16, 2021 - January 30, 2022
Selection Notification Date
February 7, 2022 at 6:00 PM
Location
Online
Language
English
Cost
Free
Registration Fee
Free

Keywords

Housing, Infrastructure, Land Use Planning, Land Value, Urban Development, Value Capture

Tecnociudad

América Latina y la revolución de los autobuses eléctricos
Por Rob Walker, July 31, 2021

 

En algún momento de los últimos años, fue como si hubiesen activado un interruptor: se hizo evidente que la revolución de la tecnología de vehículos eléctricos es real y podría tener una gran influencia sobre la planificación y el uso del suelo. Durante aproximadamente la última década, se ha puesto el foco de atención en cómo esta energía alternativa menos contaminante podría alimentar nuevos proyectos de vehículos autónomos y compartidos, o innovaciones de micromovilidad, como bicicletas o monopatines eléctricos. Pero los experimentos más esclarecedores sobre vehículos eléctricos que se están llevando a cabo hoy tienen que ver con el transporte público, como trenes, sistemas de tranvías y la categoría más humilde de todas: el autobús urbano.

Si bien China es, por lejos, líder mundial en construir y usar transporte público eléctrico debido a sus políticas industriales estatales y su plan de reducción del carbono, las ciudades de América Latina empiezan a ser importantes partícipes en este mercado emergente. Según una estimación, hacia fines de 2020 había más de 2.000 autobuses eléctricos circulando en, al menos, 10 países de América Latina. Se espera que esta cifra sea cada vez más alta: un análisis predice que hacia 2025 la región añadirá más de 5.000 autobuses eléctricos al año.

El motivo de la puja por los autobuses eléctricos reside en la necesidad imperiosa de reducir las emisiones de diésel que contaminan el aire y contribuyen al cambio climático. Es probable que la implementación generalizada genere un cambio importante, dado que, según informes, la cantidad de usuarios de transporte público per cápita en la región es la más alta del mundo.

Hace poco, la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), una organización mundial de desarrollo que forma parte del Grupo del Banco Mundial y C40 (una coalición de acción climática) publicó un informe que destacó dos notables ejemplos de ciudades con grandes inversiones en autobuses eléctricos. Santiago, la capital de Chile, tiene una flota de más de 700 unidades y suma cada vez más. Es la mayor flota fuera de China. En comparación, en 2020 había unos 650 autobuses eléctricos en todo el territorio de los Estados Unidos, aunque parece haber un impulso político por generar inversiones en el sector. Santiago apunta a una flota con cero emisiones para 2035. En Colombia, Bogotá ha emprendido una labor ambiciosa para habilitar más de 1.000 autobuses electrónicos, vinculada con un plan mayor por recortar las emisiones de carbono en un 20 por ciento hacia 2030.

Ambas ciudades están usando innovadores acuerdos de financiamiento público y privado. Tal como destaca el informe de IFC/C40, casi todos los sistemas municipales de transporte público pertenecen a un organismo público o a un operador privado con algún tipo de concesión municipal. Pero los nuevos acuerdos “desagregan” la posesión y las operaciones: en esencia, usan los tipos de estrategias de alquiler conocidos, por ejemplo, en las aerolíneas comerciales, en las que un conjunto de empresas fabrica aviones y otro los alquila y los opera. “Los propietarios poseen y los operadores operan”, indicó el informe. 

Por ejemplo, en Bogotá, para entregar la flota de autobuses, Transmilenio, la entidad municipal de transporte público, hizo un acuerdo con Celsia Move, una subsidiaria del conglomerado multinacional Grupo Argus centrada en cuestiones energéticas. A su vez, Celsia Move firmó un convenio a 15 años con Grupo Express, una empresa aparte, para que esta operara la flota y se encargara del mantenimiento. John G. Graham, especialista de la industria para el grupo mundial de transporte de la IFC, explica que con esta desagregación cada entidad resulta atractiva para distintos conjuntos de inversionistas en potencia. Una entidad propietaria puede esperar pagos fijos, y sus activos se pueden poner en garantía; una operadora implica mucho menos riesgo de capital.

Los trenes y autobuses eléctricos requieren una inversión inicial mucho mayor que sus rivales de combustibles fósiles: se calcula el doble o más de costo. Pero, según se informa, estas recientes asociaciones público-privadas han motivado el compromiso de más de 15 inversionistas y fabricantes, que recaudaron unos US$ 1.000 millones para alimentar la incorporación de 3.000 autobuses eléctricos más en varias ciudades. El financiamiento internacional para respaldar a los autobuses electrónicos y otros proyectos ecológicos en toda la región provino de pesos pesados como el Banco Interamericano de Desarrollo y la iniciativa P4G (Partnering for Green Growth and the Global Goals 2030), cuyos fondos iniciales provinieron del gobierno danés.

Como destaca Graham, de la IFC, también evoluciona la rentabilidad subyacente. El mantenimiento de un autobús eléctrico puede abaratarse con el tiempo, lo cual significa que, a medida que las mejoras tecnológicas de las baterías reducen los costos iniciales, el llamado “costo total de propiedad” de la vida útil de un vehículo debería acercarse al de las alternativas con motores de combustión interna. 

Aun así, será esencial hallar fuentes sostenibles de respaldo, dado que no deja de ser difícil financiar proyectos de transporte importantes, como mejoras en la electrificación. Una opción puede ser el financiamiento basado en el suelo. En Costa Rica, por ejemplo, el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo trabajó con gestores de políticas para explorar estas opciones de financiamiento y compensar el costo de US$ 1.500 millones de la expansión y la electrificación de una importante línea de tren que funciona en San José, la capital. Martim Smolka, miembro sénior del Instituto Lincoln y director del Programa para América Latina y el Caribe, indica que en toda la región se han usado estrategias de recuperación de plusvalías para ayudar a financiar proyectos importantes, como el redesarrollo de antiguas zonas fabriles e industriales. El modelo de recuperación de plusvalías procura que una parte del incremento del valor territorial ocasionado por las acciones municipales se devuelva al municipio para ayudar a compensar los costos de otros proyectos, como mejoras en la infraestructura local.

El transporte ayuda a estructurar el valor territorial”, dice Smolka, pero recuperar ese valor puede ser más complicado que con un proyecto directo de redesarrollo, dada la escala de muchos de estos emprendimientos. Destaca que un enfoque efectivo es aumentar la densidad alrededor de estaciones particularmente ajetreadas. Para ello, sugiere fomentar desarrollos nuevos, pero exigiendo a los emprendedores que se benefician con la rezonificación que paguen por la oportunidad. Añade que en un estudio de impacto económico encargado por Costa Rica se observó que la expansión del tren eléctrico tendrá un impacto positivo en el valor territorial, y el proyecto encaja con una promesa por llegar a la neutralidad de carbono hacia 2050.

El transporte eléctrico sigue siendo apenas una gota en el mar del transporte público de América Latina, y la pandemia acarreó nuevas dificultades. No obstante, el mercado latinoamericano podría estar particularmente preparado para capitalizar y expandir esta tendencia. Smolka indica que la región es conocida por su buena predisposición ante las innovaciones en transporte, desde tranvías eléctricos en la década de 1950 hasta el autobús de tránsito veloz de hoy, los taxis de propano y las líneas de teleféricos que atienden a asentamientos informales densos ubicados en colinas. Con autoridades de transporte relativamente avanzadas y un historial de financiamiento de proyectos importantes, “tienen los mejores sistemas de transporte público en el mercado en desarrollo”, dice Graham.

Esto significa, entre otras cosas, una profusión de datos sobre rutas existentes que pueden ayudar a implementar nuevos autobuses eléctricos con eficiencia. Según Graham, es mucho más difícil “dar el salto” a un sistema eléctrico en un municipio con poco historial de transporte público que hacer un traspaso de tecnología en un sistema existente. Además, América Latina tiene una relación comercial cada vez más fuerte con China, que fabrica cerca del 98 por ciento de la flota mundial de autobuses eléctricos. Todo esto podría posicionar a la región como líder en una transición que, con el tiempo, ocurrirá en todo el planeta. Como dice Graham: “Se viene la electrificación”.

 


 

Rob Walker es periodista; escribe sobre diseño, tecnología y otros temas. Escribió The Art of Noticing (El arte de darse cuenta). Puede consultar su boletín en robwalker.substack.com.

Fotografía: Autobuses eléctricos en una estación de carga en Santiago, Chile. Crédito: Cortesía de C40 Knowledge Hub.

 


 

Contenido relacionado

Construir valor: En Brasil, la recuperación de plusvalías responde a las necesidades comunitarias

 

 

Movimientos en masa, resultados variados: Las ciudades de América Latina son líderes en tránsito urbano, pero ¿quién se beneficia?

Graduate Student Fellowships

2021–2022 Programa de becas para el máster UNED-Instituto Lincoln

Submission Deadline: December 6, 2021 at 11:59 PM

El Instituto Lincoln de Políticas de Suelo y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) se han unido para desarrollar un nuevo programa de máster con un contenido original. Se trata de uno de los pocos programas de posgrado a nivel mundial que reúne sistemáticamente los marcos legales y herramientas que sostienen la planificación urbana, con instrumentos fiscales, ambientales y de participación.

El máster en Políticas de Suelo y Desarrollo Urbano Sostenible es un programa en formato virtual y se compone de tres módulos, cada uno de los cuales aborda una parte importante de la realidad actual de las ciudades: el derecho administrativo urbano, el financiamiento con base en el suelo, el cambio climático y el desarrollo sostenible, y el conflicto urbano y la participación ciudadana.

El programa está dirigido especialmente a estudiantes de posgrado y otros graduados con interés en políticas urbanas desde una perspectiva jurídica, ambiental y de procesos de participación, pero también a funcionarios públicos. Los participantes del máster recibirán el entrenamiento tanto intelectual como técnico para liderar la implementación de medidas que permitan la transformación de las ciudades.

El Instituto Lincoln destinará fondos para becas que cubrirán la matrícula completa del máster de los estudiantes seleccionados.


Details

Submission Deadline
December 6, 2021 at 11:59 PM


Downloads


Keywords

Climate Mitigation, Development, Dispute Resolution, Environmental Management, Favela, Henry George, Informal Land Markets, Infrastructure, Land Market Regulation, Land Speculation, Land Use, Land Use Planning, Land Value, Land Value Taxation, Land-Based Tax, Local Government, Mediation, Municipal Fiscal Health, Planning, Property Taxation, Public Finance, Public Policy, Regulatory Regimes, Resilience, Urban, Urban Development, Urbanism, Value Capture, Zoning

Lincoln Institute Dialogue Explores Land Value Capture

By Katharine Wroth, November 11, 2021

 

Local governments around the world, no matter their size or capacity, have access to an effective land-based financing tool that can help create more climate-resilient, equitable, and sustainable cities and regions. That tool is land value capture, a policy approach that enables communities to recover and reinvest land value increases that result from public investment and other government actions. Land value capture is rooted in the notion that public action should generate public benefit—and while it is technically feasible to implement almost anywhere, it is often underutilized, says Enrique Silva, director of international initiatives at the Lincoln Institute, who deems it an “untapped source” of revenue. 

In late October, Silva hosted a Lincoln Institute dialogue with guests Barbara Scholz of the German Agency for International Cooperation (GIZ) and Rudiger Ahrend of the Organisation for Economic Cooperation and Development (OECD). The Lincoln Institute and the OECD, with contributions from GIZ, are creating a compendium to showcase the successful implementation of land value capture in 61 countries. The compendium, which will be published in 2022, will offer the first global overview of a policy approach that can fund critical infrastructure ranging from public transit to affordable housing.  

With an estimated $4 trillion needed each year to improve and expand global infrastructure, Scholz said, value capture “offers a huge repertoire of instruments” that can be customized based on local needs. It can improve the financial performance of subnational governments, facilitate access to affordable and secure land and housing, protect ecosystems, and foster equitable and climate-friendly urban development. Value capture can be especially helpful in developing countries and regions, said Scholz, noting that it has successfully been used in countries including Bangladesh, Namibia, and Ethiopia. GIZ works to promote and achieve sustainable development around the world, partnering with businesses, governments, and research organizations in more than 120 countries. 

The speakers noted challenges related to value capture, including a lack of shared vocabulary that can hamper conversations among policy leaders in different areas who are working toward the same goals. Developing a shared vocabulary “is one of the big opportunities of the compendium,” Ahrend said. “It will enable dialogues” that aren’t currently possible, he added. Noting that cities will absorb 2.5 billion more people by 2050, Scholz confirmed that GIZ hopes to use the compendium to foster dialogue about urban policies, value capture instruments, and country-specific challenges and opportunities, especially in places that are experiencing rapid growth and are vulnerable to the impacts of climate change. 

“These are tools that can be applied and built in contexts where governance institutions might not be as robust as in other countries,” Silva said. “The new compendium will help us open up opportunities to consider the extent to which land value capture can not only finance urban development, but also finance climate action and climate adaptation work. This conversation is ramping up.” 

The special 75th anniversary Lincoln Institute Dialogue series continues on December 8 with a discussion about sustainability in the U.S. West. Learn more about the Lincoln Institute’s 75th anniversary and related events.  

 


 

Katharine Wroth is the editor of Land Lines

Photo: Octavio Frias de Oliveira Bridge, São Paulo, Brazil. Credit: iStock/thiagogleite.