260/5000 La fotografía muestra una vista aérea del campus lleno de árboles de Marygrove College y el vecindario circundante. Los dos edificios más visibles en el campus son viejos

Un gran plan en el campus

Un experimento sobre el redesarrollo comunitario echa raíces en una universidad cerrada de Detroit
Por Anna Clark, November 21, 2019

 

Una mañana nublada de domingo, en el noroeste de Detroit, el campus de Marygrove College estaba atestado. Una multitud de adultos y niños con camisas color azul brillante llenó los parques verdes, rodeada de carpas y globos. Pronto estuvieron listos para la ceremonia de apertura de la caminata por el cáncer Relay for Life (Relevos por la Vida). Un DJ pasaba música animada a todo volumen para mantener altos los niveles de energía. En otra parte, en uno de los edificios de estilo gótico inglés de Marygrove, la Cumbre de Vecindarios de Detroit ofrecía almuerzo gratis y guardería a los residentes que se habían reunido para hablar sobre ejecuciones de hipotecas, contaminación del aire, cierre de escuelas y deterioro. En otro salón, los profesores se preparaban para un taller sobre la dignidad de los estudiantes; en la galería de arte, una exhibición de artistas locales abrió por última vez. Afuera, los guardacoches bromeaban entre ellos y con los conductores que avanzaban de a centímetros en una fila larga, con la esperanza de encontrar un lugar en los estacionamientos atestados. Era difícil imaginar que, dos días antes, la facultad de 104 años había anunciado que cerraba las puertas para siempre.

El cierre de Marygrove College marca el fin de una era para la institución, pero no será el fin del impacto de Marygrove. Marygrove ocupa 21 hectáreas verdes en medio de un vecindario de Detroit que está en vías de revitalización, y es el marco para una historia en desarrollo que trata sobre educación, pero también sobre el rol fundamental que pueden tener las asociaciones públicas y privadas para contener el sangrado lento de la falta de inversión. Lo están haciendo mediante la creación de estructuras nuevas para suplir necesidades de uso territorial a largo plazo. Un programa “de cuna a profesión” centrado en la comunidad cobra forma en el campus de Marygrove, un experimento respaldado por entidades influyentes, como la Fundación Kresge, la Universidad de Michigan, el Distrito Comunitario de Escuelas Públicas de Detroit y otras.

Los miembros de la incipiente asociación de Marygrove no aseguran tener todas las respuestas, pero su emprendimiento tendrá mucho para enseñar a otras comunidades.

Un legado de educación progresista

Marygrove tiene un lugar especial en la historia de Detroit. Fue fundada en 1905 por una orden religiosa llamada Hermanas Siervas del Inmaculado Corazón de María (o las monjas del ICM), y en 1927 se mudó de la ubicación original, 64 kilómetros al sur, a la actual en la ciudad. Pronto se convirtió en un centro de educación progresista que priorizaba el servicio y la justicia social, y recibía a muchos estudiantes de grado no tradicionales. Educó a generaciones de líderes, en especial mujeres afroamericanas, con enfoque en las áreas de la enseñanza y el trabajo social.

Me encantaba enseñar en Marygrove”, dijo Frank Rashid, profesor de muchísimos años y ex decano. Destacó que Marygrove, comparada con otras universidades locales, era “la más atenta a pertenecer a la ciudad”: miraba hacia la comunidad mientras las demás construían muros.

Rashid recordó a una de sus estudiantes preferidas, una mujer de su edad que trabajaba en el turno noche cosiendo tapizado de autos en GM, pero que lograba tener la energía suficiente para prestar atención en clase. Desde hace más de 30 años, Rashid guarda el recuerdo de un ensayo que ella escribió sobre crecer en escuelas segregadas en Misisipi. La mujer se graduó con doble especialización, obtuvo una maestría en otra universidad local y volvió a Marygrove para enseñar mientras criaba a sus nietos.

Queríamos hacer una diferencia”, dijo Rashid. “Esa es la llamada que sentíamos quienes amábamos trabajar ahí, y los estudiantes hacían que valiera la pena”. Para el vecindario, que está a unos 16 kilómetros del centro, Marygrove cumplió otra función importante: junto con su vecina, la Universidad de Detroit Mercy (UDM), respaldó a la comunidad, incluso cuando la ciudad soportó décadas de declive. Esta zona de 500 hectáreas se suele llamar Livernois-McNichols, en referencia a dos grandes arterias flanqueadas por comercios bajos. Lleva las cicatrices de terrenos baldíos y casas vacías, de los cuales 400 hoy son de propiedad pública. Pero todavía hay 33.000 personas que viven allí, principalmente en viviendas unifamiliares, y la tasa de propiedad (66 por ciento) y la mediana de ingresos (US$ 43.849) son relativamente altas. En los últimos años, se renovó el parque Ella Fitzgerald, de 10 hectáreas, llegaron nuevas tiendas minoristas para llenar las vidrieras vacías y se programó un festival en Livernois, que se solía conocer como la “Avenida de la Moda” (Ciudad de Detroit 2018).

En los 90, cuando Marygrove empezó a sufrir una disminución en las inscripciones y una deuda sofocante, los vecinos y otros interesados empezaron a preguntarse: ¿la precariedad podría hacer cerrar el campus? Los habitantes de Detroit saben muy bien que el vaciamiento es contagioso. Se propaga como una enfermedad, primero crea un vecindario como punto de inflexión, con más y más puertas vacías, y luego se convierte en una plaga a toda máquina. Saben que perder una institución importante es una amenaza grave para los residentes y los comercios.

Pero lo que ocurrió con Marygrove no ocurrió en ningún otro lugar.

Invertir en un nuevo modelo

En 2018, la Fundación Kresge, que tiene una presencia activa en Detroit y se centra en desarrollos equitativos, anunció que asignaría US$ 50 millones a un programa en el campus de Marygrove, una intervención inédita en uso territorial y educación. Es la inversión más grande que haya hecho la fundación en un solo proyecto para revitalizar un vecindario, y uno de los regalos más grandes de su historia.

Con el dinero se construirá una escuela “de la cuna a la profesión”, o lo que a veces se llama P–20 (es decir, desde preescolar hasta la educación de posgrado). Es una de las primeras de este tipo en el país. En el campus de Marygrove, pronto habrá un centro para la primera infancia, desarrollado con el apoyo del Illinois Facilities Fund (IFF), una institución financiera con base en el centro oeste para el desarrollo comunitario, y dirigido por Starfish Family Services, una organización local sin fines de lucro de servicios humanos (ver nota de recuadro en página 18). También hay una nueva escuela en el vecindario, que pertenece al distrito escolar público local. En las escuelas funcionará una nueva facultad de profesores dirigida por la Escuela de Educación de la Universidad de Michigan, que capacitará a educadores del mismo modo en que los programas de residencia entrenan a los médicos en los hospitales. Luego de graduarse, los flamantes nuevos educadores trabajarán junto con profesores veteranos en las escuelas de Detroit por tres años o más. Además de ofrecer experiencia y orientación práctica, este programa ayudará al distrito de Detroit a tratar la escasez de profesores.

A medida que se desarrollan los servicios integrales en el campus de Marygrove, se espera que se involucren otras facultades de la Universidad de Michigan (UM), como las escuelas de ingeniería, de negocios, de planificación urbana, de trabajo social, de enfermería y de odontología. El campus también ofrecerá cursos de desarrollo profesional y programas con certificación.

Para complementar el profesorado, Marygrove College pretendía ofrecer la otra punta de la educación “de la cuna a la profesión”. Pero en 2017, mientras todavía formulaban la colaboración, la facultad anunció que cerraría su programa de grado. Los administradores esperaban que la escuela de posgrado subsistiera y atendiera a la ciudad y a los estudiantes del P–20, pero este verano llegó con la noticia de que esta también cerraría a fines de 2019. Si bien todavía no se resolvió el interrogante de quién ofrecerá la programación posterior a la secundaria (un representante de la Fundación Kresge dice que la asociación está “explorando oportunidades con varios socios que dieron un paso al frente”), hay algo que es seguro: a pesar de haber perdido la querida institución, no habrá un solo día en que el campus esté vacío, meta de los notables y minuciosos luchadores de la ciudad.

La colaboración en Marygrove es un ataque preventivo contra el vaciamiento a gran escala. También aprovecha la residencia local como un activo. La gente que vive en la zona Livernois-McNichols será la más beneficiada en esta nueva oportunidad e inversión educativas, lo cual invierte la lógica del aburguesamiento. La escuela K–12 (jardín de infantes, primaria y secundaria) tendrá un proceso de selección, como las escuelas con solicitud que están entre las mejores de la ciudad, y los estudiantes que vivan de uno a tres kilómetros de la zona de influencia del vecindario tendrán una ventaja importante. El resultado: los adolescentes de la comunidad conforman más del 60 por ciento de la clase inaugural de 120 alumnos que ingresó en otoño a la Escuela de Marygrove (nombre oficial: The School at Marygrove). El 97 por ciento de la clase es de Detroit, y cerca de la mitad vuelven a las escuelas públicas de Detroit de los distritos suburbanos y las escuelas autónomas. Si la escuela (que se centrará en justicia social, ingeniería y diseño) se llena para 2029, se espera que tenga unos 1.000 alumnos.

Incluso en medio de las dificultades económicas, Marygrove sabía que quería conservar su legado en Detroit, y es un legado extraordinario”, dijo Wendy Lewis Jackson, directora ejecutiva del programa en Detroit de la Fundación Kresge. “Es por eso que queríamos tener un compromiso profundo con la creación de un camino para el liderazgo educativo en Detroit, en especial para atender a poblaciones desatendidas”.

La inversión de Kresge incluye renovaciones en el edificio de Humanidades de la facultad, que alberga la nueva secundaria, y en el antiguo edificio de la Academia Bates, futura sede de la nueva escuela K–8. Antes, esta última estructura era la Secundaria Immaculata, una escuela de niñas dirigida por las monjas del ICM entre 1941 y 1983. La Academia Bates, una escuela pública, la ocupó durante 15 años y luego se mudó a otra instalación de Detroit, hace algunos años. Kresge también financia la construcción de un nuevo centro educativo para la primera infancia, cuya inauguración se prevé para el otoño de 2021. El Centro de Diseño Colaborativo de Detroit, de la UDM, es uno de los socios responsables de que este proyecto sea posible.

Realmente intentamos colocar a la educación en el centro del redesarrollo del vecindario”, dijo Jackson, “y usamos las escuelas del vecindario para retener a los residentes, y también atenderlos, y para atraer a residentes nuevos”.

Según sugiere Jackson, este acuerdo trata sobre mucho más que educación. Mike Duggan, alcalde de Detroit, hizo la misma asociación cuando se anunció el proyecto. “Hace no mucho, nos enfrentábamos a la posibilidad de que este campus increíble se apagara, lo cual habría sido un revés terrible para la revitalización que se ejecuta en esta zona de nuestra ciudad”, dijo. “Hoy, en cambio, celebramos un nuevo comienzo”.

Evitar una desgracia comunitaria

Antes de la inversión de US$ 50 millones, la Fundación Kresge había otorgado US$ 16 millones en subvenciones a Marygrove College en los dos años anteriores para respaldar la reestructuración de la universidad, que estaba sumergida en deudas. La posibilidad de que la universidad cerrara y se convirtiera en una carga, más que un beneficio para el vecindario “se consideró inaceptable”, indicó un comunicado de prensa de la Fundación (Kresge 2018). “Los daños para el valor de las viviendas circundantes, los pequeños comercios y otros referentes del distrito habrían sido calamitosos”. Otras fundaciones también otorgaron financiaciones puente, como la Fundación McGregor, la Fundación Comunitaria para el Sudeste de Michigan y la Fundación W. K. Kellogg.

Estos primeros socios crearon Marygrove Conservancy en 2018, para ayudar a mantener el orden de la contabilidad, y adoptaron un modelo de gestión que se usa desde hace mucho tiempo para llevar parques privados al uso público. Ese paso separó la gestión de la universidad de la del campus físico. Jackson, de Kresge, destaca que, si bien se consideró que este cambio era necesario para asegurar el futuro del campus, no todos estuvieron de acuerdo con que la creación de Marygrove Conservancy fuera favorable. “La idea de la protectora era muy ajena para [los organismos evaluadores de la universidad]”, dijo. “Entonces, la universidad se enfrentaba a sanciones graves porque los organismos evaluadores no comprendían algunas de las implicaciones en el uso del suelo al tener este tipo de respaldos”.

La protectora, cuya junta incluye representantes de Marygrove, Kresge, UDM y organizaciones comunitarias, hoy posee la titularidad de los edificios y el terreno. “Nuestra visión es administrar el campus”, dijo la Hermana Mary Jane Herb, presidenta de las monjas del ICM y de la protectora. Una empresa administradora privada está llevando a cabo una evaluación para crear una auditoría de renovaciones necesarias. La protectora también está pensando en alquileres a corto plazo, y “en cómo se podría usar el campus para diversos eventos, como conferencias o bodas”, que generarían ingresos para reducir la deuda y financiar el mantenimiento de las estructuras históricas, dijo Herb. No tiene empleados, pero planea contratar personas en el futuro próximo.

Una colaboración tan rápida y a largo plazo parece poco probable, pero hace eco de la historia reciente de Detroit: en concreto, la respuesta inesperada cuando la ciudad se declaró en bancarrota en 2013.

En realidad, la bancarrota fue un evento provocador”, dijo Robin Hacke, directora ejecutiva y cofundadora del Centro de Inversión Comunitaria del Instituto Lincoln de Políticas de Suelo, que ayuda a las comunidades con falta de inversión a identificar nuevas oportunidades de crecimiento sostenible e ir tras ellas. Las propias labores de Hacke para construir nuevos canales de capital la llevaron a Detroit en 2010. Tres años más tarde, la ciudad presentó la bancarrota municipal más grande de la historia.

La bancarrota se resolvió con la ayuda de una “Gran Ganga”, en la cual una gran parte de filántropos y el Estado de Michigan aportaron más de US$ 800 millones para satisfacer a los acreedores y minimizar los recortes en pensiones, además de evitar que el distintivo museo de arte de la ciudad tuviera que subastar cuadros, solución que se había considerado. A pesar de los males tan documentados, la ciudad tenía activos; literalmente. “Creo que debido a su historia económica, Detroit tenía fundaciones muy bien dotadas que querían mucho a la ciudad”, dijo Hacke. “No todas las ciudades tienen la ventaja de disfrutar el hecho de que Kresge esté en la zona. La [Fundación] Ford, que en general no es un inversionista localizado, sí lo es en Detroit”.

Cuando Detroit salió de la bancarrota, a fines de 2014, se liberó de miles de millones en deuda y tenía más recursos para reinvertir en la ciudad. “Lo que a veces vemos en nuestro trabajo es que las cosas están tan mal que la urgencia de unirse supera a la quietud de lo mismo de siempre”, dijo Hacke. “Estas crisis . . . pueden funcionar como un evento catalítico para que podamos imaginar un futuro mejor”.

Apuntar a la equidad

Livernois-McNichols es uno de los vecindarios en los cuales se centra Kresge. La fundación asignó entre tres y cinco años de inversiones en la zona, para apoyar otras labores como la Alianza Live6, una organización sin fines de lucro de planificación y desarrollo que cataliza los corredores comerciales en Livernois Avenue y McNichols Road. Por su parte, el consorcio nacional Reimagining the Civic Commons está trabajando con socios locales para construir un sendero verde que conecte los campus de UDM y Marygrove. En la junta de Marygrove Conservancy hay representantes de Live6 y de UDM. El alcalde Duggan también incluyó a Livernois-McNichols en su Iniciativa Estratégica de Vecindarios, lanzada en 2018. Entre otros proyectos, la ciudad invierte en ella con Fitzgerald Forward, un programa diseñado para reformar y vender viviendas desocupadas.

Todo este trabajo se habría debilitado si se hubiera abandonado una institución referente. Como indica Jackson, el tamaño del campus de Marygrove es más grande que la antigua planta Packard, una de las ruinas más infames de Detroit. Packard dejó de hacer automóviles en el complejo de 16 hectáreas de ladrillo y concreto en 1958, y lo dejó alzarse imponente sobre East Grand Boulevard, a unos 16 kilómetros al sudeste de Marygrove. Está desocupado desde que los últimos grandes usuarios industriales (y los fiesteros) la abandonaron a fines de los 90. La planta desmoronada supo estar rodeada de viviendas, pero hoy la mayoría de ellas desapareció y dejó lotes vacíos. Cerca de allí hay una escuela primaria desocupada, y quienes frecuentan la zona son los turistas de “ruin porn” (“porno de ruinas”). La colaboración de Marygrove está invirtiendo para evitar este tipo de futuro.

Para evaluar el éxito del experimento de Marygrove, Kresge observará la capacidad de la escuela para ayudar a los estudiantes a triunfar. Analizará si la escuela puede reclutar y retener profesores de alta calidad, y hará un seguimiento de métricas holísticas sobre el bienestar de los estudiantes y sus familias. Este último enfoque se tomó prestado del modelo integral de las escuelas comunitarias. Según las personas involucradas, la visión dominante es romper el círculo de la falta de inversión mediante la creación de una nueva institución centrada en la comunidad en el terreno de una institución histórica.

Solo vale la pena hacerlo si genera una mejor vida para las personas que ya están aquí”, dijo Aaron Seybert, directivo de inversión social en Kresge. Él y Jackson son los dos representantes de Kresge en la junta de Marygrove Conservancy. “Si no estamos creando una cohesión económica, no sé cuál es el punto. Hay lugares que funcionan bien para personas de ingresos más altos. Ya están entre nosotros. No estamos intentando convertir a Detroit en eso. Eso no es lo que intentamos hacer”.

Hoy es común escuchar la frase “Dos Detroits”, que insinúa que los recién llegados y quienes viajan por trabajo (en general, personas más blancas, más jóvenes y más educadas) son valorados de un modo distinto que los residentes de más años. “Al caminar por Detroit en 2010, la idea de tener que preocuparse por el aburguesamiento causaba gracia”, dijo Hacke. Pero eso cambió, al menos en el centro y en Midtown, y ocurrió más rápido de lo que la mayoría pronosticó. De hecho, fue tan rápido, que los residentes empezaron a preocuparse sobre cómo se compara la inversión en el centro de la ciudad con la de los vecindarios, donde los residentes han resistido las peores adversidades de Detroit.

Seybert dice que los inversores se sienten atraídos por el centro debido, en parte, a la escala. “En los vecindarios las cosas son muy, muy difíciles”, dijo. “En el centro y en Midtown, hay edificios más grandes: grandes sistemas de hospitales, universidades, densidad relativa para las proporciones de Detroit. Y se puede desplegar capital a una escala que atenúa muchos de los costos que implican estos tipos de trabajo”.

El noroeste de Detroit contaba con UDM y Marygrove College, pero ni esas dos instituciones juntas podían equipararse a la amplitud institucional de la Universidad Estatal de Wayne, de Midtown, que posee 13 facultades y universidades con 27.000 estudiantes. El acceso al empleo no es el principal atractivo en Livernois-McNichols, como lo es en el núcleo de la ciudad. También hay menos densidad, y la mayor actividad se encuentra en las franjas minoristas de una planta que, según indica Seybert, requieren muchos acuerdos pequeños para obtener el mismo valor agregado en aumento de inversión en el vecindario y de valores de avalúo. Y hay menos herramientas de inversión para hacerlo: un vacío que explica el valor de la filantropía en el vecindario.

 


 

Rehabilitar instalaciones viejas y conceptos viejos

La labor de Marygrove verá otra gran victoria con un nuevo centro para la primera infancia de US$ 15 millones y 2.600 metros cuadrados. Es una inversión importante en una ciudad cuyo statu quo son instalaciones decrépitas para la atención a la infancia, que suelen consistir en sótanos de viejas iglesias. Ja’Net Defell, ex líder de desarrollo del IFF y antigua participante del programa Fulcrum Fellowship, en el Centro de Inversión Comunitaria del Instituto Lincoln, recuerda haber visitado algunos de estos lugares cuando trabajaba en la oficina del IFF de Detroit. “Nos teníamos que poner máscaras, literalmente [por el moho y las filtraciones]”, dijo.

Mejorar las instalaciones de este modo es como lavar la ropa o los platos: nadie quiere hacerse cargo”, agregó, destacando que las reparaciones y la renovación pueden ser “abrumadoramente técnicas”. Se pregunta a los programas: “¿Por qué no sacan un préstamo del banco?”, lo cual ignora lo atrofiados que están los préstamos en ciudades y vecindarios con falta de inversión. Según Defell, en Detroit, el IFF tuvo problemas incluso para encontrar arquitectos y contratistas para sus proyectos. Digamos que trabajar con centros para la primera infancia no era tan atractivo como involucrarse en el creciente mercado de las escuelas autónomas.

El nuevo centro Marygrove, que atenderá a 144 niños, tendrá 12 salones de clase, una biblioteca y salas para terapia de la salud, y el diseño incluirá luz natural, patios y un parque lúdico natural construido alrededor de robles ya existentes. Es el resultado de años de trabajo, un proceso que incluyó una evaluación de necesidad de instalaciones de preescolar en toda la ciudad y la exploración de modelos de financiación que fueran sostenibles en un vecindario con niveles de ingreso mixtos.

Se espera que el centro de aprendizaje temprano motive a los miembros de la comunidad. Según Defell, lamentablemente, los programas de ingresos bajos suelen tratarse como tales, lo cual significa que “no hay innovación, no hay emoción. Lo que intentamos hacer [en Marygrove] es ir un poco más allá. Que el edificio [nuevo] atienda a familias de ingresos bajos no significa que deba ser un ‘proyecto de ingresos bajos’”. Hace una comparación con una buena práctica con viviendas asequibles: “si desarrollas viviendas asequibles que parecen viviendas asequibles, no hiciste un buen trabajo en el proyecto de desarrollo”.

Invertir en una instalación de alta calidad tiene una importancia especial para familias que podrían ser transitorias, que no viven en las mejores condiciones o que luchan contra ejecuciones hipotecarias y propietarios deshonestos. “Detroit estaba sumida en la depresión, y estamos sacando a las personas de la depresión”, dijo Defell. “Sí, fue un período horrible, pero hoy es un nuevo día. Es hora de salir de la modalidad depresiva y energizarnos mucho con una nueva forma de pensar”.

 


 

Si bien la pobreza sigue siendo el mayor desafío de Detroit, los cambios de la última década resaltan la importancia de ser “mucho más conscientes de planificar para el éxito”, dijo Hacke. Es decir que es importante establecer procesos y políticas al principio, que crearán estructuras equitativas para cuando las cosas vayan bien, y no solo si van bien.

En ese sentido, la asociación de P–20 podría ampliar aun más el alcance. En el lanzamiento, Rip Rapson, presidente y CEO de Kresge, presentó la idea de que algún día se podrían usar otros edificios del campus como viviendas asequibles o para alumnos del último año (Rapson 2018).

Lecciones de Marygrove

Detroit no es el único lugar donde las instituciones referentes se hallaron pendiendo de un hilo. En otras antiguas ciudades industriales que sufrieron pérdida de población, algunos lugares parecidos a Marygrove están atrapados en la rueda de la falta de inversiones en la ciudad. Si cierran, la exacerban.

Si bien la orgullosa universidad de Detroit no perduró, la readaptación revela una forma de salir del círculo vicioso. La reinvención de Marygrove es un microcosmos de las posibilidades descritas por Alan Mallach y Lavea Brachman en el informe del Instituto Lincoln Regenerating America’s Legacy Cities (Regenerar las antiguas ciudades industriales de Estados Unidos, Mallach 2013):

Si desean regenerarse, las ciudades deben capitalizar sus activos para aumentar las ventajas competitivas y construir nuevos motores económicos . . . . Para que la regeneración triunfe . . . debe ser multifacética e incluir mejoras en los entornos físicos de las ciudades, sus bases económicas y las condiciones sociales y económicas de sus residentes. Si aumenta la demanda de mercado y las personas restauran edificios desocupados o construyen nuevas viviendas en terrenos abandonados, mejorará el entorno físico de la ciudad. Si las habilidades de los residentes aumentan para que puedan competir y obtener empleos en toda la región, mejorarán sus condiciones económicas.

Hacke es optimista respecto del triunfo del proyecto en Marygrove, porque reconoce qué hace falta para que la gente prospere en un lugar y sea saludable: tener una vivienda asequible, una buena escuela y un buen empleo. “En el modo en que fue diseñada, Marygrove no solo elimina una partecita del problema. También observa varias necesidades diferentes e hila una solución”, dijo. Si el modelo de entrenamiento de profesores triunfa, “tendrá repercusiones muy amplias para la educación”.

Si bien la intervención de Marygrove está hecha a medida para el noroeste de Detroit, Hacke destaca que “en el país, hay una cantidad considerable de campus como el de Marygrove”.

Las escuelas católicas presentan un riesgo particular, según Rashid, ex profesor de Marygrove. Esto se debe a muchos motivos, y uno, que no es menor, es el éxodo de católicos blancos de clase media de los centros urbanos, lo cual aportó al cierre de parroquias y “escuelas proveedoras” católicas K–12. Además, a medida que decayeron las vocaciones religiosas, las instituciones de educación superior que durante mucho tiempo dependieron de las monjas y los curas como empleados de los campus debieron contratar más seglares con sueldo de mercado.

Pero no solo las universidades urbanas presentan desafíos como instituciones referentes; Hacke indica que el cierre de los hospitales rurales crea un vacío similar de actividad económica y uso del suelo. Al igual que un negativo de una foto, estos cierres exponen la relación simbiótica entre las instituciones referentes y las comunidades donde se hallan (Deve 2014).

De algún modo u otro, las inversiones físicas son una forma común de atraer a la gente para que regrese o se quede. También ofrecen la satisfacción de los resultados concretos. El equipo de Marygrove está respondiendo a un problema de uso del suelo al invertir en educación de alta calidad para todas las edades. Da la casualidad de que el espacio que funciona como vehículo para realizarlo es público (el campus).

Tal como explicó Seybert, no fue únicamente la falta de inversión en el paisaje físico lo que provocó el deterioro de Detroit. Otra causa fue la falta de inversión en los ciudadanos, principalmente los afroamericanos, y esto se extendió a todos los sistemas que atienden el potencial humano. El proyecto de Marygrove contrarresta ese aspecto.

Educación es invertir en personas, en vez de en instituciones”, dijo. “Apostamos al sí”.

 


 

Anna Clark es periodista en Detroit y autora de The Poisoned City: Flint’s Water and the American Urban Tragedy (La ciudad envenenada: el agua en Flint y el drama urbano en Estados Unidos, Metropolitan 2018).

Fotografía: Marygrove College y el barrio Livernois-McNichols del noroeste de Detroit. Crédito: Jordan Garland, cortesía de la Fundación Kresge.

 


 

Referencias

Ciudad de Detroit. 2019. “Livernois-McNichols.” https://detroitmi.gov/es/departments/departamento-de-planificacion-y-desarrollo/region-de-diseno-oeste/livernois-mcnichols.

Dever, Beth, Omar Blaik, George Smith y George McCarthy. 2014. “(Re)Defining Successful Anchor Strategies.” Artículo en elaboración. Cambridge, MA: Instituto Lincoln de Políticas de Suelo. Diciembre. https://www.lincolninst.edu/publications/working-papers/redefining-successful-anchor-strategies.

Fundación Kresge. 2018. “New Cradle-to-Career Educational Partnership to Serve More Than 1,000 Detroit Children on Marygrove Campus.” Comunicado de prensa. 13 de septiembre. https://kresge.org/news/new-cradle-career-educational-partnership-serve-more-1000-detroit-children-marygrove-campus.

Mallach, Alan y Lavea Brachman. 2013. Regenerating America’s Legacy Cities. Enfoque en Políticas de Suelo. Cambridge, MA: Instituto Lincoln de Políticas de Suelo. https://www.lincolninst.edu/publications/policy-focus-reports/regenerating-americas-legacy-cities.

Rapson, Rip. 2018. “The Marygrove Partnership: An Unprecedented Model of Neighborhood Revitalization.” Transcripción. 13 de septiembre. https://kresge.org/library/marygrove-partnership-unprecedented-model-neighborhood-revitalization.