
Growing Water Smart en las comunidades fronterizas de Estados Unidos y México
Desde el punto de vista técnico, las ciudades semiáridas de Nogales, Arizona, y Nogales, Sonora, se encuentran a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Pero, juntas, forman una metrópolis transfronteriza conocida como Ambos Nogales. Estas ciudades hermanas comparten una economía y una cultura binacionales, y también comparten la misma cuenca, donde los monzones de verano descargan el equivalente a medio año de lluvia en tan solo dos meses.
En el lado mexicano, que es empinado y montañoso, y tiene más población, ese diluvio a menudo se vuelve mortal. En agosto de 2022, tres personas en Nogales, Sonora, entre ellas dos niños pequeños, perdieron la vida al quedar atrapadas dentro de vehículos a causa de las fuertes lluvias monzónicas que inundaron las calles. El verano anterior, las inundaciones repentinas se cobraron la vida de una mujer de 24 años que había obtenido su título de ingeniera civil hacía poco tiempo.
“La gestión del agua pluvial es uno de los principales problemas para el área de Ambos Nogales”, afirma Joaquín Marruffo, gerente de programas fronterizos del Departamento de Calidad Ambiental de Arizona. “Durante casi todas las temporadas de monzones, al menos una persona muere en el lado mexicano de la frontera [debido a las inundaciones por agua pluvial], por lo que debería ser la prioridad número uno para los gobiernos locales y para nosotros como funcionarios públicos”.
Al igual que otras ciudades fronterizas en México, Nogales ha crecido con rapidez en las últimas dos décadas; la población aumentó un 20 por ciento entre 2010 y 2020, ya que personas de otras áreas se mudaron allí en busca de trabajo o con la esperanza de emigrar a los Estados Unidos. En general, este crecimiento no fue planificado, lo que dio lugar a asentamientos que surgen “en lugares que no deberían”, dice Marruffo, “como la cima de las colinas o zonas inundables”.
Las fuertes lluvias también causan estragos en la propiedad y la infraestructura, y contaminan las vías fluviales locales a ambos lados de la frontera con contaminantes industriales, sedimentos y aguas residuales. “El punto más alto de la cuenca es Nogales, Sonora, y el más bajo es Nogales, Arizona”, explica Marruffo. “Así que, por la gravedad, todo fluye de sur a norte; todo lo que comienza en la parte superior de la cuenca drena hacia el lado estadounidense”.

Con el objetivo de aprovechar décadas de cooperación transfronteriza en temas de gestión de agua pluvial y calidad del agua, funcionarios y representantes de ambos lados de la frontera participaron el año pasado en un taller de dos días de Growing Water Smart organizado por el Sonoran Institute y el Centro Babbitt para Políticas de Suelo y Agua del Instituto Lincoln.
Growing Water Smart es un programa de capacitación y asistencia para dirigentes locales que se centra en la integración del agua y el uso de suelo. El objetivo es ayudar a los funcionarios a identificar e implementar planes, políticas y programas a corto plazo para hacer que las comunidades sean más resilientes.
Una parte importante del programa es un taller presencial de varios días que reúne a funcionarios electos locales y regionales, administradores de recursos hídricos, personal de desarrollo económico, funcionarios de sostenibilidad y comisionados de planificación, entre otros, que no siempre logran coordinar sus esfuerzos o poner en común sus conocimientos a pesar de compartir los mismos objetivos. “En realidad, el objetivo es permitirles debatir los problemas y las oportunidades que son propios de su contexto y, luego, apoyarlos facilitándoles herramientas y guías”, expresa Noah Kaiser, gerente del programa Growing Water Smart en el Sonoran Institute.
Pero el programa es más que un taller único. El Sonoran Institute proporciona asistencia de seguimiento para ayudar a las comunidades a obtener fondos y apoyar el desarrollo de proyectos.

Marruffo, quien asistió al taller de Ambos Nogales en junio de 2024, dice que la sólida reputación regional del Sonoran Institute aportó credibilidad al debate y que el apoyo posterior ayudará a garantizar que los esfuerzos no disminuyan. “Creo que son uno de los colaboradores más fuertes que tenemos para analizar los problemas del agua, en especial para el río Santa Cruz”, dice, que fluye de Arizona a México, y viceversa.
El taller “representó una gran oportunidad para reunir a diferentes sectores involucrados de ambos lados, para que gobiernos locales hablen cara a cara sobre los mismos problemas, lo cual no es fácil de lograr”, explica Marruffo, quien sintió un especial entusiasmo por la predisposición de ambos lados de la frontera para hacer inversiones en Sonora, en cuyas laderas empinadas y repletas de asentamientos de último momento se originan la mayoría de los problemas de agua pluvial del área.
“Todas las arterias o carreteras principales de la ciudad de Nogales, Sonora, se alinean a la perfección con los cauces o canales de agua pluvial”, señala Marruffo. “Entonces, cuando hay una tormenta, los caminos se convierten en ríos o arroyos”. Muchas carreteras no están pavimentadas, por lo que la rápida correntada de agua pluvial junta sedimentos que arrastran infraestructura de concreto antigua y obstruyen alcantarillas, lo que hace que las aguas residuales sin tratar ingresen a las vías fluviales.
“Si se quiere mitigar el problema, hay muchas acciones posibles. Pero, para resolver el problema de verdad, es necesario empezar por analizar el origen”, afirma Marruffo. “Así que la narrativa comenzó a evolucionar: ¿Qué tipo de inversión necesitamos en México? ¿Cuáles son los principales proyectos de infraestructura? ¿Dónde se deben llevar a cabo estos proyectos?”
El grupo trabajó con un plan integral de infraestructura verde para la cuenca de Ambos Nogales desarrollado por el profesor de la Universidad Estatal de Arizona Francisco Lara-Valencia. Además, se debatió sobre los tipos de intervenciones necesarias para mitigar aún más los impactos del agua pluvial, según dice Marruffo, como la construcción de tanques de retención y detención en la cuenca superior para reducir la energía de la escorrentía y ayudar con la infiltración.
Estas no son ideas nuevas para la región; las instituciones locales, estatales y federales han trabajado en estos mismos temas durante años. De hecho, Marruffo dice: “Son parte de nuestras conversaciones diarias”. Pero los esfuerzos realizados en un lado de la frontera a menudo tienen poca conexión con los del otro lado, y viceversa. “Este es el primer plan de ordenamiento territorial binacional, holístico e integral que incluye toda la cuenca”, manifiesta.
“Mucha gente en la región está trabajando en esto”, coincide Kaiser. Pero señala que lograr que todos remen en la misma dirección puede hacer que los esfuerzos sean mucho más efectivos. La cooperación transfronteriza e interinstitucional es crucial cuando se deben abordar asuntos prácticos, como la instalación de infraestructura verde, jardines pluviales y muros de contención, para reducir los impactos de las inundaciones. Además, también sienta las bases para explorar otras posibilidades, como, por ejemplo, que las dos ciudades vean este desafío como una oportunidad, tal vez para recolectar agua pluvial para su reutilización.

Unos meses después del taller de Ambos Nogales, el Sonoran Institute y el Centro Babbitt organizaron otro programa de Growing Water Smart similar en Mexicali-Calexico, donde el sureste de California limita con Baja California. “En la región de Mexicali-Calexico, el río Nuevo, que fluye en dirección norte de Mexicali a Calexico y a los Estados Unidos, es un río muy contaminado”, afirma Kaiser. “Así que muchas de las conversaciones en el taller en Mexicali giraron en torno a las preguntas: ‘¿Cómo gestionamos este río a ambos lados de la frontera? ¿Cómo mejoramos la calidad del agua? ¿Cómo lo convertimos en un recurso hídrico valioso para las comunidades de ambos lados de la frontera?’”
Estos talleres comunitarios fronterizos marcaron un nuevo hito internacional para el programa Growing Water Smart (y requirieron algunas adaptaciones, como facilitadores bilingües y materiales curriculares, dice Kaiser). El programa comenzó en Colorado en 2017 y, luego, se expandió a Arizona, Utah y California.
Si bien el programa ayuda a las comunidades a pensar en la resiliencia al agua a largo plazo, “también les ayuda a sentir la motivación de realizar acciones inmediatas”, menciona Kristen Keener Busby, directora asociada de implementación del programa en el Centro Babbitt. Además de acompañar a profesionales del uso de suelo y administradores del agua en el recorrido del currículo del programa especialmente seleccionado y facilitar el diálogo, señala, “les brinda una planificación estratégica que pueden implementar de inmediato”.
Todos los talleres de Growing Water Smart se centran en crear un plan de acción a corto plazo de 12 a 18 meses que se alinee con la capacidad realista de una comunidad; este es un documento físico que los dirigentes de las comunidades pueden llevar consigo, explica Kaiser. “No queremos que el taller sea solo otra conferencia a la que asistan, en la que escuchan información del panel, tienen algunas conversaciones y, luego, vuelven al trabajo sin que nada cambie”, dice. “Queremos que desarrollen una herramienta con la que puedan avanzar”.

Una de las últimas sesiones de trabajo está dedicada a la planificación de acciones. Se analizarán en profundidad las fuentes de financiación, las oportunidades en especie y las subvenciones a las que los equipos pueden postularse. El objetivo es ayudar a los equipos a definir qué harán, cómo lo financiarán y otros aspectos logísticos prácticos. “¿Qué recursos necesitamos? ¿Qué agencias actuarán como líderes y cuáles como apoyo? ¿A qué otras agencias debemos informar lo que estamos haciendo? ¿Con quién debemos colaborar? Todos esos detalles entran en el plan de acción”, dice Kaiser.
“Y no nos toca a nosotros, como facilitadores del Sonoran Institute, el Centro Babbitt y otras agencias asociadas, decidirlo”, agrega Kaiser. “El objetivo del plan de acción es que se hagan cargo; no que se les asigne una tarea, sino que tomen sus propias decisiones respecto de cuáles son las capacidades disponibles. ¿Qué es significativo y tiene más sentido para nosotros, y cómo podemos impulsarlo?”
El próximo evento de Growing Water Smart en la frontera entre Estados Unidos y México será una reunión de un día en junio y se centrará en las ciudades hermanas transfronterizas de Douglas, Arizona, y Agua Prieta, Sonora.
Después de todo, al agua pluvial y los contaminantes no les importan las fronteras nacionales y no necesitan visa para ingresar a los Estados Unidos, dice Marruffo. “Por lo tanto, es fundamental seguir colaborando entre ambos países. Creo que es importante que tengamos este tipo de conversaciones y diálogos, porque esa es la única forma en que podemos elaborar estrategias y hacer un mejor uso de nuestros recursos, en ambos lados”, dice.
“Hay distintos tipos de asimetrías y disparidades, tanto socioeconómicas como políticas. Pero creo que este tipo de oportunidades para dialogar cara a cara con colaboradores de ambos lados siempre tiene resultados positivos. Siempre surge alguna idea que permite avanzar”.
Jon Gorey es redactor del Instituto Lincoln de Políticas de Suelo.
Imagen principal crédito: USGS