Mensaje del presidente
“El hombre es una epidemia, destruye el medioambiente del que depende y sentencia su propia extinción”.
Al dirigirse a una multitud de 30.000 personas en el parque Fairmount, de Filadelfia, durante la primera manifestación del Día de la Tierra, en 1970, Ian McHarg, escritor y arquitecto paisajista, no midió sus palabras. Su discurso no pretendía hacer sentir bien a nadie. Además de la aleccionadora afirmación citada, también informó al público: “Ustedes no tienen futuro”.
Si bien esas palabras eran oscuras, pretendían ayudar a que los oyentes vieran la luz. McHarg creía que la humanidad estaba atrapada en un embrollo que ella misma había creado, pero del que había vuelta atrás, y él tenía soluciones para ofrecer. Precisamente un año antes, había dado a luz la primera copia encuadernada de su libro Design with Nature (Proyectar con la naturaleza), un tratado de casi 200 páginas en el cual exigía una nueva forma de pensar la relación entre las personas, el entorno construido y el suelo que ocupamos. La primera edición del libro se agotó. Y también la segunda. Para cuando dio ese discurso del Día de la Tierra, era evidente que las ideas que proponía se recibían con avidez. De hecho, su filosofía acabaría por cambiar el modo de pensar de toda una generación de planificadores, arquitectos y diseñadores acerca de la relación entre las personas y el lugar. Su libro, junto con el trabajo de otros pensadores destacados, como Jane Jacobs, ayudó a cambiar el aspecto y la funcionalidad de muchas ciudades, en particular en los Estados Unidos. Y sigue siendo una de las publicaciones de diseño y planificación más influyentes.
Hace 50 años, Design with Nature ayudó a lanzar el campo de la planificación ecológica, y nos ayudó a virar de una sociedad de fines del s. XX que consideraba a las ciudades como un mal necesario a una que cada vez las ve más como lugares atractivos en los que se puede vivir, y que podrían ser la clave para nuestra salvación como especie. Hoy, el Instituto Lincoln se enorgullece de su asociación con los sucesores de McHarg en la Escuela de Diseño Stuart Weitzman, de la Universidad de Pensilvania, para crear el volumen de seguimiento citado en este número, Design with Nature Now (Proyectar con la naturaleza hoy). El nuevo libro, editado por Richard Weller, Karen M’Closkey, Billy Fleming y Frederick Steiner, ofrece una colección inaudita de homenajes reflexivos a McHarg, proyectos ilustrativos que reflejan sus doctrinas, y evaluaciones sinceras acerca del camino recorrido y del que queda por recorrer.
El libro (que llegará en octubre), junto con una exposición internacional y una conferencia epónimas a realizarse en la Universidad de Pensilvania en 2019, nos recuerdan la urgencia que llevó a McHarg a escribir esta obra influyente, y el hecho inevitable de que, en muchos sentidos, dicha urgencia se ha agravado. La rápida urbanización (se espera que hacia 2050 vivan dos mil millones de personas más en las ciudades del mundo) y el cambio climático exigen que volvamos a pensar en casi todo acerca de dónde y cómo vivimos; así, las ideas de McHarg están más vigentes que nunca.
Para el Instituto Lincoln, presentar su obra a una nueva generación forma parte de una labor más amplia por elevar la participación crucial del suelo como solución a nuestros desafíos económicos, sociales y ambientales más urgentes. Lo hacemos mediante publicaciones, como este libro, y trabajos de campo, como el de Rust Belt de los Estados Unidos, donde unimos a antiguas ciudades industriales pequeñas para pensar en estrategias innovadoras de revitalización; en China, donde apoyamos la labor del gobierno para implementar ciudades esponja que absorban agua pluvial; y en América Latina, donde promovemos nuevas herramientas de enseñanza para involucrar a los planificadores en el trabajo de mejorar las condiciones urbanas.
Este tipo de trabajo es importante en todas partes, pero en especial en el mundo en vías de desarrollo, donde el crecimiento urbano se acelera y no está bien regulado. Estamos empezando a ver un cambio hacia un crecimiento de calidad, y podemos apoyarlo si adoptamos y difundimos los principios de McHarg. Para rebatir su advertencia de que la sociedad no tiene futuro, debemos seguir trabajando para que la urbanización se implemente correctamente. Eso significa garantizar vecindarios seguros y economías sólidas, cierto, pero también significa reemplazar pavimento impermeable por jardines de biofiltración y rediseñar partes de la calle a escala humana, implementar infraestructura verde y azul donde antes reinaba la gris, y convertir edificios con gran consumo de energía en estructuras sustentables más saludables para vivir y trabajar. No se trata de proyectos glamorosos, pero tampoco superfluos; son fundamentales para nuestra capacidad de rediseñar y reconstruirnos una sociedad funcional que no “sentencie nuestra propia extinción”, como dijo McHarg.
¿La humanidad es realmente una epidemia empeñada en destruir el medioambiente y, en última instancia, a sí misma? ¿O podremos encontrar y aplicar una cura? En el Instituto Lincoln, la Escuela de Diseño Stuart Weitzman y otras organizaciones dedicadas a estudiar las conexiones entre las personas y el lugar, sabemos que algunas herramientas, desde políticas reflexivas de uso del suelo hasta el diseño innovador, pueden ayudar a alcanzar un pronóstico positivo. Pero este es el momento de actuar. No podemos cambiar el pasado, pero podemos adoptar la visión de McHarg y sus tantos sucesores en el campo de la ecología paisajística y ampliar la implementación de ideas que elevaron la práctica en los campos de la arquitectura, la planificación urbana, la gestión de agua pluvial y muchos otros. Debemos construir sobre el legado de McHarg y Design with Nature Now, antes de que realmente sea demasiado tarde.