Topic: Valuation

Pagos en lugar de impuestos

La experiencia de Boston
Ronald W. Rakow, January 1, 2013

Históricamente, las comunidades con alta concentración de instituciones sin fines de lucro, como hospitales, universidades y museos, han tenido que enfrentar problemas fiscales debido a la menor base gravable por la presencia de estas propiedades exentas de impuestos.

Para Boston, Massachusetts, este impacto ha sido particularmente severo, dada la preponderancia de propiedades exentas de impuestos combinada con una gran dependencia del impuesto sobre la propiedad para sus ingresos municipales. A partir de la década de 1970, Boston comenzó a solicitar pagos de sus organizaciones sin fines de lucro como una manera de compensar la pérdida de ingresos y la creciente demanda de servicios públicos asociadas con las instituciones que alberga en su seno.

Si bien estos pagos en lugar de impuestos (Payments in Lieu of Taxes, o PILOT) se han ido ampliando a lo argo del tiempo, la ciudad de Boston permanecía insatisfecha con su programa PILOT. Los ingresos del programa PILOT representaban una pequeña parte del presupuesto general de la ciudad, y el tamaño de las contribuciones de las instituciones sin fines de lucro ha sido muy variable. Desde 2008, Boston ha desarrollado e implementado una nueva estrategia para su programa PILOT que ha recibido considerable atención a nivel nacional. Este artículo examina las condiciones que condujeron al desarrollo de un nuevo programa PILOT en Boston, describe su estrategia e informa sobre la experiencia de la ciudad en su primer año 1completo de implementación.

Restricciones sobre la base imponible de Boston

Tradicionalmente Boston ha estado en el centro de todos los debates acerca de los programas PILOT. La confluencia de varias fuerzas políticas, fiscales y demográficas ha creado una mezcla volátil para la ciudad y sus instituciones sin fines de lucro. Boston es el centro económico y cultural de Nueva Inglaterra y alberga algunos de los hospitales y universidades más renombrados del mundo. Como capital del estado de Massachusetts, Boston también cuenta con una gran cantidad de edificios y establecimientos gubernamentales. Uno de sus desafíos más inusuales es su pequeño tamaño geográfico en comparación con su área metropolitana. Boston es la vigesimo-segunda ciudad más grande por población, pero representa la décima más grande por área metropolitana. En consecuencia, las instituciones exentas del pago de impuestos que prestan servicio a toda el área metropolitana están concentradas dentro de los límites relativamente pequeños de la ciudad. De hecho, más del 50 por ciento de la superficie de Boston está exento del pago de impuestos (figura 1).

Boston también tiene una estructura de ingresos que es única entre las demás ciudades de su envergadura, principalmente porque no cobra impuestos sobre los ingresos, nóminas, ventas ni ninguna otra fuente de ingresos significativa. En lugar de ello, Boston depende en gran medida del impuesto sobre la propiedad, que representa dos tercios de todos los ingresos de la ciudad (figura 2). Si bien Nueva York y Chicago también cuentan con una gran cantidad de propiedades institucionales exentas del impuesto sobre la propiedad, estas ciudades sí aplican tributos sobre los ingresos, las ventas y otras actividades económicas generadas por las universidades, los hospitales y otras instituciones de gran envergadura sin fines de lucro. En contraste, Boston no recibe ningún ingreso directo de la actividad económica generada por este vibrante sector sin fines de lucro.

Más aún, el crecimiento del impuesto sobre la propiedad en Boston está restringido por las cláusulas de la Propuesta 2½, que impone un límite legal sobre el nivel de los impuestos sobre la propiedad. La limitación más significativa es que el valor de dicho impuesto en las propiedades existentes sólo puede aumentar un 2,5 por ciento por año. El otro límite importante de la Propuesta 2½ es que la tasa global efectiva del impuesto no puede superar el 2,5 por ciento de la valuación fiscal de la propiedad. La tasa de Boston, 1,8 por ciento, está muy por debajo de este límite, de manera que esta cláusula no influye tanto como en otras comunidades de Massachusetts en lo que se refiere a las propiedades exentas del pago de impuestos. El impacto combinado de la concentración de propiedades exentas de impuestos, el alto grado de dependencia del impuesto sobre la propiedad, y los límites al crecimiento de este tributo debido a la Propuesta 2½ ha dado como resultado un impacto fiscal más profundo en Boston que en la mayoría de las otras ciudades.

Conciliación de los beneficios y costos de las instituciones sin fines de lucro

A pesar de estos impactos fiscales, Boston tiene afortunadamente un vibrante sector sin fines de lucro. La ciudad alberga a algunos de los hospitales y universidades más prestigiosos del mundo, que brindan atención sanitaria, investigación y educación excepcionales a sus clientes. Además de cumplir con sus misiones caritativas, estas instituciones de gran envergadura generan un nivel significativo de actividad económica, que constituye la espina dorsal de la economía de Boston, basada en el conocimiento. La industria de atención a la salud por sí sola genera 125.000 puestos de empleo en Boston.

Hay una desconexión económica, sin embargo, entre los beneficios brindados por las instituciones sin fines de lucro y el costo de eximir sus propiedades del pago de impuestos. Los beneficios de las instituciones sin fines de lucro de Boston no se circunscriben a los límites de la ciudad; los beneficios educativos, científicos y culturales se extienden a la región, al estado, al país y, en muchos casos, al mundo entero. No obstante, el costo de proporcionar servicios públicos a estas instituciones y la pérdida de ingresos debido a las exenciones del pago de impuestos recaen exclusivamente sobre los contribuyentes de Boston.

Este punto es crítico para comprender la importancia del programa PILOT para una ciudad como Boston. Muchos observadores creen que el interés actual en PILOT se debe a los problemas fiscales de corto plazo asociados con la reciente recesión. De acuerdo a esta corriente de opinión, una vez que la economía se recupere y las perspectivas municipales se aclaren, la presión por implementar programas PILOT disminuirá. La experiencia de Boston contradice esta aseveración. La ciudad ha lidiado con el impacto fiscal causado por su sector sin fines de lucro durante un largo período de tiempo, tanto en situaciones fiscales buenas como malas. Hay una desconexión fundamental entre los beneficios institucionales y los costos fiscales y, en última instancia, es aquí donde reside el origen de este debate. Hasta que estos beneficios y costos se concilien, la tensión financiera entre la ciudad y sus instituciones sin fines de lucro continuará.

Cómo medir el impacto fiscal de las propiedades exentas del pago de impuestos

El impacto de las propiedades exentas del pago de impuestos sobre la ciudad en su conjunto, ha sido desde hace tiempo el centro de un acalorado debate en Boston. Una pregunta frecuentemente planteada es la de cuánto pagarían las instituciones sin fines de lucro en caso de que sus propiedades fueran plenamente gravables. Durante mucho tiempo esta pregunta no pudo responderse. Como las propiedades exentas no pagaban impuestos sobre la propiedad, la ciudad tenía muy poco incentivo para mantener datos y valuaciones exactas y al día de las propiedades institucionales. No obstante, el interés constante del impacto fiscal de las propiedades exentas exigió que se diera respuesta a esta pregunta.

Dada la escasez de recursos disponibles para iniciar un proyecto de valuación de las propiedades exentas, Boston tuvo que recurrir a métodos creativos para generar valuaciones confiables, minimizando al mismo tiempo el costo de recopilación de datos. La ciudad contaba con un tipo particular de declaración de impuestos que las instituciones sin fines de lucro tienen que presentar todos los años, como también amplia autoridad legal para solicitar a los dueños de estas propiedades los datos necesarios para valuar sus propiedades.

Boston pudo utilizar estas herramientas para recopilar información detallada sobre las propiedades de las instituciones sin fines de lucro, en particular sus características físicas (superficie, edad, condición) y el uso dado a las mismas. La mayoría de las instituciones principales cuenta con datos exactos sobre sus propiedades. Una vez que los tasadores tuvieron acceso a estos datos, pudieron introducir la información en el sistema de valuación masiva asistida por computadora (computer-assisted mass appraisal, o CAMA) de la ciudad para determinar su valuación. Se realizaron después inspecciones de los predios para verificar la información proporcionada por las instituciones y comprobar la exactitud y fiabilidad de las valuaciones generadas por el sistema CAMA.

Las valuaciones resultantes se compartieron luego con las instituciones. Se entregó a cada una de ellas los detalles de las estimaciones de valuación de sus bienes inmuebles, y se les dio la oportunidad de reunirse con los tasadores para revisar los resultados y exponer cualquier duda al respecto. La ciudad incorporó los comentarios de las instituciones para completar la valuación final de las propiedades. Dado que este fue el primer intento que hizo la ciudad para generar valuaciones de las propiedades sin fines de lucro, esta revisión conjunta resultó valiosa para verificar la calidad de los datos, y también permitió compartir los resultados preliminares del impacto sobre los ingresos municipales de las propiedades exentas de cada institución.

El análisis, completado en 2009, reveló que las propiedades de instituciones educativas y médicas exentas del pago del impuesto hubieran generado US$347,9 millones en ingresos si fueran gravables (Ciudad de Boston, 2010). Para poner este monto en perspectiva, hubiera sido el equivalente a aproximadamente un cuarto de todos los gravámenes tributarios de la ciudad en el año fiscal 2009, que ascendieron a US$1.400 millones, y a aproximadamente la mitad de los ingresos generados por las propiedades de oficina, comercios minoristas y hoteles que pagan tributos comerciales (figura 3).

Comité de trabajo del programa PILOT

Una vez que se utilizó la información de las valuaciones para determinar la cantidad de impuestos que cada institución pagaría si no estuviera exenta, se descubrieron varias deficiencias del programa PILOT actual. Si bien el programa anterior fue considerado uno de los más exitosos programas PILOT del país, la cantidad de ingresos recaudados fue pequeña comparada con los ingresos que las propiedades exentas hubieran generado si fueran gravables. Los pagos PILOT de instituciones educativas y médicas en 2009 ascendieron a US$14,5 millones, o sea un 4,2 por ciento de lo que las instituciones hubieran pagado si las propiedades fueran gravables, y solo un 1 por ciento de los gravámenes tributarios totales de la ciudad. Además, el nivel de participación varió mucho entre las distintas instituciones. Algunas instituciones realizaron contribuciones sustanciales bajo el programa, mientras que otras realizaron pagos limitados o decidieron no participar en absoluto.

Para resolver estos problemas, el alcalde de Boston, Thomas M. Menino, nombró un comité de trabajo que revisara el programa PILOT con la petición de:

  • establecer un nivel estándar de contribuciones para todas las instituciones principales exentas del pago de impuestos que contaban con bienes inmuebles;
  • desarrollar una metodología para valuar los beneficios comunitarios;
  • proponer una estructura programática que creara alianzas permanentes de largo plazo entre la ciudad y sus instituciones sin fines de lucro;
  • clarificar los costos asociados con la provisión de servicios municipales a las instituciones sin fines de lucro; y
  • si hacía falta, hacer recomendaciones sobre cambios legislativos necesarios a nivel local o estatal.

El comité de trabajo del programa PILOT estuvo compuesto por una amplia gama de participantes: dos líderes de universidades locales, dos de hospitales sin fines de lucro, y dos de la comunidad empresarial de Boston además de un representante del concejo municipal, uno de los sindicatos del sector público y otro de las organizaciones comunitarias. El comité de trabajo se reunió a lo largo dos años para explorar tanto los beneficios como los costos para Boston de albergar a sus instituciones sin fines de lucro, y cómo se deberían considerarse estos factores en el proceso del programa PILOT. Uno de los puntos clave del debate fue cómo asegurar que las instituciones contribuyeran al programa sobre una base consistente. En diciembre de 2010, el comité de trabajo recomendó al alcalde Menino las siguientes pautas para el programa PILOT.

El programa PILOT debería seguir siendo voluntario

Los miembros del comité de trabajo se persuadieron de que una exigencia legal o legislativa de participar en el programa PILOT iría en contra del espíritu de alianza entre la ciudad y sus instituciones sin fines de lucro. Esta alianza es crítica para alentar una participación amplia y uniforme.

Todas las instituciones sin fines de lucro deberían participar

Gran parte del debate sobre PILOT se había concentrado anteriormente en los hospitales y las universidades. El comité de trabajo, sin embargo, propuso que todas las instituciones sin fines de lucro que poseían bienes inmuebles exentos del pago de impuestos en Boston deberían contribuir al programa PILOT. Para proteger a las instituciones más pequeñas con menos recursos, el programa PILOT se limitó a aquellas cuyas propiedades se habían valuado en más de US$15 millones.

Cómo deter minar los pagos del programa PILOT

Se consideraron muchas alternativas para establecer las bases de contribución del programa PILOT, incluida la consideración de una cuota por estudiante o cama de hospital, o de un cargo proporcional a la superficie de suelo o superficie edificada. El comité de trabajo determinó que la manera más equitativa sería la de un cargo proporcional al valor de las instituciones en su totalidad, lo cual reflejaría su tamaño y de la calidad de sus propiedades inmuebles. Hubo un consenso general en que las instituciones sin fines de lucro deberían contribuir con el monto necesario para compensar su consumo de servicios esenciales, como protección policial y servicio de bomberos, y de servicios públicos, como limpieza de calles y remoción de nieve. Estos servicios consumen aproximadamente un 25 por ciento del presupuesto de Boston, y el comité de trabajo determinó entonces que una contribución al programa PILOT del 25 por ciento del monto tributable total de la institución sería razonable.

Crédito por beneficios a la comunidad

El beneficio público proporcionado por las instituciones sin fines de lucro fue un punto central del comité de trabajo, el cual recomendó que estas instituciones recibieran un crédito de hasta el 50 por ciento en sus contribuciones al programa PILOT por los beneficios brindados a la comunidad. Este crédito reconocía las contribuciones significativas en servicios efectuadas por las instituciones sin fines de lucro, los cuales benefician directamente a los residentes de Boston. El monto del crédito se limitó al 50 por ciento de las contribuciones al programa PILOT para asegurar que las instituciones pagaran un monto significativo en dinero. No obstante, el comité de trabajo expresó que, en caso de presentarse una oportunidad excepcional para un cierto programa o servicio, este límite del 50 por ciento podría excederse a discreción de la ciudad.

Si bien el comité de trabajo no ofreció detalles específicos sobre los servicios que podrían hacerse acreedores a un crédito en el programa PILOT, proporcionó pautas generales sobre los tipos de servicios que serían elegibles. Para ello, los servicios comunitarios deben beneficiar directamente a los residentes de la ciudad de Boston, respaldar la misión y las prioridades de la ciudad, ofrecer maneras de colaboración entre la ciudad y las instituciones sin fines de lucro para alcanzar metas comunes, y ser cuantificables.

Período de introducción

Finalmente, el comité de trabajo recomendó que la nueva fórmula del programa PILOT se introdujera a lo largo de un período no menor de cinco años. Dado el cambio en el alcance del programa PILOT de la ciudad, el comité de trabajo entendió que las instituciones iban a requerir tiempo para realizar todos los ajustes necesarios en sus presupuestos y planes financieros para adaptarse a las mayores contribuciones del programa PILOT.

Implementación del nuevo programa PILOT

Cuando el alcalde Menino aceptó las recomendaciones del comité de trabajo en diciembre de 2010, la ciudad tuvo que elaborar un plan para implementar el nuevo programa PILOT. Primero se enviaron cartas a todas las instituciones que cumplían con los criterios del programa. Cada carta incluyó una copia de las nuevas pautas del programa PILOT y un análisis detallado del cálculo del monto que la ciudad iba a solicitar con la nueva fórmula. La carta también indicó que la ciudad iba a solicitar una reunión con cada institución en los meses siguientes para intercambiar ideas sobre el nuevo programa.

Estas reuniones fueron un paso fundamental en la implementación del programa, al brindar un foro para que cada institución pudiera hacer preguntas sobre el programa y expresar sus preocupaciones. Si bien estas sesiones fueron diseñadas originalmente para proporcionar información a las instituciones sobre el nuevo programa, también sirvieron para que la ciudad recogiera las opiniones de las instituciones, lo cual a su vez sirvió de guía para la puesta en marcha del programa.

El anterior programa PILOT de la ciudad incluía contratos que fijaban los términos del compromiso de cada institución con el programa PILOT. Si bien los contratos eran útiles como referencia, su valor como instrumento legal era cuestionable, ya que los pagos del programa PILOT seguían siendo voluntarios. Por ejemplo, la ciudad nunca intentó forzar pagos bajo los términos de un contrato PILOT. Cuando la ciudad tuvo que decidir usar o no contratos en el programa nuevo, la perspectiva de negociar, escribir y ejecutar más de 40 contratos con las distintas instituciones resultó abrumadora. Dado que las pautas ya proporcionaban los detalles de la participación solicitada a cada institución, la ciudad decidió usar estos documentos como referencia en su relación con las instituciones y obvió la necesidad de elaborar contratos individuales.

Experiencia del primer año del programa

En octubre de 2011 se enviaron las solicitudes de pago de las primeras cuotas para el año fiscal 2012 a todas las instituciones participantes, y los resultados fueron sorprendentes. La ciudad recaudó un total de US$19,5 millones en pagos en efectivo, un aumento del 28,4 por ciento sobre la recaudación del año fiscal 2011, realizada según el programa PILOT anterior. Esto monto superó el 90 por ciento de lo solicitado por la ciudad, reflejando un nivel de participación extraordinario en este primer año de un programa nuevo y voluntario (figura 4). Boston también recibió un nivel equivalente de contribuciones en servicios comunitarios provistos por las instituciones sin fines de lucro, en línea con las pautas del programa PILOT.

Un componente clave del éxito inicial del programa fue el énfasis en promover un espíritu de alianza entre la ciudad y sus instituciones. Debido a su experiencia previa, la ciudad comprendió que una actitud de confrontamiento no sería efectiva en el corto o largo plazo. Al mismo tiempo, las instituciones tuvieron que reconocer que, en su calidad de organizaciones caritativas, debían rendir cuentas a las comunidades que las albergaban. Esta rendición de cuentas fue facilitada en parte por el alto grado de transparencia del proceso. Las reuniones del comité de trabajo fueron abiertas al público, y los materiales utilizados en las deliberaciones fueron publicados en el sitio web de la ciudad.

Este tema de transparencia continuó en la fase de implementación del programa. La información con el detalle de la participación de cada institución en el programa, los pagos en efectivo y los servicios comunitarios provistos también se publicaron en el sitio web de la ciudad. Las instituciones que no participaron plenamente del programa también tuvieron la oportunidad de comunicar sus razones. También se divulgaron detalles específicos sobre los servicios comunitarios proporcionados por las instituciones, lo que les ofreció una oportunidad para destacar y promover sus valiosas contribuciones de servicio.

La importancia de los servicios comunitarios

En sus intercambios con los líderes de las instituciones sin fines de lucro durante la implementación del nuevo programa, la ciudad descubrió que las instituciones tenían una clara preferencia por brindar servicios comunitarios en vez de hacer pagos en efectivo. Dado que los servicios son parte esencial de las misiones caritativas de la mayoría de las instituciones sin fines de lucro, esto no fue una sorpresa. Por otro lado, la ciudad generalmente prefiere los pagos en efectivo, ya que le otorgan flexibilidad para asignar recursos para satisfacer las necesidades más prioritarias de la comunidad.

Para conciliar estas dos preferencias divergentes, la ciudad ha reconocido que tiene que seguir desarrollando su capacidad para alinear la porción de servicios del programa PILOT con sus propias demandas de servicio. En la actualidad, las instituciones ofrecen sus beneficios comunitarios por iniciativa propia. Si bien estos servicios tienen valor para la ciudad y sus residentes, quizás no estén entre las prioridades actuales de servicios de la ciudad. Aun en casos en que las solicitudes específicas de servicios surgieron de un funcionario municipal para satisfacer una necesidad de corto plazo, tales solicitudes ad hoc carecen del proceso de priorización y revisión propio de un presupuesto disciplinado.

Se deberían planificar y priorizar las solicitudes de servicios para el programa PILOT para maximizar su valor para la ciudad. Bajo una estructura de servicios de este tipo, la ciudad podría quizá reducir o reemplazar el costo de ofrecer un servicio, o quizá podría brindar un servicio nuevo para cumplir con una necesidad que no había podido satisfacer previamente. Por medio de una planificación cuidadosa, el direccionamiento de recursos institucionales hacia áreas de prioridad reduce el compromiso financiero de la ciudad y permite que la ciudad obvie los pagos en efectivo a cambio de servicios institucionales, que dichas entidades prefieren. Este proceso de planificación también beneficia a las instituciones, ya que pueden planificar mejor sus compromisos de servicio al programa PILOT. Mientras el programa continúa en su fase de introducción, será fundamental que la ciudad y las instituciones puedan trabajar en forma cooperativa en una estrategia estructurada de servicios comunitarios para que continúe con éxito.

Conclusiones

El proceso seguido por Boston para construir su nueva estrategia para el programa PILOT ha sido tanto cuidadoso como inclusivo. Los conocimientos y las perspectivas de los miembros del comité de trabajo, junto con las décadas de experiencia de la ciudad sobre el tema de propiedades exentas del pago de impuestos, han podido generar pautas reconocidamente equitativas y razonables. El proceso también demostró que para que un programa PILOT sea exitoso, la ciudad y las instituciones tienen que ser socios, no combatientes.

Esta filosofía ha sido la base de la implementación del nuevo programa PILOT en Boston. Sin embargo, a pesar de su éxito inicial, queda mucho por realizar. La ciudad tiene que equilibrar su necesidad de ingresos con la preferencia de las instituciones por brindar servicios. Si los funcionarios municipales y las instituciones locales pueden seguir colaborando en el programa PILOT, se podrá alcanzar un equilibrio que beneficiará tanto a las instituciones como a sus clientes y los residentes de Boston.

 

Sobre el autor

Ronald W. Rakow ha sido comisionador del Departamento de Valuación de la Ciudad de Boston desde 1992, y en 2011 asumió también el cargo de Subgerente de Finanzas. Fue nombrado en 2010 miembro de la Junta Directiva de la Autoridad del Centro de Convenciones de Massachusetts y en la actualidad es presidente del Comité de Investigación de la Asociación Internacional de Tasadores (International Association of Assessing Officers, o IAAO).

 


 

Referencias

Ciudad de Boston. 2010. Informe final y recomendaciones del comité de trabajo del alcalde sobre el programa PILOT, diciembre.

Departamento de Valuación de la Ciudad de Boston. 2009. Análisis de propiedades exentas del pago de impuestos. Instituciones educativas y médicas. Año fiscal 2009.

Departamento de Valuación de la Ciudad de Boston. 2012. Reseña del programa PILOT, año fiscal 2012. http://www.cityofboston.gov/Images_Documents/FY12_Second_Half_PILOT_Status_Report_for_Web_tcm3-33007.pdf

Oficina de Gestión de Presupuesto de la Ciudad de Boston. 2012. Presupuesto adoptado para el año fiscal 2013. http://www.cityofboston.gov/budget/default.asp

Payments in Lieu of Taxes

The Boston Experience
Ronald W. Rakow, January 1, 2013

Correction: Under the heading “Experience from the First Year,” the percent increase in FY2012 over what was collected in FY2011 under the previous PILOT program was incorrectly reported. The correct percentage is 28.4. Both the PDF and text version below list the correct amount.

 

Historically communities with high concentrations of nonprofit institutions such as hospitals, colleges, and museums have struggled with the reduced tax base associated with these tax-exempt properties. For Boston, Massachusetts, the preponderance of tax-exempt property, combined with a high reliance on the property tax for local revenue, has made this impact particularly acute. Beginning in the early 1970s, Boston began seeking payments from its nonprofit organizations as a way of offsetting the loss of revenue and the increase in public service demands associated with the institutions it hosts.

Although these payments in lieu of taxes (PILOTs) expanded over time, the City of Boston remained dissatisfied with its PILOT program. The revenue from PILOTs represented a small fraction of the city’s overall budget, and the size of contributions from nonprofit institutions varied widely. Since 2008 Boston has developed and implemented a new approach to PILOTs that has received considerable national attention. This article examines the conditions that led to the development of Boston’s new PILOT program, describes its approach, and reports on the city’s experience in its first full year.

Constraints on Boston’s Tax Base

Boston traditionally has been at the center of any discussion regarding PILOTs. The confluence of several political, fiscal, and demographic forces has created a volatile mix for the city and its nonprofit institutions. Boston is the economic and cultural center of New England and is home to some of the world’s most renowned hospitals and universities. As the state capital of Massachusetts, Boston also hosts a large number of government office buildings and facilities. Among its more unusual challenges is the city’s small geographic size in relation to its metropolitan area. Boston is the 22nd largest city by population, but it represents the 10th largest metropolitan area. As a result, exempt institutions that service the entire metropolitan area are concentrated within the city’s relatively small boundaries. In fact, over 50 percent of Boston’s land area is exempt from taxation (figure 1).

Boston also has a revenue structure that is unique among its large-city peers, primarily because it has no income, payroll, sales, or other significant source of tax revenue. Instead, Boston relies heavily on the property tax, which represents two-thirds of all city revenue (figure 2). While New York or Chicago also have large amounts of institutional property exempt from the property tax, those cities are able to tax the incomes, sales, and other economic activity which the universities, hospitals, and other large nonprofit institutions generate. In contrast, Boston receives no direct compensating revenue associated with the economic activity that is generated by its vibrant nonprofit sector.

Further, the growth of the property tax in Boston is constrained by Proposition 2½, a statutory limit on the level of property taxes. The most significant limitation is that the property tax levy for existing properties can increase by only 2.5 percent per year. Proposition 2½’s other primary limitation is a cap on the overall effective tax rate of 2.5 percent. As Boston is well below this limit at 1.8 percent, the impact of exempt property is not a factor for this provision as it is in other Massachusetts communities. The combined impact of the concentration of exempt property, the high reliance on the property tax, and the limits placed on property tax growth by Proposition 2½ result in a more profound fiscal impact of exempt property in Boston than in most major cities.

Reconciling the Benefits and Costs of Nonprofit Institutions

Despite these fiscal impacts, Boston is fortunate to have a vibrant nonprofit sector. The city hosts some of the world’s most prestigious hospitals and universities that provide exceptional health care, research, and education to their clients. In addition to fulfilling their charitable missions, these large institutions are significant economic generators that form the backbone of Boston’s knowledge-based economy. The health care industry alone accounts for 125,000 jobs in Boston.

There is an economic disconnect, however, between the benefits of nonprofit institutions and the costs of providing their properties with tax exemptions. The benefits of Boston’s nonprofits do not stop at the city’s borders; the educational, scientific, and cultural benefits of Boston’s institutions accrue to the region, state, country and, in many cases, the entire world. Yet the cost of providing public services to these institutions and the loss in revenue from removing their properties from the tax base fall squarely on Boston’s taxpayers.

This point is critical to understanding the importance of PILOTs to a city like Boston. Many observers believe that the current interest in PILOTs is driven by the short-term fiscal stress associated with the recent recession. According to this school of thought, once the economy recovers and the municipal outlook brightens, the pressure for PILOTs will ebb. Boston’s experience contradicts this assertion. The city has struggled with the fiscal impact caused by its nonprofit sector over a long period, through good fiscal times and bad. It is this fundamental disconnect between institutional benefits and fiscal costs that is the ultimate source of this debate. Until these benefits and costs are better reconciled, financial tension between the city and its nonprofits will continue.

Measuring the Fiscal Impact of Tax-Exempt Property

The impact of tax-exempt property on the city as a whole has long been the focus of spirited public discussion in Boston. One question that has often been asked is how much nonprofit institutions would pay if their properties were fully taxable. For a long time this question could not be answered. Since tax-exempt property paid no property taxes, the city had little incentive to maintain accurate data and up-to-date assessments for institutional property. However, the continuing focus on the fiscal impact of exempt property clearly required an answer to this question.

Given the scarce resources available for a project to value exempt property, Boston needed to be creative in coming up with a method to generate reliable assessments while minimizing the costs of collecting data. At the city’s disposal was a particular type of tax return that nonprofit institutions are required to file annually, as well as broad statutory authority to request from property owners the information necessary to value their properties. Boston was able to leverage these tools to collect detailed information on the property owned by nonprofit institutions—specifically, the physical characteristics (size, age, condition) and uses. Most major institutions maintain accurate data on their property holdings. Once the assessors had access to these data, they were able to plug the information into the city’s computer-assisted mass appraisal system (CAMA) to generate assessments for the properties. Site inspections were performed to verify the information provided by the institutions and to ensure the accuracy and reliability of the CAMA-generated assessments.

The resulting assessments were then shared with the institutions. Each was given the details on the valuation estimates for their real estate holdings and provided with an opportunity to meet with assessors to review the results and raise any concerns. The city incorporated this feedback to complete the final value for the properties. Given that this was the city’s first effort to generate assessments for nonprofit property, this review step provided a valuable check of valuation data quality as well as an opportunity to share the preliminary results of the revenue impact of their property tax-exemptions with each institution.

The analysis, which was completed in 2009, revealed that educational and medical tax-exempt property would have generated $347.9 million in revenue if it were taxable (City of Boston 2010). To put this amount in perspective, it would equate to approximately one-quarter of the city’s total tax levy of $1.4 billion in Fiscal Year 2009, and would be equivalent to roughly half the revenue generated by the office, retail, and hotel properties that make up the commercial tax levy (figure 3).

PILOT Task Force

Once the assessment information was used to determine the amount of tax each institution would pay in a nonexempt scenario, a number of shortcomings of the current PILOT program became apparent. While the former program was considered one of the more successful PILOT programs in the country, the amount of realized revenue appeared small when compared with the revenue that exempt properties would generate if they were taxable. PILOT payments from educational and medical institutions in 2009 totaled $14.5 million, or 4.2 percent of what institutions would pay if their properties were taxed, and equivalent to just 1 percent of the city’s property tax levy. In addition, the level of participation varied widely among institutions. Some institutions made substantial contributions under the program, while others made limited payments or chose not to participate at all.

To address these concerns, Boston Mayor Thomas M. Menino appointed a task force to review the PILOT program and asked it to:

  • set a standard level of contributions to be met by all major tax-exempt landowning institutions;
  • develop a methodology for valuing community benefits;
  • propose a program structure that creates longer-term, sustainable partnerships between the city and its nonprofits;
  • clarify the costs associated with providing city services to nonprofits; and<
  • if necessary, provide recommendations on legislative changes needed at the local or state level.

The PILOT Task Force membership drew from a wide spectrum of participants: two leaders each from local colleges, nonprofit hospitals, and Boston’s business community; and one each from the city council, public sector unions, and community-based organizations. The Task Force met over a two-year period to explore both the benefits and costs to Boston of hosting its nonprofit institutions and how these factors should be considered in the PILOT process. Also key was the discussion on how to ensure that institutions contribute to the program on a consistent basis. In December 2010, the Task Force recommended the following PILOT guidelines to Mayor Menino.

PILOT Program Should Remain Voluntary

The Task Force members believed a legal or statutory requirement for PILOTs runs counter to the spirit of partnership between the city and its nonprofit institutions. That partnership is critical to encouraging broad and uniform participation.

All Nonprofits Should Participate

Much of the PILOT discussion previously focused on hospitals and universities. The Task Force, however, felt all nonprofits that own tax-exempt real estate within the city should contribute to the PILOT program. To protect smaller institutions with fewer resources, the PILOT program was limited to those nonprofits with property valued at more than $15 million.

Determining PILOT Payments

Many alternatives were considered for the basis of PILOT contributions, including a per-student or per-hospital-bed fee, or a charge based on the amount of land or building area. The Task Force determined that a charge driven by the assessed value of the institutions—reflecting size and quality of real estate holdings—would result in the most equity. There was a general consensus that nonprofits should contribute some amount toward their consumption of essential services such as police and fire protection, as well as public works such as street cleaning and snow removal. These services consume approximately 25 percent of Boston’s budget, and the Task Force found that a PILOT equal to 25 percent of an institution’s fully taxable amount was reasonable.

Credit for Community Benefits

The public benefit provided by nonprofit institutions was a major focus of the Task Force, which recommended that institutions receive up to a 50 percent credit on their PILOT in exchange for community benefits. This credit recognized the significant inkind contributions made by nonprofit institutions that directly benefit Boston residents. The credit was limited to 50 percent of the PILOT amount to ensure significant cash contributions from each institution. However, the Task Force felt that if an exceptional opportunity for a program or service were available, the 50 percent cap could be exceeded at the city’s discretion.

While the Task Force did not offer detailed specifics on the services that were eligible for PILOT credit, it did provide general guidance on the types of services that should qualify. To be eligible, community services must directly benefit City of Boston residents, support the city’s mission and priorities, offer ways for the city and nonprofit to collaborate to meet shared goals, and be quantifiable.

Phase-in Period

Finally, the Task Force recommended that the new PILOT formula be phased in over a period of not less than five years. Given the change in scope of the city’s PILOT program, the Task Force understood that institutions would require time to make the necessary adjustments in their budget and financial plans to accommodate increased PILOT amounts.

Implementing the New PILOT Program

When Mayor Menino accepted the Task Force recommendations in December 2010, the city needed a plan to implement the new PILOT program. First, letters were sent to all institutions that fell within the criteria of the program. Each letter included a copy of the new PILOT guidelines and an analysis detailing the calculation of the PILOT that the city would request under the new formula. Each letter also indicated that the city would seek a meeting with each institution in the coming months to discuss the new program.

The subsequent meetings were a critical step in the implementation, providing a forum for each institution to ask questions about the program and to voice concerns. While these sessions were designed originally to provide information to the institutions on the new program, they also provided significant, valuable feedback for the city that in turn offered further guidance on the rollout.

The city’s previous PILOT program included contracts that laid out the terms of each institution’s PILOT commitment. While the contracts were useful as a reference, their value as a legal instrument was questionable since PILOT payments remained voluntary. For example, the city had never sought to enforce payment under a PILOT contract. As the city faced the question of whether contracts would be employed in the new program, the notion of negotiating, drafting, and executing over 40 contracts with institutions was daunting. Given that the guidelines already provided the details of each institution’s requested participation, the city felt those documents should form the basis of the relationship with the institutions and decided to forgo the use of PILOT contracts.

Experience from the First Year

In October 2011, requests for payment of the first installments for FY2012 were sent to all participating institutions, and the results were impressive. The city collected a total of $19.5 million in cash payments, a 28.4 percent increase over what was collected in FY2011 under the previous PILOT program. This represented over 90 percent of what the city requested—an extraordinary level of participation given the first year of a new, voluntary program (figure 4). Boston also received an equivalent level of contributions in the form of community services provided by the nonprofit institutions, consistent with the PILOT guidelines.

A key component of the program’s initial success was the emphasis on promoting a sense of partnership between the city and its institutions. Based on its prior experience, the city understood that a more confrontational approach would not be effective in the short or long term. At the same time, the institutions needed to recognize that as charities they have a level of accountability to their host communities. This accountability was encouraged in part by providing a high degree of transparency in the process. Task Force meetings were open to the public, and materials used during the deliberations were posted on the city’s website.

This theme of transparency continued in the implementation phase of the program. Information detailing each institution’s participation in the program, from cash payments to the community services provided, was also posted on the city’s website. Institutions that had less than full participation in the program were given the opportunity to communicate their reasons. Specific details on the community services delivered by the institutions were also disclosed, providing an opportunity for institutions to highlight and promote their valuable service contributions.

The Importance of Community Services

In its discussions with nonprofit leaders during the implementation of the new program, the city discovered that institutions have a decided preference for providing community services over making cash payments. Given that service delivery is at the core of most nonprofits’ charitable missions, this was not surprising. Conversely the city generally places a higher value on cash payments, which provide flexibility in applying resources to meet the highest-priority service needs of the community.

To reconcile these two divergent preferences, the city has recognized that it must further develop its ability to harness the community-service portion of the PILOT program to meet its service demands. Currently community benefits often are offered by the institutions based on their own initiative. While these services have value to the city and its residents, they may not be among the city’s current service priorities. Even in cases where specific requests for services came directly from a city official to fill a near-term service gap, such ad hoc requests lack the prioritization and review that is associated with a more disciplined budgeting process.

Requests for PILOT services should be planned and prioritized to maximize their value to the city. Under such a structure services are more likely to either reduce or replace the cost to the city of providing a service, or to provide a new service to meet a priority that the city had been unable to deliver previously. Through careful planning, directing institutional resources to priority areas reduces the city’s financial commitment and makes it is easier for the city to forgo cash in favor of institutionally preferred services. This planning process is also beneficial to the institutions, as they are better able to budget for their PILOT service commitments. As the program continues through its phase-in period, the ability of the city and institutions to work cooperatively on a structured approach to community services will be critical to the continued success of the PILOT program.

Closing Thoughts

The process Boston has followed to construct its new approach to PILOTs was both thoughtful and inclusive. The expertise and perspectives of the Task Force members, combined with the city’s decades of experience on the issue of exempt property, led to program guidelines that were recognized as fair and reasonable. The process also demonstrated that for a PILOT program to be successful the city and its institutions must be partners, not combatants.

This philosophy has formed the basis of Boston’s approach to the implementation of its new PILOT program. And, despite its early success, there is still much work to be done. The city needs to balance its need for revenue with the institutions’ preference for services. If city officials and local institutions can continue to work cooperatively on the PILOT program, a balance can be struck that will work to the mutual benefit of the institutions, their constituents, and the residents of Boston.

 

About the Author

Ronald W. Rakow has been commissioner of the City of Boston Assessing Department since 1992, and he took on the additional role of deputy chief financial officer in 2011. He was appointed in 2010 to the Board of the Massachusetts Convention Center Authority, and is currently serving as the chair of the Research Committee of the International Association of Assessing Officers (IAAO).

 


 

References

City of Boston. 2010. Mayor’s PILOT task force final report and recommendations, December.

City of Boston Assessing Department. 2009. Exempt property analysis: Educational and medical institutions, Fiscal Year 2009.

City of Boston Assessing Department. 2012. FY 2012 PILOT recap. http://www.cityofboston.gov/Images_Documents/FY12_Second_Half_PILOT_Status_Report_for_Web_tcm3-33007.pdf

City of Boston Office of Budget Management. 2012. Fiscal year 2013 adopted budget. http://www.cityofboston.gov/budget/default.asp

2016 National Conference of State Tax Judges

September 8, 2016 - September 10, 2016

Portland, OR United States

Offered in English

The National Conference of State Tax Judges meets annually to review recent state tax decisions, consider methods of dealing with complex tax and valuation disputes, and share experiences in case management. This meeting provides an opportunity for judges to hear and question academic experts in law, valuation, finance, and economics, and to exchange views on current legal issues facing tax courts in different states. This year’s program includes sessions on valuing big box stores; using the going concern approach to value real estate; and tax exemptions.


Details

Date
September 8, 2016 - September 10, 2016
Location
Portland, OR United States
Language
English

Keywords

Dispute Resolution, Land Law, Legal Issues, Local Government, Public Policy, Taxation, Valuation

Tax Increment Financing: Policy and Administrative Challenges (IAAO Conference)

August 29, 2016 | 1:30 p.m. - 4:30 p.m.

Tampa, FL United States

Offered in English

The annual conference of the International Association of Assessing Officers (IAAO) offers state and local assessing officials the opportunity to hear varied perspectives on property tax policy from eminent economists, academics, and practitioners who have a special interest in property taxation. Each year, the Lincoln Institute sponsors a seminar for conference participants on current issues in property tax policy. This year’s sessions will focus on “Tax Increment Financing: Policy and Administrative Challenges.”


Details

Date
August 29, 2016
Time
1:30 p.m. - 4:30 p.m.
Location
Tampa, FL United States
Language
English

Keywords

Assessment, Economic Development, Land Value, Land-Based Tax, Legal Issues, Local Government, Municipal Fiscal Health, Property Taxation, Public Finance, Tax Increment Financing, Taxation, Urban Revitalization, Valuation, Value-Based Taxes

2016 Urban Economics and Public Finance Conference

May 6, 2016 | 8:30 a.m. - 6:00 p.m.

Cambridge, MA United States

Offered in English

The economic growth and development of urban areas are closely linked to their revenue sufficiency and fiscal prospects. This research seminar offers a forum for new academic work on the interaction of these two fields. It provides an opportunity for specialists in each area to become better acquainted with recent developments and to explore their potential implications for synergy.


Details

Date
May 6, 2016
Time
8:30 a.m. - 6:00 p.m.
Location
Lincoln Institute of Land Policy
113 Brattle Street
Cambridge, MA United States
Language
English
Downloads

Keywords

Economic Development, Economics, Housing, Inequality, Land Use, Land Use Planning, Land Value, Land Value Taxation, Local Government, Property Taxation, Public Finance, Spatial Order, Taxation, Urban, Valuation, Value-Based Taxes

35th Annual Meeting of the National Conference of State Tax Judges

October 1, 2015 - October 3, 2015

Cambridge, MA United States

Offered in English

The National Conference of State Tax Judges meets annually to review recent state tax decisions, consider methods of dealing with complex tax and valuation disputes, and share experiences in case management. This meeting provides an opportunity for judges to hear and question academic experts in law, valuation, finance, and economics, and to exchange views on current legal issues facing tax courts in different states. This year’s program includes sessions on managing self-represented litigants, taxation of Indians and Indian country, and qualitative, quantitative, and sales adjustments in appraisals.


Details

Date
October 1, 2015 - October 3, 2015
Location
Cambridge, MA United States
Language
English

Keywords

Appraisal, Assessment, Eminent Domain, Ethics, Housing, Land Use, Land Value, Legal Issues, Local Government, Property Taxation, Public Finance, Taxation, Valuation, Value-Based Taxes

Course

Vacant Land, the Compact City, and Sustainability

April 22, 2014 - May 6, 2014

Online

Free, offered in Spanish


In recent years, vacant land has developed a great influence within the realm of defining land policies. Housing programs require vacant land, yet with the increase in demand and the resulting increase in value of land, these programs become unfeasible. This course, offered in Spanish, aims to present alternatives for vacant land management during the creation of land policies, focusing on housing for low-income populations, on social facilities, on public space, and on large urban projects.


Details

Date
April 22, 2014 - May 6, 2014
Application Period
March 28, 2014 - April 11, 2014
Location
Online
Language
Spanish
Cost
Free
Educational Credit Type
Lincoln Institute certificate

Keywords

Housing, Land Value, Planning, Public Policy, Sustainable Development, Valuation

Course

Economic Principles of Urban Analysis

February 27, 2016 - April 5, 2016

Online

Free, offered in Spanish


This course presents students with the fundamental concepts and tools of economic theory needed to form a critical analysis of the factors that influence land prices in both formal and informal markets. Students will examine the origins of land prices along with the foundations of urban economics in order to better analyze the effects that the regulation of real-estate markets has on land prices.


Details

Date
February 27, 2016 - April 5, 2016
Application Period
February 1, 2016 - February 14, 2016
Selection Notification Date
February 22, 2016 at 6:00 PM
Location
Online
Language
Spanish
Cost
Free
Educational Credit Type
Lincoln Institute certificate

Keywords

Economic Development, Economics, Land Market Monitoring, Land Market Regulation, Urban, Urban Development