Conservación creativa
El Parque Nacional Yellowstone parece tan silvestre hoy en día porque en 1872 se convirtió en el primer parque nacional del mundo, y porque los incendios de 1988 y la exitosa reintroducción de lobos en la década de 1990 restauraron el carácter dinámico del paisaje original. En su última serie de televisión en PBS, el cineasta Ken Burns llamó a nuestros parques nacionales “la mejor idea de los Estados Unidos”; sin embargo, cada vez más personas dentro del movimiento conservacionista creen actualmente que, en el mejor de los casos, las áreas totalmente protegidas como Yellowstone son sólo una parte de la solución conservacionista. Este grupo sostiene que deberíamos salvar a la naturaleza para las personas en lugar de salvar a la naturaleza del impacto ocasionado por las personas y que nuestros esfuerzos deberían incluir otras muchas áreas diferentes con menor énfasis en la “preservación” de los terrenos.
Esta es una variación del debate mantenido hace cien años entre el conservacionista John Muir y el administrador forestal Gifford Pinchot: ¿Deberíamos proteger a la naturaleza por su valor intrínseco o nuestro enfoque debería sería mucho más utilitarista? Este último punto de vista tenía como objetivo maximizar la producción a largo plazo de agua, vida silvestre aprovechable y madera, y que en la actualidad incluiría los yacimientos de carbón, los biocombustibles, la eliminación de nutrientes y la protección contra peligros naturales… en suma, todas las cosas que brinda el mundo natural.
El debate contemporáneo plantea además otra cuestión acerca de la omnipresencia del impacto humano sobre las áreas naturales. Yellowstone, como cualquier otro lugar del planeta, se encuentra profundamente influenciado por las decisiones del ser humano. Aldo Leopold (1966, 254) percibió este dilema hace más de 60 años cuando escribió: “La invención de herramientas por parte del ser humano le ha permitido realizar cambios de una violencia, rapidez y alcance sin precedentes”. En la actualidad, estas herramientas son todavía mucho más poderosas. En su último libro, Rambunctious Garden, la escritora científica Emma Marris (2011) propone el argumento según el cual tendremos que aprender a aceptar una naturaleza alterada por las actividades del ser humano. No resulta suficiente pensar en la preservación de las áreas naturales para permitir un funcionamiento sin obstáculos de sus sistemas naturales. Cada lugar requiere algún tipo de gestión, aun cuando fuere sólo con el fin de proteger lo que resta de su condición “natural”.
Los alcances de la responsabilidad del ser humano en relación con la naturaleza me quedaron claros en una reciente conversación con Phil Kramer, director para el Caribe de la organización The Nature Conservancy, quien describió la disminución regresiva de los arrecifes de coral en esa región y los esfuerzos llevados a cabo por su equipo para restaurar dichos arrecifes, seleccionando los genotipos de coral que parecían más resistentes al agua más caliente, cultivándolos en viveros y utilizándolos posteriormente para reconstruir los arrecifes en diferentes lugares.
Durante miles de años, de manera consciente e inconsciente, el ser humano ha modelado su entorno según sus necesidades; sin embargo, este tipo de intervención intencional a fin de responder a las cada vez mayores amenazas contra la naturaleza representa un nuevo enfoque que resulta diferente del punto de vista de preservación de Muir y de la perspectiva de administración científica de Pinchot. Hoy en día estamos intentando crear nuestro futuro de conservación a escalas cada vez mayores. Este proceso de conservación creativa se basa en los enfoques analíticos acerca de la conservación que se tenían en el pasado, pero ello no depende únicamente del análisis de referencia de ecosistemas históricos para establecer metas para el futuro. Por el contrario, requiere que nuestras metas provengan de una síntesis de necesidades y beneficios tanto del ser humano como de la naturaleza, según lo que Aldo Leopold (1966, 239) denominó “ética del suelo”, es decir, una responsabilidad personal e informada con respecto a la salud y el futuro de nuestro suelo y del agua.
Desafíos a la hora de proteger a la naturaleza
Esta perspectiva sobre la conservación se ve envuelta en un encendido debate dentro de la comunidad conservacionista. Muchos sostienen la idea de restaurar las áreas afectadas para que vuelvan a su estado silvestre y, finalmente, al poder de la naturaleza, mientras que otros reconocen que estos enfoques sólo pueden ser una parte de nuestro futuro. Desde mi punto de vista, la energía de la comunidad conservacionista debería dirigirse no tanto hacia el debate interno sino a resolver los verdaderos desafíos que enfrentamos a la hora de sustentar el marco y las funciones principales de los sistemas naturales para beneficio de las personas y de la naturaleza misma. Y ¿cuáles son estos desafíos?
- Una menor preocupación y comprensión de la ciencia, incluyendo el tipo de ciencia de conservación y administración de la vida silvestre de la que los estadounidenses han sido pioneros durante más de 100 años.
- Los impactos cada vez más evidentes del cambio climático, independientemente de sus causas, sobre la estabilidad de los procesos naturales y su relación con la salud y la seguridad de las personas.
- Un horizonte a corto plazo para tomar decisiones sobre la administración, las políticas y el uso del suelo y del agua, que entran en conflicto con los extensos períodos que son necesarios para desarrollar e implementar políticas y proyectos de conservación a gran escala.
- La utilización cada vez más hábil y efectiva de campañas con grandes financiamientos para lograr objetivos económicos o políticos especializados, independientemente de las consecuencias de mayor envergadura para la sociedad de hoy en día y para las futuras generaciones.
- Una renuencia cada vez mayor a regular los impactos de las actividades que afectan la salud del suelo, el aire y el agua, aunque ya hace mucho quedó claro, en una época en que Estados Unidos tenía mucho menos gobierno, que las fuerzas de mercado por sí solas no pueden garantizar la producción y protección de bienes públicos tales como los beneficios para el ser humano y la ecología que pueden tener los sistemas naturales.
- La concepción de la protección de nuestro aire, nuestro suelo y nuestra agua como una cuestión política partidista, sin tener en cuenta el liderazgo pasado y los muchos aportes realizados por los dos principales partidos políticos a la conservación en este país.
- El creciente distanciamiento de muchos estadounidenses de experiencias reales al aire libre que podrían ayudar a fomentar una mayor apreciación y comprensión de las cuestiones conservacionistas y brindar un equilibrio contra los argumentos antiambientales.
Estrategias para la conservación creativa
Al llegar a este punto fundamental en la historia conservacionista de los Estados Unidos, ¿qué debería hacer el movimiento conservacionista para resolver los conflictos entre los partidos políticos actuales, la presión que ejerce el ser humano a nivel mundial sobre nuestros sistemas naturales y la necesidad de crear un futuro ambiental, tanto en nuestro país como en todo el mundo, que sea ético, sustentable y alcanzable? Las respuestas, creo yo, no vendrán de Washington sino de un movimiento en todo el país formado por propietarios, agencias del gobierno, organizaciones sin fines de lucro y grupos comunitarios que trabajen juntos para proteger los lugares que valoran, como el valle Blackfoot en Montana, las colinas Flint en Kansas y los valles de los ríos Connecticut y Hudson en el este del país. Para encarar proyectos populares como los mencionados, surgen ciertas propuestas que podrían contribuir a un éxito duradero y a gran escala del conservacionismo.
Trabajar a escala del paisaje
En un mundo donde la naturaleza está sometida a muchos factores de estrés y amenazas, entendemos que es improbable que porciones desconectadas de sistemas naturales puedan sobrevivir. La mayoría de las agencias federales está comenzando a pensar en estos términos, aunque todavía deben superarse numerosos obstáculos institucionales para lograr que lo que The Nature Conservancy denomina “sistemas integrales” se convierta en la forma normal de encarar esta tarea.
Utilizar varias herramientas de conservación simultáneamente
Resulta de esencial importancia integrar la preservación, la gestión tradicional del suelo tanto pública como privada y la restauración en lugares que se definan tanto por sus atributos naturales como humanos. La combinación del trabajo a gran escala y la utilización de varios enfoques sugieren que el gobierno deberá lograr un nivel de coordinación sin precedentes en cuanto a la forma en que utilizan su influencia y sus recursos.
Reconocer, respetar y cuantificar los beneficios a corto y largo plazo que la conservación puede brindar a la humanidad
Las organizaciones conservacionistas deben volverse expertas en comprender y explicar el valor de la naturaleza para dar forma al mundo del futuro. A medida que los diferentes intereses intentan encajar dentro del diseño del futuro, también deben ser capaces de representar de forma exacta la importancia que tendrán los componentes naturales de ese futuro.
No rechazar la idea de las condiciones de referencia
No siempre resulta posible mantener la naturaleza tal y como se encontraba en el pasado, pero podemos dar la más alta prioridad a la protección de aquellos lugares donde pueden continuar los procesos ecológicos, donde puede gestionarse el cambio y donde podemos, según las palabras de Mark Anderson, científico de The Nature Conservancy, “salvar el escenario, si no podemos salvar a todos los actores”.
Aprender a equilibrar la gestión de adaptación con las metas a largo plazo
Esto requiere combinar la intención de admitir los errores y adaptarnos a ellos con una coherencia de propósito y acción que resultan necesarios para influir en el futuro de grandes sistemas. Lleva tiempo llegar al tipo de consenso a largo plazo sobre la deseada condición futura que las comunidades intentan lograr. Los proyectos de conservación exitosos y creativos se prolongan durante varias décadas, no años.
Mantener leyes ambientales justas y coherentes
Los procesos normativos del medio ambiente y el uso del suelo, así como los incentivos económicos (y la falta de ellos), pueden y deberían reestructurarse de tal manera que se establezca un marco más coherente y flexible para configurar el futuro y lograr que el funcionamiento de los mercados tenga una influencia ambiental positiva. No obstante, las normas regulatorias deben mantenerse con el fin de garantizar un campo de acción equilibrado y proteger el medio ambiente y la salud del ser humano, a la vez que permita el crecimiento económico a largo plazo. Una utilización amplia de la jerarquía de mitigación (evitar, minimizar, compensar) podría ser muy útil en este caso. Este enfoque sobre la ubicación de la infraestructura y el desarrollo puede permitir las inversiones y el crecimiento económico al tiempo que brinda beneficios netos a la naturaleza.
Tomar más medidas para garantizar la participación de los ciudadanos y las distintas partes interesadas en la planificación del futuro
Si nuestra sociedad no sólo protege a la naturaleza sino que está creando un mundo futuro, entonces todos tenemos un derecho, y yo diría, una responsabilidad, aún mayor para involucrarnos en el establecimiento de dichas metas. Ya no vivimos en una sociedad basada en un centro que toma las decisiones. La mayoría de las decisiones es el resultado de acciones individuales interconectadas, y los ciudadanos necesitan un renovado sentido de poder de decisión a la hora de determinar el carácter de los lugares donde viven, trabajan y se esparcen. El conservacionismo también se convertirá en un proceso más descentralizado, con una orientación de abajo hacia arriba. La participación de la juventud es de particular importancia y las cuestiones ambientales deben darse a conocer entre los residentes de las áreas metropolitanas del país donde vive la gran mayoría de los estadounidenses.
Identificar, capacitar y guiar a una nueva generación de líderes conservacionistas locales
Una nueva generación de conservacionistas con aptitudes para trabajar en diferentes áreas de interés permitirá crear un futuro en el que se combinen las necesidades del medio ambiente y de la economía a largo plazo.
Solución compartida de problemas
De más está decir que todo lo anteriormente mencionado podría poner a la conservación creativa en el fuego cruzado entre aquellos que no le dan importancia a la naturaleza y los que temen que cambiar algo en las normas ambientales o en la protección de los terrenos públicos daría lugar a un cambio cataclísmico. Sin embargo, estos pasos podrían llevarnos a soluciones prácticas respecto del impasse político cada vez mayor que experimenta el país respecto a la conservación y el medio ambiente. Y la razón central de este impasse es la creencia compartida de que hemos perdido el control del futuro de nuestras familias y comunidades y que nos hemos convertido en víctimas de acciones de fuerzas lejanas.
La conservación creativa llevada a cabo de manera correcta puede darnos a todos un rol significativo a la hora de dar forma al futuro de los lugares que nos son más caros, es decir, donde se encuentran nuestros hogares. Además, ofrece dos beneficios que pueden conllevar una tracción política poderosa: la oportunidad de tener mejores lugares para vivir, trabajar y visitar que proporcionen beneficios tangibles a nuestras vidas, y el sentido de respeto y dignidad implícito en nuestra tarea de ayudar a determinar el futuro de los lugares que amamos.
Un enfoque de este estilo podría poner en marcha la política ambiental tanto de conservadores como de liberales hacia una forma compartida de resolver los problemas. En cuanto a los conservadores: ¿Se oponen a la planificación del futuro o solamente a la planificación realizada por sus oponentes? ¿Estarían dispuestos a incluir las esperanzas de los ciudadanos en cuanto a sus propias comunidades como una parte legítima de un futuro menos gubernamental y más regido por el mercado que les gustaría ver? Con respecto a los liberales: ¿Estarían dispuestos a confiar en que las personas que trabajan la tierra tomen más decisiones acerca del destino de nuestro suelo y nuestra agua, o también están en realidad más interesados en un control centralizado para lograr su propia visión de lo que debería hacerse? La oportunidad de trabajar juntos para crear buenos futuros para los lugares reales que rodean nuestras vidas ¿puede convertirse en el terreno común, literal y simbólico, que pueda sanar algunas de las divisiones de nuestra sociedad?
El arco de piedra en la entrada norte de Yellowstone se erigió en conmemoración de la creación del parque y posee una inscripción que reza: “Para el beneficio y goce de las personas”. Theodore Roosevelt colocó la piedra angular del arco cuando visitó Yellowstone en 1904, en un momento en que los estadounidenses veían al gobierno como un protector del bien común. Yellowstone era un ejemplo de ese espíritu.
No obstante hoy, en pleno siglo XXI, me parece que el arco de la entrada también tiene un importante mensaje: el de mirar fuera del parque, pasando por el valle Paradise donde el río Yellowstone se dirige hacia el río Missouri, el Mississippi y el golfo de México. El desafío de conservación que tenemos por delante, contra todas las probabilidades y nos guste o no, es crear un futuro para el beneficio de las personas, basado en el respeto y la comprensión de los diferentes valores de la naturaleza, en muchos más lugares de los Estados Unidos.
Si el enfoque se hiciera de esta manera en cada lugar del país, los estadounidenses con diferentes puntos de vista podrían unir esfuerzos para la causa del conservacionismo, no sólo como algo en lo que pensar en las vacaciones ni como un lujo sino como un fundamento duradero para una vida más saludable, segura, próspera y espiritualmente gratificante para nuestros hijos y nietos.
Sobre el autor
Bob Bendick es director de Relaciones del Gobierno de los EE.UU. en The Nature Conservancy, Washington, DC.
Referencias
Leopold, Aldo. 1966 [1949]. A Sand County almanac: With essays on conservation from Round River. Nueva York: Oxford University Press.
Marris, Emma. 2011. Rambunctious garden: Saving nature in a post-wild world. Nueva York: Bloomsbury Press.