Conservación del patrimonio, turismo y desarrollo inclusivo en el Casco Antiguo de Panamá
Una versión más actualizada de este artículo está disponible como parte del capítulo 7 del CD-ROM Perspectivas urbanas: Temas críticos en políticas de suelo de América Latina.
Muchos centros históricos de América Latina han sido el objeto de iniciativas gubernamentales y privadas para la rehabilitación de los edificios y para situar estas zonas al servicio de la industria del turismo. En la mayoría de los casos estas iniciativas han tenido como consecuencia el desplazamiento de los residentes de bajos ingresos o de toda la actividad residencial en conjunto, debido a la comercialización y el aburguesamiento del distrito (Scarpaci 2005). Más recientemente, la rehabilitación de estos centros históricos se ha enmarcado dentro de debates e iniciativas más amplios que pretenden la recuperación de los centros de las ciudades (históricos o de otro tipo) dado su papel crucial como símbolos colectivos o como espacios de interacción social, o bien por su eficacia potencial en calidad de distritos urbanos densos con buena cobertura de servicios (Pérez, Pujol y Polèse 2003; Rojas 2004).
Este artículo pretende profundizar este debate basándose en la experiencia del centro histórico de Ciudad de Panamá, el llamado “Casco Antiguo”. En él se describen algunas políticas innovadoras recientes que han explorado las intersecciones entre el turismo, la vivienda asequible, el empleo y la cultura dentro de un contexto histórico, y deduce algunas enseñanzas y perspectivas útiles.
El Casco Antiguo y la política de desarrollo inclusivo
El Casco Antiguo es la segunda ciudad de Panamá colonial, fundada en 1673 después de que el primer asentamiento se incendiara durante una invasión pirata. Su máximo apogeo tuvo lugar entre 1850 y 1920, cuando se desarrollaron los proyectos de construcción del ferrocarril y los canales que atraviesan el istmo, y la mayor parte de su arquitectura refleja la influencia de esa época. El barrio (aproximadamente 44 hectáreas) fue declarado monumento histórico nacional en 1976 y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1997.
El Casco Antiguo comenzó a pasar de ser un centro urbano multifuncional y socialmente diverso a un vecindario residencial predominantemente de alquiler para las clases medias y los inmigrantes procedentes de las zonas rurales hacia la década de 1920, cuando la élite económica se mudó a nuevos asentamientos suburbanos de estilo estadounidense y la ciudad comenzaba su expansión hacia el este. En las décadas siguientes, el Casco Antiguo perdió muchas de sus funciones urbanas centrales, mientras que su población fue empobreciéndose cada vez más. Hacia la década de los setenta, muchos edificios habían sido abandonados por sus propietarios, y la ocupación de edificios comenzó a ser patente. No obstante, algunas instalaciones gubernamentales importantes, como el Palacio Presidencial y un puñado de otras instituciones, permanecieron en la zona, manteniendo cierta relevancia metropolitana para lo que primordialmente era un vecindario residencial grande de bajos ingresos.
Durante la década de 1970 y 1980 el gobierno elaboró sus primeros planes de reurbanización pensados para el turismo. Se renovaron plazas públicas y monumentos, pero los trabajos se interrumpieron por la crisis política que ocupó la mayor parte de la década de los ochenta. A principios de los años noventa, el sector privado inició sus propios proyectos de renovación, que han seguido siendo en su mayoría proyectos de construcción de bloques de apartamentos de lujo con espacio comercial en las plantas bajas. Los incentivos fiscales y económicos aprobados en 1997 propiciaron una oleada de proyectos y planes privados, pero muchos edificios sencillamente quedaron vacíos y sin restaurar. Entre 1990 y 2000 el censo reveló que el vecindario había perdido cerca de la tercera parte de su población, y en 2004 uno de cada seis edificios estaba cerrado y cubierto por tablones o en ruinas.
En los últimos años se han producido dos hechos significativos. Por un lado, Ciudad de Panamá ha entrado en un período de bonanza inmobiliaria propiciada por el turismo y por el mercado internacional de jubilados, hecho que ha beneficiado al Casco Antiguo en forma de numerosos proyectos de construcción de bloques de apartamentos y hoteles. También han ayudado las sanciones del gobierno para los edificios abandonados. Por otro lado, se ha implementado una política social explícita para la comunidad de bajos ingresos, que reemplaza el consenso tácito asentado desde hace mucho tiempo entre el gobierno y el sector privado sobre la necesidad de expulsar a esos residentes y aburguesar y/o comercializar toda la zona.
La nueva política social se ha centrado en dos tipos de programas: vivienda asequible y capacitación laboral. Hasta el momento se han rehabilitado cuatro edificios históricos propiedad del gobierno, que han producido 52 apartamentos de uno y dos dormitorios; éstos a su vez son alquilados por un órgano gubernamental, la Oficina del Casco Antiguo (OCA), a residentes de largo plazo, la mayoría de los cuales carecen de historial crediticio. Otros tres edificios están en proceso de rehabilitación y cinco más en fase de planificación. Los edificios ofrecen alternativas de vivienda adecuadas, además de espacios comerciales en las plantas bajas, que actualmente se alquilan a establecimientos asentados en el vecindario durante mucho tiempo, que también se enfrentaban a un desalojo.
En el ámbito de la capacitación laboral, se han ofrecido cursos en las áreas de rehabilitación de edificios, servicios de hostelería y restauración, artes culinarias, servicios turísticos e idiomas. Esta experiencia ha cambiado la línea de trabajo que ha pasado de ser simplemente uno de los muchos tipos de programa establecidos por OCA (junto con la rehabilitación de monumentos o la mejora de infraestructuras) a formar parte central de la nueva visión de “desarrollo inclusivo” del barrio.
Las enseñanzas han sido muchas e importantes y nos han permitido comprender mucho mejor los desafíos y el impacto que tienen las políticas de vivienda asequible, turismo y patrimonio cultural.
Siete enseñanzas clave
1. Vivienda asequible es mucho más que construir nueva vivienda que sea accesible.
A pesar de las condiciones deplorables de la vivienda, muchos residentes del Casco Antiguo se aferran al vecindario debido a sus lazos emocionales y por una serie de razones prácticas. En Ciudad de Panamá, las familias de bajos ingresos por lo general tienen que construir sus propias viviendas ocupadas en suelo ubicado en la periferia urbana, lejos de donde se concentra el empleo y los servicios urbanos adecuados, y aquí es también donde se suelen ubicar los nuevos proyectos de vivienda pública. El tiempo de desplazamiento al trabajo y los costos de transporte asociados pueden ser enormes − hasta 5 horas diarias y un 40 por ciento de los ingresos familiares, respectivamente. En este contexto, las políticas de vivienda asequible que mejoran las condiciones de la vivienda a costa del exilio urbano son contraproducentes e irresponsables (Espino 2007).
2. Para muchas familias de bajos ingresos, su hogar es también su negocio. Mientras que las clases medias y altas por lo general pueden permitirse separar su residencia del lugar de trabajo, y por lo tanto, viven y trabajan casi en cualquier lugar de la ciudad adonde se pueda ir en automóvil, los pobres de la ciudad a menudo necesitan combinar ambos usos. En muchas ciudades de América Latina la actividad informal constituye una importante fuente de ingresos familiares, y el lugar de residencia típicamente alberga una actividad comercial, que a su vez requiere una buena ubicación comercial. Los residentes se benefician en gran medida de vivir en partes de la ciudad accesibles y animadas, y los barrios históricos como el Casco Antiguo tienen la estructura urbana adecuada para este tipo de actividad.
En el Casco, muchos de los ocupantes de las nuevas unidades de vivienda asequible han establecido sus negocios y servicios, por ejemplo, de artesanía, calzado o sastrería, que sirven a una clientela metropolitana procedente del creciente tráfico peatonal local e internacional que el turismo ha llevado al barrio. Irónicamente, ahora que estos vecindarios ubicados en el centro por fin pueden comenzar a beneficiarse de la mayor seguridad y del ambiente que les proporciona el turismo, las familias suelen ser desplazadas.
3. La mezcla social urbana es esencial para el desarrollo inclusivo. Rehabilitar un barrio histórico sólo para los pobres tiene tan poco sentido como aburguesarlo por completo. Todo el mundo necesita seguridad, paisajes urbanos agradables y tráfico peatonal con poder adquisitivo, y los pobres de la ciudad no son una excepción. Una mezcla saludable de urbanizaciones asequibles y de categoría beneficia a todos.
4. Los proyectos de vivienda asequible no son una amenaza para la inversión de alto nivel (al menos no en los barrios históricos). En el Casco Antiguo, los proyectos de vivienda asequible de hecho se han convertido en punta de lanza de una inversión privada de alto nivel, al actuar como pioneros en zonas del barrio muy deterioradas y abrir la puerta a promotores privados menos atrevidos. Para empezar, los residentes y usuarios de altos ingresos del Casco suelen ser más tolerantes de la diversidad social que los núcleos familiares de clase media típicos. En consecuencia, los valores de la propiedad en el Casco Antiguo continúan su tendencia a la alza.
5. Las oportunidades de vivienda asequible en el centro deberían ser permanentes. En entornos de inflación alta como el Casco Antiguo, la construcción de unidades de vivienda asequibles y su posterior venta en el mercado pueden estimular la reventa, la especulación y la pérdida de viviendas asequibles. La reventa de unidades asequibles debe estar estrictamente controlada por medio de restricciones en los títulos de propiedad, y el alquiler sin fines de lucro debería considerarse como una opción seria en tales casos. El romanticismo de la propiedad debe reemplazarse por un firme compromiso de servir a la población existente y de ampliar las ventajas de la inclusión urbana a las generaciones venideras. Los gobiernos y las agencias sin fines de lucro deben garantizar un conjunto razonable de edificios para este fin.
6. Es positivo un cierto grado de separación, pero sin extremismo. Los proyectos de vivienda asequible del gobierno de Panamá se centran en una zona específica por motivos históricos (accidentales). Sin embargo, esta zona está rodeada de otras destinadas a una urbanización de lujo. Esta geografía permite tanto cohesión como interacción social, concentrando una vida comunitaria activa y unos servicios comunitarios adecuados. Los negocios como las tiendas de alimentación y las peluquerías que sirven a las poblaciones de bajos ingresos son bastante diferentes de sus contrapartidas para la clase media, en cuanto a los productos y servicios que ofrecen, los precios y los horarios de atención. Una densidad crítica de clientes permite a estos establecimientos desempeñar sus funciones, mientras que una estructura urbana abierta aumenta su base de clientes potenciales, abriéndose a otras clases sociales.
Hay que tener presente que la segregación urbana, tanto en sus aspectos positivos como negativos, no sólo afecta a la vivienda, sino también a todo el repertorio de actividades que componen un vecindario. Por este motivo, proteger los negocios formales de bajos ingresos del vecindario para evitar que sean desplazados es un componente integral de los programas de vivienda asequible en las zonas de rehabilitación. Por otro lado, debe reservarse y fomentar espacio para instituciones de categoría que se sitúen dentro o en las cercanías de estas zonas. Museos, fundaciones, centros culturales o atracciones turísticas pueden beneficiarse de estar en estas comunidades y viceversa.
7. La cultural popular interesa al turismo más allá de lo evidente.
Las poblaciones de bajos ingresos están tan ansiosas por participar en el comercio turístico como cualquier otro sector, pero normalmente sólo se las incluye si tienen algo de folklore que vender o aportar. La cultura contemporánea cotidiana de estos grupos, incluidas su comida y su música, tiende a ser despreciada y tildada de vulgar o poco interesante. Hasta la fecha la OCA ha tratado de promocionar sobre todo la cultura culinaria del barrio, ayudando a organizar a los proveedores para que participen en eventos culturales masivos en la zona. En otro proyecto, la historia familiar y vital de algunos residentes de toda la vida en el barrio se ha registrado y publicado en formato de libro. Se ha dado publicidad a sus residencias como lugares que los turistas pueden visitar para mantener una conversación informal sobre “los viejos tiempos”. Este prometedor campo de las industrias de la cultura popular tiene mucho por descubrir.
Conclusiones
Dado su carácter de atracción cultural, los distritos históricos se benefician de una forma única de diversidad social. Por encima de todo, los turistas desean explorar un barrio que es representativo de la cultura local, y no encontrar otro centro comercial internacional exclusivo al aire libre. Para mantener el barrio asentado en el aspecto cultural, es imprescindible la diversidad social, tanto en el aspecto de vivienda como en el comercial. Por otro lado, la planificación de distritos históricos está inevitablemente ligada a debates más amplios sobre la centralidad, la vivienda asequible y el “derecho a la ciudad” (Lefebvre 1996).
En Panamá, la experiencia del Casco Antiguo ha formado parte de una iniciativa más amplia en el centro de la ciudad encaminada a restablecer la dignidad a la política de vivienda asequible a través de la rehabilitación de edificios y barrios tradicionales. Representa una desviación de las políticas anteriores enfocadas a la urbanización periférica o la construcción de bloques de apartamentos monótonos y sin vida en zonas residuales. Por tanto, trasciende el planteamiento limitado sobre la vivienda y aborda asuntos relacionados con el empleo, la cultura y la ubicación.
Creemos que estas enseñanzas y experiencias tienen mucho que aportar sobre la forma que puede adoptar el desarrollo urbano inclusivo. Estas enseñanzas son interesantes porque no se ocupan de abstracciones, sino de las necesidades y deseos concretos de diferentes agentes vinculados a un espacio urbano. Asimismo, dependen de una acción premeditada y no de expectativas simplistas sobre el goteo de beneficios sociales o económicos. ¿Pueden contribuir a un debate más general sobre los paradigmas de desarrollo urbano en América Latina y en otros lugares?
Sobre el autor
Ariel Espino, AICP, es director ejecutivo de la Oficina del Casco Antiguo (OCA) de Ciudad de Panamá. Es licenciado en arquitectura por la Universidad Católica de Panamá y posee una maestría en ciencias en planificación de la Universidad de Arizona y un doctorado en antropología de Rice University. La OCA es un órgano gubernamental cuyo objetivo es la implementación del plan maestro Casco Antiguo.
Referencias
Espino, Ariel. 2007. The development of low-income housing in the central and historic neighborhoods of Panama City: New models for economic development and social integration? Documento de trabajo. Cambridge, MA: Lincoln Institute of Land Policy.
Lefebvre, Henri. 1996. Writings on Cities, traducido y editado por Eleonore Kofman y Elizabeth Lebas. Oxford: Blackwell.
Pérez, Salvador, Rosendo Pujol y Mario Polèse. 2003. ¿Son importantes los centros de las ciudades? En Desafíos de las ciudades mesoamericanas. Los casos de tres metrópolis, editado por Salvador Pérez y Rosendo Pujol. San José: FLACSO.
Rojas, Eduardo. 2004. Volver al centro. La recuperación de áreas urbanas centrales. Washington, DC: Banco Interamericano de Desarrollo.
Scarpaci, Joseph L. 2005. Plazas and barrios. Heritage tourism and globalization in the Latin American centro histórico. Tucson: The University of Arizona Press.