Topic: Mudanças Climáticas

A panda cub sits among the branches of a eucalyptus tree

Ciudades esponja y el hábitat del panda

La incursión de The Nature Conservancy en China
Por James N. Levitt y Emily Myron, Outubro 31, 2017

Paradójicamente, China surge como un líder global innovador en iniciativas ecológicas, cuando acaba de superar a Estados Unidos como fuente principal de emisiones de dióxido de carbono en todo el mundo (Global Carbon Atlas, 2016). La agencia oficial de noticias Xinhua destaca: “Luego de la llegada del esmog y los suelos contaminados gracias a varias décadas de expansión veloz, China se aleja invariablemente de la obsesión con el PIB y se acerca una filosofía de crecimiento equilibrado que enfatiza más el medio ambiente” (Xiang, 2017).

China fue el país que creó más energía solar en 2016. En enero de 2017, el gobierno anunció planes para invertir RMB 2,39 billones (US$ 361.000 millones) en generación de energías renovables para 2020, según la Administración Nacional de Energía. En septiembre, el gobierno también prometió prohibir la venta de autos a combustible y diésel, pero no especificó la fecha (Bradsher, 2017). Además, para lograr lo prometido en el Acuerdo climático de París, en noviembre de 2017 lanzará el mercado de “derechos de emisión” de carbón más grande del mundo, cuyo objetivo será la generación de energía por carbón y otros cinco sectores industriales que emiten carbono (Fialka, 2016; Zhu, 2017).

Una de las iniciativas ecológicas terrestres son las “ciudades esponja”, diseñadas para gestionar la filtración de agua de tormentas y evitar las inundaciones urbanas; otra, son los trabajos de conservación para proteger la calidad del agua y preservar el hábitat de la vida silvestre. El Centro de desarrollo urbano y políticas de suelo de la Universidad de Pekín y el Instituto Lincoln (PLC) colabora con el programa de The Nature Conservancy China (TNC China): ofrece asistencia técnica para un proyecto piloto de ciudad esponja en Shenzhen y para explorar mecanismos de financiación para conservaciones innovadoras en el país.

Ambos organismos se complementan en lo que respecta a la experiencia: TNC China realizó muchos trabajos preliminares para llevar las ciencias y las tecnologías a la práctica. Con el aporte de una base internacional de conocimientos por parte del Instituto Lincoln, el PLC se puede concentrar en la estrategia de conservación de China, las políticas y las finanzas. “El Instituto Lincoln realizó muchas investigaciones sobre la conservación del suelo en Estados Unidos y otros lugares del mundo, y los conocimientos internacionales obtenidos de estos trabajos ayuda a China a afrontar sus enormes desafíos en materia de conservación”, dice Zhi Liu, director del PLC y del programa de Lincoln en China.

“Durante algunos años, buscamos una forma de involucrarnos con la conservación del suelo de China. El trabajo en conjunto con TNC China comienza con el desarrollo de las ciudades esponja o, en un sentido más amplio, con la conservación en las ciudades; para nosotros, es un punto de acceso perfecto. Como una de las contrapartes en el proyecto piloto de Shenzhen, nos concentramos en los marcos estratégicos e institucionales, y en las finanzas a largo plazo. Esperamos que el trabajo de Shenzhen ayude también a establecer una base de investigación para formular políticas a nivel nacional”, explica Liu.

Ciudades esponja

El crecimiento urbano sin precedentes que presenta China cobró un precio alto en los paisajes. En 1960, el país no poseía áreas metropolitanas con más de diez millones de personas. Hoy tiene 15. En 50 años la población urbana se sextuplicó: en 1966 eran 131 millones de residentes, o el 17,9 por ciento de la población total, y en 2016 eran 781 millones, o el 56,7 por ciento (Banco Mundial, 2017). Para 2030, se espera que mil millones de personas o el 70 por ciento de la población total del país vivan en ciudades (Myers, 2016). Como resultado, proliferaron los caminos construidos y los sitios de construcción; a su vez, estos generaron una gran expansión de superficies impermeables que impiden que el agua de las tormentas llegue a la tierra para rellenar las fuentes de agua subterráneas y mitigar la amenaza de inundaciones importantes. En los últimos años hubo tormentas cada vez más fuertes y otros tipos de agua superficial que corría sobre las calles de las ciudades de China; estas presentaron un peligro de muerte para los residentes urbanos, como la inundación de 2012 en Beijing que mató a 79 personas y causó daños por RMB 11.640 millones (US$ 1.760 millones), según la agencia de noticias Xinhua.

Este evento de tormenta y otras inundaciones recientes incitaron al gobierno chino a anunciar un programa nacional que desarrollará una serie de “ciudades esponja”. Shenzhen, en el delta del río Perla, y otras 29 ciudades, desde Wuhan, en el centro, hasta Baotou, en Mongolia Interior (Leach, 2016), recibieron instrucciones e incentivos para desarrollar infraestructura ecológica, como jardines de biofiltración, tecnologías de pavimentación permeable y jardines de lluvia, para que el suelo pueda absorber el agua de las tormentas. El gobierno evaluará los resultados de los proyectos piloto con la intención de replicar a nivel nacional las prácticas que resultaron efectivas.

Según la definición del gobierno, una ciudad alcanzará su estado de “esponja” cuando el suelo llegue a absorber un 70 por ciento de la lluvia, lo que reducirá las inundaciones y la carga de los sistemas de drenaje de construcción tradicional. El objetivo es que el 20 por ciento de las zonas urbanas construidas en las ciudades piloto lleguen a la categoría de esponja en cinco años.

TNC China es la contraparte esencial y asesor técnico en el proyecto de ciudad esponja de Shenzhen. TNC invitó al PLC y otras instituciones a unirse al trabajo y ofreció conocimientos en políticas, estrategias y finanzas. El proyecto piloto de demostración de Shenzhen incluye cuatro componentes: subproyectos piloto de demostración para plantas industriales, edificios de oficinas, escuelas, barrios urbanos, etc.; divulgación y mejoras de los experimentos anteriores; una campaña de capacitación y promoción, y estudios sobre mecanismos de estrategia, políticas, y financiación.

Liu indica: “Nuestro trabajo sobre la estrategia, políticas y finanzas de la ciudad esponja se está desarrollando. Hemos estudiado en profundidad experiencias internacionales relevantes en Estados Unidos, Alemania, Países Bajos, Singapur y otros países. Los subproyectos de la demostración piloto de Shenzhen nos dan una idea muy clara sobre cuáles son las tecnologías más viables, además de los beneficios y los costos”.

El desafío más importante es cómo crear mecanismos financieros a largo plazo para desarrollar la ciudad esponja. Dicha infraestructura es costosa, se estima en más de RMB 100 millones (US$ 15,08 millones) por kilómetro cuadrado de área urbana construida. Por naturaleza, es un bien común. El problema es quién lo pagará. Hoy, el proyecto de ciudad esponja de Shenzhen se financia con subsidios del gobierno central, el presupuesto municipal y las empresas que se ofrecen como voluntarias para construir la infraestructura necesaria, como jardines y techos de lluvia en sus propios edificios. Pero los recursos financieros disponibles están muy lejos de ser suficientes para alcanzar el objetivo.

Liu explica: “Estamos investigando las experiencias de otros países en lo que respecta a financiar la gestión de tormentas. Por ejemplo, la ciudad de Filadelfia impone tarifas de agua de tormenta según la superficie impermeable de una parcela. Además, la ciudad ofrece varios programas que ayudan a los clientes no residenciales a reducir las tarifas de agua de tormenta mediante proyectos ecológicos que reducen la cantidad de superficie impermeable en su propiedad. En el contexto de China, creemos que las soluciones financieras a largo plazo requerirán estudios prudentes sobre reformas de políticas fiscales a nivel local”.

Santuarios naturales y reservas de fideicomiso territorial

TNC China también realiza actividades de conservación de recursos más allá de las ciudades. En los últimos años adaptó el modelo de fideicomiso territorial de Estados Unidos a las condiciones locales para proteger los territorios, el hábitat con biodiversidad y servicios de ecosistemas, desde purificación de aire y agua hasta mitigación de inundaciones y sequías. “Hemos estado probando este modelo localizado de fideicomiso territorial como una forma de expandir la capacidad de la sociedad de proteger y gestionar de forma sustentable las tierras y las aguas más importantes del país, y al mismo tiempo ofrecer soluciones de subsistencia ecológica en las comunidades locales y crear un mecanismo para financiar la gestión de reservas a largo plazo mediante aportes privados. Creemos que este modelo nuevo podría convertirse en un suplemento importante para el sistema actual de áreas protegidas”, dice el Dr. Jin Tong, director de ciencias en TNC China. El PLC construye sobre la base de esta experiencia exitosa y aprovecha el acceso a los conocimientos internacionales mediante la Red Internacional de Conservación del Suelo (ILCN, por su sigla en inglés), un proyecto del Instituto Lincoln, con el objetivo de explorar más sobre la financiación de la conservación del suelo en China.

Los fideicomisos territoriales son una innovación de Estados Unidos. Dado que son organizaciones benéficas, utilizan el poder del sector privado y el de organizaciones sin fines de lucro para conservar las tierras mediante la adquisición completa y la posesión del título o el derecho de propiedad; la adquisición de usufructos conservacionales, conocida como restricciones o servidumbres de conservación; o como representantes o gestores de tierras protegidas que pertenecen a terceros. De hecho, para fines de 2015 en Estados Unidos había unas 23 millones de hectáreas protegidas por fideicomisos territoriales locales, regionales y nacionales, según el Censo de fideicomisos territoriales de 2015, compilado por Land Trust Alliance junto con el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo. Se cree que Estados Unidos es el líder global en conservación territorial privada y pública; sin embargo, no hay cifras totales que comparen países de todo el mundo en lo que respecta a la conservación territorial privada y cívica. Las tierras conservadas por ONG y otros actores cívicos y privados se suman a las 3.200 millones de hectáreas protegidas principalmente por gobiernos de todo el mundo (UNDP-WCMC, 2014).

El primer fideicomiso territorial regional del mundo fue establecido en Massachusetts en 1891. Hoy, ese grupo se conoce como The Trustees of Reservations y sigue protegiendo propiedades de belleza excepcional e importancia natural e histórica de Massachusetts mediante derechos de propiedad y usufructos conservacionales. Desde ese comienzo pequeño, hoy hay más de 1.000 organizaciones de fideicomiso territorial esparcidas por todo Estados Unidos. Existen en todos los estados de la unión y siguen mejorando el ritmo, la calidad y la permanencia de los territorios protegidos en todo el país, lo que genera varios beneficios públicos. Este trabajo se beneficia mucho de los créditos impositivos federales estadounidenses para usufructos conservacionales en fideicomisos territoriales.

La práctica de conservación territorial por parte de individuos privados y organizaciones cívicas también se esparció en todo el mundo. Según indica una encuesta realizada por el ILCN, existen grupos privados y cívicos de conservación territorial en más de 130 países y territorios de América del Norte y del Sur, Europa, África, Asia y Oceanía (ILCN, 2017). Si bien el contexto legal y los incentivos económicos para la conservación territorial en los sectores privado y cívico difieren entre los distintos países, la motivación para proteger y administrar la tierra con cuidado para el bien de las generaciones presentes y futuras es una constante en todo el mundo.

Hoy, en su nueva forma, los fideicomisos territoriales pueden tener el potencial de ayudar a moldear de otra manera el modo en que China encara la creación y la gestión de las áreas protegidas. Más del 15 por ciento del territorio chino fue designado área protegida, y hay más de 2.700 reservas naturales con el nivel más alto de protección legal. Sin embargo, todavía hay desafíos importantes que arredran a la red china de territorios protegidos. Muchas áreas protegidas carecen de los recursos financieros, los mecanismos de aplicación y gobernación y el personal gerencial necesarios. Para poder fortalecer y expandir la red de áreas protegidas existente, TNC China y sus contrapartes trabajan para desarrollar analogías a los fideicomisos territoriales que funcionen en el contexto de China.

En 2008, entró en vigor una política china que permite que los individuos y organizaciones privadas asuman derechos de administración sobre territorios forestados de propiedad colectiva; gracias a ella, se abrió la puerta para comenzar las conversaciones sobre fideicomisos territoriales. En 2011, TNC China empezó a trabajar en conjunto con el gobierno local del condado de Pingwu, en la provincia de Sichuan, para estudiar la fundación de la primera reserva de fideicomiso territorial del condado. De acuerdo con la naturaleza local de este movimiento, en ese momento TNC China catalizó el nacimiento de una nueva entidad local, la Fundación de Conservación de la Naturaleza Sichuan (SNCF), que luego cambió el nombre a Fundación Paradise. En 2013, la SNCF firmó el primer contrato de conservación del país, que le permite administrar la parcela durante los próximos 50 años.

Enseguida, el gobierno local, TNC China y la fundación declararon al territorio como reserva natural a nivel del condado, lo llamaron Reserva Laohegou de fideicomiso territorial y así lograron conservar unas 11.000 hectáreas de hábitat importante para los pandas gigantes. La ubicación estratégica de la reserva conecta áreas protegidas existentes para especies en peligro de extinción, como el panda gigante y el mono de hocico chato de Sichuan; así, se estableció un gran corredor de conservación. El corredor interconectado crea de forma efectiva un amplio territorio dentro del cual se pueden aplicar rigurosas normativas contra la caza furtiva. De modo similar, los arroyos locales que corren en libertad dentro del corredor se pueden proteger para que no se desvíen y se utilicen para energía hidráulica.

Además, la reserva es importante desde el punto de vista de las investigaciones. Los científicos realizaron un inventario de referencia de la vida silvestre y colocaron decenas de cámaras-trampa para aprender más sobre la gran cantidad de especies importantes del lugar. Estas cámaras ya filmaron un hecho poco frecuente: un panda gigante comiendo los restos de un takín (un antílope-cabra de las montañas y las mesetas asiáticas), lo que refuerza el descubrimiento relativamente nuevo de que los pandas son omnívoros y de vez en cuando comen carne.

Para las tareas cotidianas de administración de la reserva, la fundación financió la creación de una entidad local, el Centro de conservación de la naturaleza Laohegou, que a su vez contrató residentes cercanos para que administren y ejecuten los planes de trabajo de administración, aplicación y monitoreo ecológico.

Hay otras entidades que apoyan y administran la reserva y están poniendo en práctica mecanismos piloto que aumentarán los ingresos de las comunidades cercanas a las reservas y financiarán su administración. Por ejemplo, fuera de la reserva Laohegou, la Fundación Paradise estableció un sistema mediante el cual venden los productos agrícolas ecológicos e hidromiel de la comunidad a mercados de lujo. Los ingresos de estas ventas aumentan la renta de la comunidad y reducen la presión de los residentes locales que quieren cazar y buscar comida dentro de la reserva. Además, la Fundación Paradise y otras exploran el potencial del ecoturismo limitado dentro de las reservas y una colecta de fondos en línea para proyectos individuales. Por último, los gerentes del proyecto también ven con optimismo que el sector de caridad, que está creciendo en China, se interesará en estas actividades y las apoyará. Queda por determinar si estas técnicas generarán ganancias repartidas entre las comunidades cercanas a la reserva u ofrecerán la financiación constante y a largo plazo que se necesita para las actividades de administración.

El objetivo de la conservación es crear diez reservas de fideicomiso territorial en China para 2020 junto con contrapartes; cada una de las reservas debería adoptar un modelo un poco diferente para demostrar la flexibilidad del enfoque; por ejemplo, alquilar un terreno y convertirlo en una reserva, como en la provincia de Sichuan, o encargarse de las responsabilidades de administración de una reserva existente. Más allá de Laohegou, TNC y sus contrapartes también exploran otros modelos para demostrar la flexibilidad del enfoque, como sociedades civiles que se encargan de las responsabilidades de administración de una reserva existente. Hasta el día de hoy se crearon cuatro reservas de fideicomiso territorial en todo el país, entre ellas Laohegou, en conjunto con varias entidades locales. El interés sigue creciendo.

La Fundación Paradise y TNC China tomaron prestada la idea de Land Trust Alliance, de Estados Unidos, se unieron a otras 11 ONG medioambientales nacionales e internacionales, y en 2017 lanzaron la Alianza cívica de conservación territorial de China, que pretende catalizar el “movimiento de fideicomisos territoriales en China” mediante una plataforma de comunicación, financiación, estándares, políticas y construcción de capacidades. La visión a largo plazo de la Alianza es proteger de forma colaborativa el uno por ciento del suelo de China mediante individuos y organismos cívicos y privados. 

“Pronto, TNC cumplirá veinte años en China”, indica Jin Tong. “Hemos completado muchos trabajos de campo que utilizan nuestro enfoque científico y la experiencia internacional para encontrar soluciones viables a los desafíos medioambientales más urgentes del país, como el proyecto piloto de ciudades esponja y las reservas de fideicomiso territorial. Junto con el PLC, podemos amplificar el éxito de los proyectos de demostración para producir impactos a mayor escala y crear condiciones propensas para lanzar cambios sistemáticos en las estrategias de conservación, las políticas y las finanzas mediante la investigación”.  

 


 

James N. Levitt es gerente de los programas de conservación territorial en el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo y director del Programa sobre innovaciones de conservación en el bosque de Harvard, de la Universidad de Harvard. Emily Myron es gerente de proyecto en la Red Internacional de Conservación del Suelo del Instituto Lincoln.

Fotografía: Oktay Ortakcioglu

 


 

Referencias 

Bradsher, Keith. 2017. “China’s Electric Car Push Lures Global Auto Giants, Despite Risks.” New York Times, 10 de septiembre. www.nytimes.com/2017/09/10/business/china-electric-cars.html.

Demographia. 2017. Demographia World Urban Areas, décimo tercera edición anual. Belleville, IL: Demographia, abril. www.demographia.com/db-worldua.pdf.

Fialka, John. 2016. “China Will Start the World’s Largest Carbon Trading Market.” Scientific American, 16 de mayo. www.scientificamerican.com/article/china-will-start-the-world-s-largest-carbon-trading-market/.

Global Carbon Project. 2016. “Global Carbon Atlas: CO2 Emissions.” www.globalcarbonatlas.org/en/CO2-emissions.

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Leach, Anna. 2016. “Soak It Up: China’s Ambitious Plan to Solve Urban Flooding with ‘Sponge Cities.’” Guardian, 3 de octubre. www.theguardian.com/public-leaders-network/2016/oct/03/china-government-solve-urban-planning-flooding-sponge-cities.

Myers, Joe. 2016. “You Knew China’s Cities Were Growing, but the Real Numbers Are Stunning.” Ginebra, Suiza: Foro Económico Mundial, 20 de junio. www.weforum.org/agenda/2016/06/china-cities-growing-numbers-are-stunning.

UNDP-WCMC (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente del Centro de Monitoreo de la Conser-vación del Ambiente). 2014.“Mapping the World’s Special Places.” www.unep-wcmc.org/featured-projects/mapping-the-worlds-special-places.

Xiang, Bo, ed. 2017. “Chinese Vice Premier Stresses Green Development.” XinhuaNet, 8 de septiembre. http://news.xinhuanet.com/english/2017-09/08/c_136595063.htm.

Xinhua. 2013. “Rainstorms Affect 508,000 in SW China.” China Daily, 10 de julio. http://africa.chinadaily.com.cn/china/2013-07/10/content_16758256.htm.

Banco Mundial. 2017. “World Bank Open Data” (“Datos de libre acceso del Banco Mundial”). Acceso en septiembre de 2017. Washington, DC: Banco Mundial. https://data.worldbank.org/indicator/SP.POP.TOTL?locations=CN.

Zhu, Lingqing. 2017. “China to Launch Carbon Emissions Market this Year.” China Daily, 16 de agosto. www.chinadaily.com.cn/business/2017-08/16/content_30686774.htm.

A panda cub sits among the branches of a eucalyptus tree

Sponge Cities and Panda Habitat

The Nature Conservancy's Foray into China
By James N. Levitt and Emily Myron, Outubro 10, 2017

Paradoxically, China is emerging as an innovative global leader in green initiatives, just as it has overtaken the United States as the world’s biggest source of carbon dioxide emissions (Global Carbon Atlas 2016). “After decades of rapid expansion brought smog and contaminated soil,” noted the official Xinhua News Agency, “China is steadily shifting from GDP obsession to a balanced growth philosophy that puts more emphasis on the environment” (Xiang 2017).

China generated more solar power in 2016 than any other nation. In January 2017, the government announced plans to invest RMB 2.39 trillion (US$361 billion) in renewable energy generation by 2020, according to China’s National Energy Administration. This September, the government also promised to ban the sale of gasoline- and diesel-powered cars at an unspecified date (Bradsher 2017). And to help meet its commitments to the Paris Climate Accords, China will launch the world’s largest carbon “cap and trade” market in November 2017, targeting coal-fired power generation and five other large carbon-emitting industrial sectors (Fialka 2016, Zhu 2017).

Land-based green initiatives include “sponge cities,” designed to manage storm water runoff and prevent urban flooding, and conservation efforts to protect water quality and preserve wildlife habitat. The Peking University–Lincoln Institute Center for Urban Development and Land Policy (PLC) is collaborating with The Nature Conservancy’s China program (TNC China), providing technical support for a sponge city pilot in Shenzhen and exploring innovative conservation finance mechanisms for China.

The two organizations are complementary in terms of expertise: TNC China has done a lot of ground work to turn sciences and technologies into practice. With the Lincoln Institute providing an international knowledge base, the PLC can focus on China’s conservation strategy, policy, and finance. “The Lincoln Institute has done a lot of research on land conservation in the United States and elsewhere around the world, and the international knowledge developed from this work helps China to address its enormous conservation challenges,” says Zhi Liu, director of the PLC and Lincoln’s China program.

“For a few years, we have been looking for a way to engage ourselves in China’s land conservation. The partnership with TNC China—starting with sponge city development or, more broadly, conservation for cities—provides us a perfect entry point. As one of the partnering institutes in the sponge city pilot project in Shenzhen, we are focusing on strategic and institutional frameworks and long-term finance. We hope that the work in Shenzhen will also help lay a research foundation for national policy making,” says Liu.

Sponge Cities

China’s unprecedented urban growth has taken a hard toll on the landscape. In 1960, it had no metropolitan areas with populations over 10 million. Now it has 15. In 50 years, the urban population multiplied by a factor of six: from 131 million residents or 17.9 percent of total population in 1966, to 781 million or 56.7 percent by 2016 (World Bank 2017). And by 2030, one billion people, or 70 percent of China’s total population, are expected to live in cities (Myers 2016). Resulting proliferation of hardscaped roads and building sites have created a vast expansion of impervious surfaces that prevent storm water from seeping into the earth to replenish ground water sources and mitigate the threat of major flooding. In recent years, increasingly severe storms and other surface water running at street level in Chinese cities have presented life-threatening peril to urban residents, such as the 2012 flood in Beijing that killed 79 and caused RMB 11.64 billion (US$1.76 billion) in damages, according to Xinhua News Agency.

This storm event and other recent floods spurred the Chinese government to announce a national program to develop a series of “sponge cities.” Shenzhen in the Pearl River Delta and 29 other cities, from Wuhan in Central China to Baotou in Inner Mongolia (Leach 2016), received instructions and incentives to develop green infrastructure—including bioswales, pervious paving technologies, and rain gardens to absorb storm water into the ground. The government will test the results of the pilot projects with the intention of replicating proven-effective practices on a nationwide basis.

By the government’s definition, a city will reach the “sponge” standard when 70 percent of rainfall is absorbed into the ground, relieving strain on traditionally constructed drainage systems and minimizing floods. The goal is that 20 percent of urban built-up areas in pilot cities will reach sponge standard over the course of five years.

TNC China is the key partner and technical adviser to Shenzhen’s sponge city project. TNC invited the PLC and several other institutions to join the effort, providing insight on policy, strategy, and finance. The pilot demonstration project in Shenzhen includes four components: pilot demonstration sub-projects for industrial plants, office buildings, schools, urban neighborhoods, etc.; dissemination and upgrading of past experiments; an education and promotion campaign; and studies of strategy, policy, and financing mechanisms.

“Our work on the sponge city strategy, policy, and finance is currently underway,” says Liu. “We have looked extensively into relevant international experiences from the United States, Germany, the Netherlands, Singapore, and other countries. The sub-projects of the Shenzhen pilot demonstration give us a great sense of which technologies are most feasible, as well as their benefits and costs,” he adds.

The major challenge is how to develop long-term financial mechanisms for sponge city development. Sponge infrastructure is costly, estimated at over RMB 100 million (US$15.08 million) per square kilometer of built-up urban area. It is a public good in nature. The question is who will pay for it. Today, Shenzhen’s sponge city project is supported by central government subsidies, the municipal budget, and businesses volunteering to build sponge infrastructure facilities, such as rain gardens and rain roofs on their own properties. But the available financial resources are far from adequate to meet the target.

“We are investigating other countries’ experiences with financing rainstorm management,” says Liu. “For example, the city of Philadelphia imposes storm water fees based on the amount of impervious surface that a parcel contains. The city also offers several programs to assist nonresidential customers to lower their storm water fees through green projects that reduce the amount of impervious surface on their properties. In the context of China, we believe that the long-term financial solutions will require some careful consideration of fiscal policy reform at the local level,” he says.

Nature Sanctuaries and Land Trust Reserves

TNC China is also active in the conservation of resources beyond China’s cities. In the past several years, TNC China has adapted the American land trust model to local conditions to protect land, biodiversity habitat, and ecosystem services, from air and water purification to flood and drought mitigation. “We’ve been testing this localized land trust model as a way to expand society’s ability to protect and sustainably manage China’s most important lands and waters, while providing green livelihood solutions for local communities and creating a mechanism to finance long-term reserve management through private contributions. We believe that this new model could become an important supplement to China’s current protected area system,” says Science Director of TNC China, Dr. Jin Tong. Building on this successful experience and taking advantage of access to international knowledge through the International Land Conservation Network (ILCN), a project of the Lincoln Institute, the PLC is exploring land conservation finance for China more broadly.

Land trusts are an American innovation. As chaitable organizations, land trusts leverage the power of the private and nonprofit sectors to conserve land by acquiring it outright, and owning title or fee ownership to it; by acquiring conservation easements, also known as conservation restrictions or conservation servitudes; or by serving as the stewards or managers of protected lands owned by others. Indeed, about 56 million U.S. acres (about 23 million hectares) have been protected in the United States by local, regional, and national land trusts as of year-end 2015, according to the 2015 Land Trust Census compiled by the Land Trust Alliance in cooperation with the Lincoln Institute of Land Policy. The United States is believed to be the global leader in private and civic land conservation, though no comprehensive figures compare nations around the world in terms of private and civic land conservation. Land conserved by NGOs and other private and civic actors complement the 7.9 billion acres (3.2 billion hectares) protected, principally, by governments around the world (UNDP-WCMC 2014).

The world’s first regional land trust was established in Massachusetts in 1891. Known today as The Trustees of Reservations, that group continues to protect exceptionally beautiful, naturally important, and historically significant properties in Massachusetts through fee ownership and conservation easements. From that small beginning, more than 1,000 land trust organizations are now spread across the United States. They exist in every state of the union and continue to improve the pace, quality, and permanence of protected lands across the nation, providing multiple public benefits. This work greatly benefits from U.S. federal tax credits for conservation easements to land trusts.

The practice of land conservation by private individuals and civic organizations has also spread across the world. Private and civic land conservation groups exist in more than 130 countries and territories in North and South America, Europe, Africa, Asia, and Oceania, according to a recent survey conducted by the ILCN (ILCN 2017). While the legal context and financial incentives for land conservation in the private and civic sectors differ from country to country, the motivation to protect and carefully steward land for the good of present and future generations is a constant across the globe.

Now land trusts, in a new form, may have the potential to help reshape the way that China approaches the creation and management of protected areas. Currently, more than 15 percent of China’s land is designated as a protected area, and more than 2,700 nature reserves have the highest level of legal protection in that nation. However, significant challenges continue to daunt the Chinese network of protected lands. Many protected areas lack adequate financial resources, enforcement and governance mechanisms, and management staff. In order to strengthen and expand the existing network of protected areas, TNC China and its partners are working to develop land trust analogues that work in the Chinese context.

A 2008 Chinese policy that allows private individuals and organizations to assume management rights on collectively owned forest land opened the door for a conversation about land trusts. In 2011, TNC China initiated a collaboration with the local government of Sichuan Province’s Pingwu County to explore the establishment of the country’s first land trust reserve. In keeping with the local nature of the land trust movement, TNC China then catalyzed the birth of a new local entity—the Sichuan Nature Conservation Foundation (SNCF)—which was later renamed the Paradise Foundation. In 2013, the SNCF signed the nation’s first conservation lease, allowing it to manage the parcel for the next 50 years.

The local government, TNC China, and the foundation promptly designated the leased land a county-level nature reserve, named Laohegou Land Trust Reserve, thereby conserving over 27,000 acres (about 11,000 hectares) of important giant panda habitat. This reserve’s strategic location connects existing protected areas for endangered species, such as the giant panda and the Sichuan snub-nosed monkey, thereby establishing a large conservation corridor. The interconnected corridor effectively creates a large territory within which anti-poaching regulations can be rigorously enforced. Similarly, within the corridor, local streams that run free can be protected from diversion into hydropower.

The reserve is also important from a research perspective. Scientists have carried out a baseline inventory of wildlife and set up dozens of camera traps to learn more about the numerous important species present. Already, the cameras have captured rare footage of a giant panda eating the remains of a takin (a goat-antelope found in Asian mountain ranges and highlands), reinforcing the relatively new discovery that pandas are omnivores, occasionally consuming meat.

For day-to-day management of the reserve, the foundation sponsored the creation of a local entity, the Laohegou Nature Conservation Center, which has in turn hired nearby residents to administer and execute management, enforcement, and ecological monitoring workplans.

Several entities supporting and managing the reserve are also piloting mechanisms to increase income in communities bordering the reserves and to fund the reserve’s ongoing management. For example, outside Laohegou Reserve, the Paradise Foundation has set up a system in which they sell the community’s eco-friendly agricultural products and honey wine to high-end markets. Revenues from these sales augment community income and reduce the pressure from local residents who want to hunt and forage within the reserve. The Paradise Foundation and others are also exploring the potential for limited ecotourism into the reserves, as well as online fundraising for individual projects. Finally, project managers are also optimistic that China’s growing philanthropic sector will take interest and support these efforts. It remains to be seen whether these techniques will yield profits that are widely dispersed through the communities near the reserve or provide consistent, long-term funding needed for management activities.

The conservancy’s goal is to create 10 land trust reserves in China by 2020 with partners, each employing a slightly different model to demonstrate the flexibility of this approach, such as leasing land and turning it into a reserve, like in Sichuan Province, or assuming management responsibilities of an existing reserve.

Beyond Laohegou, the Conservancy and its partners are also exploring other models to demonstrate the flexibility of this approach, such as civil societies assuming complete or partial management responsibilities of an existing reserve. To date, four land trust reserves, including Laohegou, have been created around the country in partnership with various local entities, and interest continues to grow.

Borrowing the idea of the Land Trust Alliance in the United States, the Paradise Foundation and TNC China aligned 11 other international and domestic environmental NGOs to launch the China Civic Land Conservation Alliance in 2017, aiming to catalyze the “China land trust movement” by providing a platform for communications, funding, standards, policies, and capacity building. The long-term vision of the Alliance is to collaboratively protect 1 percent of China’s terrestrial land by civic and private organizations and individuals.

“The Conservancy will soon enter its twentieth year in China,” says Jin Tong. “We’ve completed a lot of work on the ground that draws on our science-based approach and international expertise to find viable solutions to China’s most pressing environmental challenges, such as the sponge city pilot project and the land trust reserves. In collaboration with PLC, we could amplify the success of demonstration projects to make larger-scale impacts and create enabling conditions to trigger systematic changes through research on China’s conservation strategies, policy, and finance,” she says.

 


 

James N. Levitt is the manager of land conservation programs at the Lincoln Institute of Land Policy and director of the Program on Conservation Innovation at the Harvard Forest of Harvard University. Emily Myron is project manager of the International Land Conservation Network at the Lincoln Institute.

Photograph: Oktay Ortakcioglu

 


 

References

Bradsher, Keith. 2017. “China’s Electric Car Push Lures Global Auto Giants, Despite Risks.” New York Times, September 10. www.nytimes.com/2017/09/10/business/china-electric-cars.html.

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