Topic: impuesto a la propiedad inmobiliaria

Eventos

2023 Urban Economics and Public Finance Conference

Mayo 18, 2023 - Mayo 19, 2023

Cambridge, MA United States

Free, offered in inglés

The economic growth and development of urban areas are closely linked to the fiscal conditions of these places. This research seminar offers a forum for new academic work on the interaction of these two areas. It provides an opportunity for specialists in each area to become better acquainted with recent developments and to explore their potential implications for synergy.


Detalles

Fecha(s)
Mayo 18, 2023 - Mayo 19, 2023
Time
8:30 a.m. - 1:00 p.m.
Location
Lincoln Institute of Land Policy
113 Brattle Street
Cambridge, MA United States
Idioma
inglés
Registration Fee
Free
Costo
Free

Palabras clave

desarrollo económico, economía, vivienda, inequidad, uso de suelo, planificación de uso de suelo, valor del suelo, tributación del valor del suelo, gobierno local, tributación inmobilaria, finanzas públicas, orden espacial, tributación, urbano, valuación, impuesto a base de valores

Escuelas publicas y el impuesto a la propiedad

Comparación de modelos de financiamiento para la educación de tres estados de los Estados Unidos
Por Daphne Kenyon, Bethany Paquin y Semida Munteanu, Abril 12, 2022

 

Este artículo es un extracto de Rethinking the Property Tax–School Funding Dilemma (Replanteamiento del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria: el dilema del financiamiento escolar), un enfoque en políticas de suelo del Instituto Lincoln que se publicará próximamente, y de “Effects of Reducing the Role of the Local Property Tax in Funding K–12 Education” (Efectos de la reducción del rol del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria en el financiamiento de la educación K–12).

El cierre masivo de jardines de infantes, y escuelas primarias y secundarias que provocó la pandemia de COVID-19 no tiene precedentes en la historia de los Estados Unidos. Para fines del año lectivo 2019–2020, al menos 50,8 millones de estudiantes de escuelas públicas se habían visto afectados por los cierres de estas (Education Week 2020). Si bien se cerraron escuelas durante la pandemia de gripe de 1918, en ese entonces asistían menos niños, y estos establecimientos no estaban tan integrados a la vida diaria (Sawchuk 2020). Esta vez, prácticamente de la noche a la mañana, el sistema de educación nacional cambió radicalmente. Los docentes se vieron obligados a adaptar sus lecciones a plataformas para reuniones virtuales. La transición rápida y forzada a métodos en línea dio como resultado una pérdida de aprendizaje o un aprendizaje incompleto para muchos estudiantes. La pandemia exacerbó las desigualdades existentes y creó nuevos desafíos para los estudiantes de color, los que estudiaban inglés y aquellos con discapacidades. 

Además, provocó un cambio temporal en el financiamiento de la educación nacional, ya que el país experimentó una de las recesiones económicas más profundas de la historia. Las vigorosas políticas fiscales federales también lograron que fuera la recesión más corta en la historia del país y, como parte de esta iniciativa de rescate económico, el Congreso canalizó cientos de miles de millones de dólares hacia la educación.

Estos fondos llegaron a través de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica contra el Coronavirus (CARES, por su sigla en inglés) de marzo de 2020; una segunda infusión que se envió a los gobiernos estatales y locales en diciembre de 2020; y la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, de marzo de 2021, que incluyó otros US$ 350.000 millones para gobiernos estatales y locales, más unos US$ 130.000 millones específicamente para la educación K–12  (jardín de infantes, primaria y secundaria). En el primer año de la pandemia, el gobierno federal entregó, en total, alrededor de US$ 4.000 por estudiante, un monto sin precedentes, como asistencia para la educación K–12 pública (Griffith 2021).

Si bien esto redujo el impacto fiscal de la pandemia a corto plazo, no alteró de manera permanente el modesto papel que tradicionalmente tiene el gobierno federal en el financiamiento de la educación K–12. Las escuelas públicas suelen recibir ayuda estatal y financiamiento local combinados. El impuesto sobre la propiedad inmobiliaria ha sido la mayor fuente de ingresos locales para escuelas en los Estados Unidos, lo que refleja una fuerte cultura de control local y una preferencia por la provisión local.

Una fuente ideal de financiamiento local

En los Estados Unidos, la tributación inmobiliaria y el financiamiento escolar están muy relacionados. En 2018–2019, los ingresos destinados a la educación pública fueron de US$ 771.000 millones en total. Casi la mitad (el 47 por ciento) provino de gobiernos estatales; un poco menos de la mitad (el 45 por ciento), de fuentes de gobiernos locales; y una modesta parte (el 8 por ciento), del gobierno federal. De los ingresos locales, alrededor del 36 por ciento provino de los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria. El 8,9 por ciento restante se generó a partir de otros impuestos; tasas y cargos por conceptos como almuerzos escolares y eventos deportivos; y contribuciones de particulares, organizaciones o empresas. 

En muchos aspectos, el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria es un impuesto local ideal para el financiamiento de la educación pública. En un sistema de impuestos sobre la propiedad inmobiliaria bien estructurado y sin limitaciones complejas o confusas, el impuesto es visible y transparente. Los votantes que consideran un gasto local, como una escuela primaria nueva, por ejemplo, tendrán información clara sobre los beneficios y costos. La base del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria es inmóvil; en cambio, para evitar fácilmente un impuesto local sobre las ventas, los compradores pueden conducir unas pocas millas, y los negocios pueden reubicar sus oficinas centrales para evitar pasivos por ingresos locales sobre la renta. 

Además, el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria es estable, como lo demuestra su rendimiento en comparación con el impuesto sobre las ventas y el impuesto sobre la renta cada vez que la economía cae en recesión. Dado que los gobiernos locales dependen principalmente del impuesto sobre las ventas y del impuesto sobre la renta, los estados muchas veces recortan la asistencia a las escuelas durante las recesiones a fin de equilibrar sus presupuestos. Esto significa que, en la mayoría de las recesiones, las escuelas públicas dependen aún más de los ingresos provenientes del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria para compensar la ayuda escolar estatal en baja (ver Figura 1). 

Pero el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria como fuente de financiamiento escolar no está libre de controversias. En la década de 1970, el reconocimiento público de que las desigualdades en el tamaño relativo de las bases de los impuestos locales podían conducir a diferencias en el nivel y la calidad de los servicios públicos originó un debate nacional acerca de la importancia de tener igualdad de oportunidades de acceso a la educación. Como la segunda fuente única más grande de ingresos locales, el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria se convirtió en el punto álgido de este debate y originó propuestas que buscaban que las escuelas dependieran menos de los impuestos locales sobre la propiedad inmobiliaria y que se aumentara la porción estatal del gasto en educación para mitigar las desigualdades educativas. Entre 1976 y 1981, la porción de ingresos para la educación nacional proveniente del impuesto local sobre la propiedad inmobiliaria cayó de aproximadamente el 40 por ciento al 35 por ciento (McGuire, Papke y Reschovsky, 2015). Pero en las tres décadas siguientes, el papel del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria en el financiamiento escolar permaneció notablemente estable, sin desviarse demasiado de ese 35 por ciento. 

En los últimos años, la mayor preocupación de la población respecto de la creciente desigualdad ha ampliado el debate acerca de garantizar igualdad de oportunidades de acceso a la educación y financiamiento adecuado para analizar las necesidades de todos los estudiantes, en especial las de aquellos que pertenecen a grupos tradicionalmente marginados. Algunos sugieren que, para cumplir este objetivo, se debe aumentar la ayuda estatal; sin embargo, en la bibliografía hay resultados contradictorios en cuanto a si la centralización del financiamiento escolar mediante la sustitución de la ayuda estatal por el impuesto local sobre la propiedad inmobiliaria aumenta o disminuye el gasto por alumno y la equidad. Ante el hecho de que la pandemia obligó a reconsiderar las fórmulas de financiamiento escolar, incluso las basadas en la matriculación (ver nota de recuadro), los siguientes extractos de casos de estudio de Michigan, California y Massachusetts ofrecen ejemplos que pueden resultar útiles para otros lugares que analizan cuál es la mejor manera de proporcionar una educación adecuada y equitativa para todos. Massachusetts depende principalmente del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria para financiar las escuelas, mientras que California y Michigan dependen más de la ayuda estatal (ver tabla 1).

 


 

MATRICULACIÓN ESCOLAR Y FÓRMULAS DE FINANCIAMIENTO  

Cuando la pandemia obligó a los estudiantes de todo el país a adoptar el aprendizaje remoto e híbrido, muchas escuelas públicas perdieron matrículas. En el año lectivo 2020–2021, las matrículas se redujeron en un tres por ciento a nivel nacional, en comparación con las del año lectivo 2019–2020. Las disminuciones variaron entre los diferentes estados y grupos de estudiantes, y las caídas más grandes se observaron en jardín de infantes y preescolar, y entre los estudiantes de bajos ingresos y de color (NCES 2021). Dado que la ayuda estatal para las escuelas públicas está vinculada con la cantidad de estudiantes matriculados o que asisten al establecimiento, una baja del presentismo o de la matriculación puede reducir ese ingreso. En respuesta a esas caídas en la matriculación, muchos estados adoptaron políticas a corto plazo para mantener a los distritos escolares indemnes. Delaware y Minnesota, por ejemplo, proporcionaron financiamiento estatal extra a los distritos en baja. Muchos estados, como New Hampshire y California, utilizaron la matriculación previa a la pandemia para calcular la ayuda estatal (Dewitt 2021; Fensterwald 2021). Texas anunció un financiamiento hold-harmless (indemnizatorio) para distritos que perdieron presentismo pero mantuvieron la matriculación presencial, o la aumentaron, en un esfuerzo por impulsar el aprendizaje presencial. Todas estas disposiciones son temporales, y los estados están esperando para ver si recuperan matrículas en 2022–2023. Si no lo hacen, los datos indican que el menor financiamiento para las escuelas con mayores caídas en la matriculación afectará de manera desproporcionada a los hogares de personas de color y de bajos ingresos (Musaddiq et al., 2021). Estas inquietudes fiscales y de equidad están haciendo que los educadores se replanteen la medición del presentismo y la matriculación, y su relación con el financiamiento. 

 


 

Michigan: un impuesto trasladado 

En 1994, los votantes de Michigan aprobaron una propuesta que reducía la dependencia del impuesto local sobre la propiedad inmobiliaria y trasladaba gran parte del financiamiento escolar estatal al impuesto sobre las ventas, entre otros, mientras se reestructuraba la ayuda estatal a las escuelas. Según investigaciones, a corto plazo, este cambio generó un aumento del gasto que mejoró algunos resultados educativos, pero también sucedió que la distribución de fondos no llegó a los estudiantes que más necesitaban el apoyo.  

Los votantes de Michigan habían considerado y rechazado una serie de propuestas que apuntaban a reestructurar los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria y el financiamiento escolar antes de aprobar la Propuesta A en 1994, que reducía la dependencia del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria y aumentaba el impuesto sobre las ventas a pagar por ese alivio de impuestos a la propiedad. Este “traslado de impuestos” aumentó significativamente la ayuda estatal a la educación durante el año en el que se implementó y varios de los años que siguieron, cambió la fórmula básica de la ayuda estatal y la manera de orientar esta asistencia. 

El estado aumentó el impuesto sobre las ventas del cuatro al seis por ciento y depositó los ingresos en el Fondo de Ayuda Escolar. Obtuvo ingresos adicionales del impuesto sobre la renta, el impuesto sobre transacciones inmobiliarias, los impuestos sobre el tabaco, las bebidas alcohólicas, la lotería y un nuevo impuesto del gobierno estatal sobre la propiedad inmobiliaria conocido como Impuesto Estatal para la Educación. Se eliminaron los impuestos locales sobre la propiedad inmobiliaria aplicados para los costos operativos de las escuelas, que habían alcanzado una tasa promedio del 3,4 por ciento antes de la Propuesta A. El estado estipuló una tasa del 1,8 por ciento para el impuesto local sobre la propiedad aplicable a todas las propiedades no ocupadas, y se impuso el Impuesto sobre la Propiedad Inmobiliaria para la Educación, del 0,6 por ciento, a todas las propiedades.

Dentro del marco de la Propuesta A, la ayuda estatal se dirigió explícitamente a los distritos de bajo gasto. Los aumentos de financiamiento estatal se fueron realizando en etapas a lo largo del tiempo, con aumentos importantes para distritos de bajo gasto, pero sin reducir el financiamiento de aquellos que inicialmente habían presentado un gasto alto. Además, los distritos escolares tuvieron opciones limitadas para gastos educativos complementarios (Courant y Loeb, 1997). 

Dado que el impuesto trasladado de Michigan se aprobó hace mucho, podemos observar los impactos de tres recesiones sobre la ayuda estatal y el financiamiento a través del impuesto local sobre la propiedad inmobiliaria. Durante las recesiones de 1990–1991 y 2000–2001, la dependencia de la ayuda estatal disminuyó y, a la vez, aumentó la dependencia del impuesto local sobre la propiedad inmobiliaria. En la Gran Recesión, la dependencia de la ayuda estatal disminuyó, y también lo hizo levemente la dependencia del impuesto local sobre la propiedad. El hecho de que el impuesto sobre la propiedad haya sido menos efectivo como apoyo en la Gran Recesión probablemente se deba a los topes particularmente restrictivos del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria en el estado. El impuesto sobre la propiedad de Michigan está sujeto a los tres tipos principales de tope para este impuesto: tasa, aplicación y tasación. Además, existe una disposición sobre el tope de aplicación que es especialmente restrictiva: no solo exige que bajen las tasas del impuesto cuando la base aumenta rápidamente (“reducciones en el marco de la enmienda Headlee”), sino que, a diferencia de la mayoría de los topes de aplicación estatales, prohíbe que las tasas del impuesto suban sin voto de anulación cuando la base del impuesto sobre la propiedad sube lentamente o baja. Esto tuvo un efecto muy restrictivo sobre los ingresos provenientes del impuesto sobre la propiedad durante la Gran Recesión, cuando el valor de las propiedades cayó (Instituto Lincoln 2020).

Aunque los ingresos reales para educación por alumno aumentaron a un ritmo más rápido inmediatamente después de la aprobación de la Propuesta A, a partir de la recesión de 2000–2001, la ayuda estatal real cayó durante varios años, lo que provocó un crecimiento más lento o bajas en los ingresos reales y los gastos educativos por alumno (ver Figura 2). En un estudio empírico realizado para analizar el impacto de la Propuesta A sobre los ingresos y gastos en la educación K–12, se llega a la conclusión de que “la reforma aumenta el nivel de ingresos y gastos escolares en el ámbito estatal solo en los dos primeros años posteriores a la reforma; eventualmente, este nivel disminuye desde los dos años en adelante” (Choi 2017, 4).  

Cabe señalar que un impuesto trasladado no puede crear un sistema de financiamiento escolar más equitativo. La reestructuración del financiamiento escolar desarrollada en la Propuesta A sí logró reducir las desigualdades en cuanto a gasto escolar por alumno entre los distritos escolares (Wassmer y Fisher, 1996). Esta nivelación se logró principalmente por utilizar la ayuda estatal para aumentar el gasto por alumno en los distritos de gasto más bajo y por imponer algunas restricciones sobre el gasto a distritos de gasto más alto. Pero la Propuesta A de Michigan no estaba diseñada para orientar la ayuda a los niños o a los distritos escolares que más la necesitaban. Lo que hacía era brindar ayuda escolar adicional a distritos escolares que anteriormente habían tenido bajo gasto, que solían ser rurales y de ingreso medio. 

En una evaluación de la equidad y adecuación de los sistemas de financiamiento escolar en las diferentes regiones de los Estados Unidos, se llegó a la conclusión de que los recursos en los distritos más pobres de Michigan son muy inadecuados (Baker et al., 2021). El 37 por ciento de los estudiantes asisten a distritos cuyo gasto está por debajo del monto requerido para lograr las notas nacionales promedio en los exámenes.

La recuperación de la recesión de la COVID-19, junto con el ingreso masivo de fondos federales para la educación, quizás permita que se produzca un giro en el sistema de educación K–12 de Michigan. En su discurso sobre el estado del Estado de 2022, la gobernadora Gretchen Whitmer anunció que su próximo presupuesto incluiría el financiamiento estatal a la educación más grande de los últimos 20 años (Egan 2022).

California: cambio de control 

La narrativa del financiamiento escolar de California ilustra la tensión entre los objetivos de equidad del financiamiento escolar y los objetivos de reducción del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria, y nos brinda una moraleja del peligro de reducir los fondos locales y las consecuencias inesperadas de los límites de tasación. En pos de la equidad educativa, California alejó el enfoque del financiamiento de los gobiernos locales en detrimento del control local. Al intentar controlar los aumentos del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria, los contribuyentes negociaron la equidad horizontal por previsibilidad.  

Antes de 1979, los distritos escolares de California recaudaban más de la mitad de sus ingresos de manera local y ejercían control sobre sus respectivos presupuestos y las tasas del impuesto sobre la propiedad. El litigio sobre financiamiento escolar que comenzó a principio de la década de 1970 impulsó demandas que empezaron a erosionar este control local y a desplazar la autoridad en cuanto a la distribución de los ingresos provenientes del impuesto sobre la propiedad al estado, en un intento por nivelar los ingresos de los distritos escolares. Esta serie de casos, conocida como Serrano v. Priest, estuvo motivada por la preocupación de que las desigualdades entre los distritos escolares en términos de riqueza, generadas por la dependencia de los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria, discriminaran a los pobres e infringieran la cláusula de igual protección de California.

Durante el mismo período, el drástico aumento de los valores del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria sin una disminución compensatoria en su tasa incitó una revuelta tributaria que culminó en la aprobación de la Propuesta 13 en 1978. Esta enmienda constitucional iniciada por los ciudadanos cambió fundamentalmente la naturaleza de las tasaciones del impuesto sobre la propiedad en la plusvalía y las tasas del impuesto. Entre otras cuestiones, la Propuesta 13 limitó la plusvalía al dos por ciento anual y estableció un tope del uno por ciento del valor tasado a las tasas acumulativas del impuesto sobre la propiedad. Combinado con el límite de la tasación, el tope de la tasa dio certeza a los contribuyentes acerca de cuánto podrían aumentar los impuestos sobre la propiedad en el futuro, pero despojó a los gobiernos locales y a los distritos escolares de su capacidad de controlar los niveles de gasto y los presupuestos. Además, la Propuesta 13 instituyó la tasación al valor de compra, según la cual las propiedades se revalúan solo cuando se venden. Esto es un gran incentivo para que los contribuyentes permanezcan en sus casas y agudiza la crisis de asequibilidad de viviendas del estado.

La Propuesta 13 también impidió que los gobiernos y los distritos escolares locales excedan los topes a fin de recaudar fondos para prioridades locales, salvo para medidas de bonos aprobadas por los votantes. Exigió una mayoría de dos tercios de los votos de ambas cámaras de la legislatura de California para aumentar cualquier impuesto estatal y una mayoría de dos tercios de los votos del electorado para que los gobiernos locales impusieran impuestos especiales.

En 1978, las recaudaciones de impuestos para los distritos escolares representaron el 50 por ciento de los ingresos de estos; en 1979, solo representaron un cuarto de los ingresos totales. La porción de los ingresos de los distritos escolares correspondiente a la ayuda estatal, proveniente principalmente de impuestos estatales sobre la renta, escaló del 36 por ciento en 1978 al 58 por ciento en 1979. 

En 1986, la Corte de Apelaciones de California sostuvo que el sistema de financiamiento escolar centralizado del estado cumplía con la constitución estatal. 

La corte observó que el 93 por ciento de los estudiantes de California estaba en distritos con diferencias de gastos relacionados con la riqueza de menos de US$ 100 por alumno, como lo había indicado la corte en 1976. Si bien el tribunal estuvo de acuerdo con las reformas, el hecho de lograr que el gasto por alumno sea más uniforme no ha mejorado ni nivelado definitivamente los resultados educativos.

Juntos, los decretos judiciales y la Propuesta 13 alteraron el panorama de financiamiento escolar de California e inspiraron una onda de rebeliones contra los impuestos y demandas por el financiamiento escolar en todo el país. Las reformas realizadas al financiamiento escolar de California restringieron los ingresos de forma satisfactoria, pero a expensas del control local y en detrimento de la calidad de la educación. Los distritos escolares perdieron el control sobre su fuente principal de ingresos, el gasto por alumno cayó por debajo del promedio nacional (ver Figura 2) y las escuelas públicas observaron disminuciones en los logros académicos y la matriculación (Brunner y Sonstelie, 2006; Downes y Schoeman, 1998). 

Las puntuaciones de las evaluaciones de California se siguen resintiendo. Las puntuaciones de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo (NAEP, por su sigla en inglés) de California demuestran que el rendimiento de los estudiantes se mantiene por debajo del promedio nacional, aunque las brechas se han acortado desde 2013, cuando California sancionó las reformas de financiamiento escolar a través de la Fórmula de Financiamiento del Control Local (LCFF, por su sigla en inglés) (ver Figura 3). Entre otras reformas, la LCFF dirige la ayuda a distritos con altas necesidades a través de subvenciones de concentración y otorga a los distritos mayor discreción sobre cómo utilizar los fondos.

Según un análisis realizado, las reformas desempeñaron un papel importante en la rápida disminución de la matriculación en escuelas públicas en la década del 70, y un papel parcial en el rápido aumento de la matriculación en escuelas privadas durante el mismo período (Downes y Schoeman, 1998). 

Los esfuerzos continuos por enmendar la constitución estatal a fin de eliminar la tasación al valor de compra para propiedades no residenciales demuestran insatisfacción a largo plazo con la Propuesta 13 entre algunos californianos. Estas propuestas, denominadas “split-roll”, suelen debatirse, pero pocas veces se someten a votación. Los votantes casi rechazaron una de ellas, la Propuesta 15, en noviembre de 2020. La Propuesta 15 habría hecho regresar varias propiedades comerciales e industriales a la tasación al valor de mercado, preservando la tasación al valor de compra para propiedades residenciales y la mayoría de las pequeñas empresas.

Massachusetts: ayuda dirigida 

El caso de Massachusetts indica que dirigir la ayuda estatal a los distritos escolares que más la necesitan y asociar las normas de contabilidad con una mayor ayuda escolar puede generar resultados académicos contundentes. El estado también pudo reducir la dependencia del impuesto sobre la propiedad inmueble y, a la vez, mejorar el sistema de ese impuesto. Sin embargo, los últimos años demuestran que incluso los sistemas de financiamiento escolar fuertes pueden retroceder y deben volver a evaluarse periódicamente. 

En 1980, Massachusetts sancionó un tope al impuesto sobre propiedades inmuebles conocido como Propuesta 2½. Los dos componentes más importantes de la Propuesta 2½ limitan el nivel y el aumento de los impuestos sobre la propiedad: no pueden exceder el 2,5 por ciento del valor total de la tasación en un municipio, y los ingresos provenientes del impuesto no pueden aumentar más del 2,5 por ciento anual. Dado que las escuelas K–12 pertenecen a los gobiernos municipales y locales del estado, y no a gobiernos independientes como en algunos estados, la Propuesta 2½ afecta directamente a las escuelas.

Se podría esperar que, al lograr depender menos del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria en un estado que no permite a los gobiernos locales aplicar impuestos sobre las ventas o sobre la renta, se podrían limitar significativamente los ingresos de los gobiernos locales. Pero los gobiernos locales tuvieron suerte en cuanto al momento en el que se sancionó la Propuesta 2½. El tope tributario entró en vigencia al comienzo de un período de crecimiento económico significativo al que, por la popularidad del estado, se lo llamó “Milagro en Massachusetts”. Esto permitió al estado aumentar la ayuda a las localidades, lo que amortiguó el impacto del tope del impuesto.

Otro hecho importante es que la Propuesta 2½ no fue una enmienda constitucional, sino una ley que la legislatura podía modificar, y así lo hizo. En conjunto, la Propuesta 2½ tuvo “un impacto menor del que quienes la apoyaron habían esperado o del que sus detractores habían temido” (Cutler, Elmendorf y Zeckhauser, 1997). Si bien no es perfecta, la Propuesta 2½ es menos restrictiva y distorsionadora que muchos topes al impuesto sobre la propiedad inmobiliaria de otros estados (Wen et al., 2018). 

Durante la década de 1980, el estado también reformó el sistema tributario sobre la propiedad inmobiliaria y pasó a tasar las propiedades al valor total de mercado. Antes de esta reforma, la mayoría de las propiedades, en especial las residenciales, se tasaban a un valor mucho menor que el de mercado, y las propiedades de altos ingresos recibían un tratamiento preferencial. La Propuesta 2½ creó un incentivo para pasar al valor total por el tope del 2,5 por ciento sobre el impuesto a la propiedad. 

Como, a principios de la década de 1990, el estado estaba saliendo de una recesión profunda, la calidad de las escuelas públicas había provocado gran insatisfacción. La Alianza Empresarial para la Educación en Massachusetts publicó Every Child a Winner en 1991, en el que exigía “altos estándares, responsabilidad en cuanto a rendimiento y distribución equitativa de los recursos entre los distritos escolares” (MBAE 1991). El tribunal superior estaba analizando una demanda por equidad que se había interpuesto en 1978, y la Junta de Educación del estado publicó un informe en el que se resaltaban algunas deficiencias de las escuelas (Chester 2014).

En 1993, un año decisivo, la legislatura del estado aprobó la Ley de Reforma Educativa de Massachusetts (MERA, por su sigla en inglés) y, en McDuffy, el tribunal superior falló que el estado no estaba cumpliendo su obligación constitucional de brindar educación adecuada para todos los estudiantes. La MERA incluía varios componentes importantes, como un gran aumento de la ayuda estatal para la educación (de US$ 1.600 millones en 1993 a US$ 4.000 millones en 2002) y una nueva fórmula de financiamiento escolar dirigida a los distritos que más la necesitaban. Otros componentes de la MERA eran estándares curriculares y rendición de cuentas. En 1998, se administró por primera vez el Sistema de Evaluación Exhaustiva de Massachusetts (MCAS, por su sigla en inglés) para medir los logros de los estudiantes.

En una segunda demanda por el financiamiento escolar (Hancock v. Driscoll) que se interpuso en 2005, la Corte Suprema de Justicia llegó a la conclusión de que “un sistema inmerso en el fracaso dio lugar a otro que, aunque está lejos de ser perfecto, muestra una trayectoria constante de progreso” (Costrell 2005, 23). El logro de Massachusetts se refleja en la mejora de las puntuaciones del estado en las pruebas de la NAEP (ver Figura 3). 

Aunque la intención original era volver a evaluar y, de ser necesario, revisar periódicamente la fórmula de financiamiento escolar del estado, eso no sucedió. Además, después de varios años de crecimiento de la ayuda escolar del estado, se implementaron recortes en 2004 y, después, nuevamente en 2009, tras el inicio de la Gran Recesión.

En 2015, se creó una Comisión de Revisión del Presupuesto de la Fundación para analizar el sistema de ayuda escolar del estado (Ouellette 2018). La comisión llegó a la conclusión de que los gobiernos locales estaban soportando una porción desproporcionada del costo de educación de los niños y que varios elementos del programa de ayuda de la fundación, como la manera en la que se consideraban los costos de seguro de salud, eran obsoletos. 

En 2019, la legislatura aprobó la Ley de Oportunidades Estudiantiles (SOA, por su sigla en inglés), firmada también por el gobernador Charlie Baker, que otorga una ayuda escolar adicional de US$ 1.500 millones, mejor dirigida a estudiantes de bajos ingresos. Este sistema de ayuda escolar revisado se diseñó para implementarse en etapas dentro de un plazo de siete años. En 2020, el estado retrasó los aumentos de financiamiento debido a las incertidumbres económicas relacionadas con la pandemia. Sin embargo, en 2021, la legislatura financió íntegramente la ley por primera vez (Martin 2021).

Búsqueda de la combinación perfecta 

Ni la ayuda estatal ni el impuesto sobre la propiedad inmobiliaria pueden ofrecer un financiamiento escolar adecuado, estable y equitativo por sí solos. Sin embargo, si se combinan bien, pueden proporcionar los tres. Al igual que un tejido, en el que debe haber hebras transversales y longitudinales (la trama y la urdimbre), un sistema de financiamiento escolar razonable requiere un impuesto sobre la propiedad inmobiliaria y una ayuda escolar estatal bien diseñados.

El sistema de financiamiento estatal y local debe proporcionar fondos suficientes para que todos los niños, independientemente de su raza, etnia o ingresos, puedan recibir una educación adecuada. Cuando se diseña correctamente, la ayuda estatal puede garantizar que todos los distritos escolares sean capaces de brindar una educación adecuada y debilitar la relación entre riqueza fiscal sobre la propiedad por alumno y el financiamiento educativo por alumno, sin sacrificar los beneficios que proporcionan una base estable del impuesto sobre la propiedad y el control local de las escuelas públicas.

 


 

Daphne Kenyon es miembro permanente de políticas tributarias en el Instituto Lincoln. Bethany Paquin es analista de investigación sénior en el Instituto Lincoln. Semida Munteanu es directora adjunta de valuación y mercados de suelos en el Instituto Lincoln. 

Crédito de la imagen principal: skynesher via Getty Images.

 


 

Referencias 

Baker, Bruce, Matthew Di Carlo, Kayla Reist y Mark Weber. 2021. The Adequacy and Fairness of State School Finance Systems, año lectivo 2018–2019, cuarta edición. Albert Shanker Institute y Rutgers University Graduate School of Education. Diciembre. 

Brunner, Eric J. y Jon Sonstelie. 2006. “California’s School Finance Reform: An Experiment in Fiscal Federalism”. Documentos de trabajo económicos 200609. Hartford, CT: Universidad de Connecticut.

Chester, Mitchell. 2014. Building on 20 Years of Massachusetts Education Reform. Departamento de Educación Primaria y Secundaria de Massachusetts.

Choi, Jinsub. 2017. “The Effect of School Finance Centralization on School Revenue and Spending: Evidence from a Reform in Michigan”.  Actas, Conferencia Anual de la Asociación Nacional de Impuestos (110): 1–31.

Costrell, Robert M. 2005. “A Tale of Two Rankings: Equity v. Equity”. Education Next, verano: 77–81.

Courant, Paul N. y Susanna Loeb. 1997. “Centralization of School Finance in Michigan”. Journal of Policy Analysis and Management 16 (1): 114–136.

Cutler, David M., Douglas W. Elmendorf y Richard Zeckhauser. 1997. “Restraining the Leviathan: Property Tax Limitation in Massachusetts”. Documento de trabajo 6196. Cambridge, MA: Oficina Nacional de Investigación Económica.

Dewitt, Ethan. 2021. “School Enrollment Decline Persists Despite Return to Classrooms”. New Hampshire Bulletin, 24 de noviembre.

Downes, Thomas A. y David Schoeman. 1998. “School Finance Reform and Private School Enrollment: Evidence from California”. Journal of Urban Economics 43 (418–443).

Education Week. 2020. “The Coronavirus Spring: The Historic Closing of U.S. Schools (A Timeline)”. 1.° de julio.

Egan, Paul. 2022. “Whitmer Budget to Propose Billions Extra for Schools, Five Percent Boost in Per-Pupil Grant”. Detroit Free Press. 6 de febrero.

Fensterwald, John. 2021. “Projected K–12 Drops in Enrollment Pose Immediate Upheaval and Decade-long Challenge”. EdSource, 18 de octubre.

Griffith, Michael. 2021. “An Unparalleled Investment in U.S. Public Education: Analysis of the American Rescue Plan Act of 2021”. Learning in the Time of COVID. Washington, DC: Instituto de Políticas de Aprendizaje.

Korman, Hailly T.N., Bonnie O’Keefe y Matt Repka. 2020. “Missing in the Margins 2020: Estimating the Scale of the COVID-19 Attendance Crisis”. Bellwether Education, 21 de octubre.

Instituto Lincoln. 2020. “Towards Fiscally Healthy Michigan Local Governments”. Cambridge, MA: Instituto Lincoln de Políticas de Suelo, octubre.

Martin, Naomi. 2021. “Low-Income Students Are Receiving ‘Game-Changer’ Student Opportunity Act Funding”. Boston Globe. 17 de julio.

MBAE. 1991. “Every Child a Winner”. Boston, MA: Alianza Empresarial para la Educación en Massachusetts.

McGuire, Therese J., Leslie E. Papke y Andrew Reschovsky. 2015. “Local Funding of Schools: The Property Tax and Its Alternatives”. En Handbook of Research in Education Finance and Policy, 392–407. Nueva York, NY: Routledge.

Musaddiq, Tareena, Kevin Stange, Andrew Bacher-Hicks y Joshua Goodman. 2021. “The Pandemic’s Effect on Demand for Public Schools, Homeschooling, and Private Schools”. Documento de trabajo 29262. Cambridge, MA: Oficina Nacional de Investigación Económica.

NCES. 2021. “New Data Reveal Public School Enrollment Decreased 3 Percent in 2020–2021 School Year”. Publicación en blog. Centro Nacional de Estadísticas Educativas. 26 de julio.

Ouellette, John. 2018. “Two Decades into Education Reform Effort, Commission Calls for Substantial Changes to Funding Formula”. Municipal Advocate: 29 (2). 

Sawchuk, Stephen. 2020. “When Schools Shut Down, We All Lose”. Education Week. 20 de marzo. 

Wassmer, Robert W. y Ronald C. Fisher. 1996. “An Evaluation of the Recent Move to Centralize the Funding of Public Schools in Michigan”. Public Budgeting and Finance 16 (otoño): 90-112.

Wen, Christine, Yuanshuo Xu, Yunji Kim y Mildred E. Warner. 2018. “Starving Counties, Squeezing Cities: Tax and Expenditure Limits in the U.S.” Journal of Economic Policy Reform 23(2): 101-119.

Four people sit in chairs in a room

Land Matters Podcast: Orchestrating Impact: Retiring Scholars Reflect on the Lincoln Institute

By Anthony Flint, Febrero 2, 2023

Having impact at a nonprofit research organization requires being both determined and nimble, according to three scholars who retired last year from the Lincoln Institute of Land Policy after decades of service.

The three scholars—geographer and urbanist Armando Carbonell, who led programs in urban planning and land conservation; Daphne Kenyon, an economist studying the property tax and municipal finance; and economist Martim Smolka, director of the organization’s Latin America program—share reflections about their work and the Lincoln Institute in a special edition of the Land Matters podcast.

Though they pursued different areas of inquiry during their time at the organization, they found common themes, like the central task of assembling and convening a network of practitioners, and continually inviting feedback to keep up to date on the challenges and emerging issues in their fields.

One such network formed in the 1980s when Boston attorney Kingsbury Browne brought together a handful of people who were establishing conservation easements to safeguard ecosystems across the United States. The value of exchanging information about tax laws and land conservation was deemed to be so great, the group ended up forming the Land Trust Alliance, which now represents nearly 1,000 land trusts with some 60 million acres in conservation.

Another area of critical importance: communicating in plain terms and being attentive to different audiences, whether the topic is climate migration or informal settlements or the way the property tax pays for essential local services including schools. The interviewees cite Lincoln Institute projects like the State-by-State Property Tax At a Glance website, the Making Sense of Place film series, and a role-playing game that leads participants through the steps of functioning land markets as successful examples of this approach.

The three scholars (bios below) also recall how they first discovered and interacted with the Lincoln Institute—all of them starting more than 30 years ago—and share their experiences putting together extensive programming over that time. They also look ahead to the daunting challenges awaiting future generations working in the nonprofit realm.

Martim O. Smolka, former senior fellow and director of the Program on Latin America and the Caribbean, is an economist. His areas of expertise include land markets and land policy, access to land by the urban poor, the structuring of property markets in Latin America and property tax systems, including the use of land value increment charges to finance urban development and infrastructure. A graduate of the University of Pennsylvania (MA/PhD), he is co-founder and former president of the Brazilian National Association for Research and Graduate Studies on Urban and Regional Planning.

Daphne A. Kenyon, PhD, is a former resident fellow in tax policy at the Lincoln Institute of Land Policy. Her specialty is state and local public finance, with an emphasis on the property tax. She serves as the president of the National Tax Association. Kenyon’s prior positions include principal of D.A. Kenyon & Associates, a public finance consulting firm; professor and chair of the economics department at Simmons College; senior economist with the U.S. Department of the Treasury and the Urban Institute; and assistant professor at Dartmouth College. Kenyon earned her BA in economics from Michigan State University and her MA and PhD in economics from the University of Michigan. She has published numerous reports, articles, and three books. Her research has been cited in The New York Times and The Economist, among other publications. Her latest work was writing a major revision of the 2007 report The Property Tax-School Funding Dilemma with co-authors Bethany Paquin and Andrew Reschovsky.

Armando Carbonell served as head of the Lincoln Institute’s urban planning program. After attending Clark University and the Johns Hopkins University, Carbonell spent the early part of his career as an academic geographer. He went on to initiate a new planning system for Cape Cod, Massachusetts, as the founding Executive Director of the Cape Cod Commission. In 1992 he was awarded a Loeb Fellowship at the Graduate School of Design at Harvard University. Carbonell later taught urban planning at Harvard and the University of Pennsylvania and served as an editor of the British journal Town Planning Review. He has consulted on master plans in Houston, Texas, and Fujian Province, China, and is the author or editor of numerous works on city and regional planning and planning for climate change, including Nature and Cities: The Ecological Imperative in Urban Design and Planning. Carbonell is a Fellow of the American Institute of Certified Planners, Fellow of the Academy of Social Sciences (UK), and Lifetime Honorary Member of the Royal Town Planning Institute (UK).

You can listen to the show and subscribe to Land Matters on Apple PodcastsGoogle PodcastsSpotifyStitcher, or wherever you listen to podcasts.

And for the first time, this episode of Land Matters can also be viewed as a video on YouTube.


Further Reading

Implementing Value Capture in Latin America

Seven Need-to-Know Trends for Planners in 2023

Rethinking the Property Tax-School Funding Dilemma
 


Anthony Flint is a senior fellow at the Lincoln Institute of Land Policy, host of the Land Matters podcast, and a contributing editor of Land Lines.

Image: (Left to Right): Daphne Kenyon, Martim Smolka, Armando Carbonell, and Anthony Flint.

Solicitud de propuestas

Research on Land-Based Financing Approaches for Climate Action

Submission Deadline: March 23, 2023 at 11:59 PM

The Lincoln Institute of Land Policy invites proposals for original research that examines opportunities for, and challenges with, implementing land-based financing (LBF) instruments, including land value capture, to promote and fund climate adaptation, mitigation, or resiliency measures, with a focus on equity, urban form, and nature-based solutions. The research should help inform practitioners, policy makers, and decision makers.   

The geographic focus of this RFP is global. Proposals will be reviewed competitively according to the weighted evaluation criteria indicated below. Outputs are expected to result in working papers appropriate for publication. 

Research Themes 

The following issues and themes are of interest to the Lincoln Institute, but the list is not exhaustive, and applicants may submit a proposal that addresses other topics or issues. However, the proposal must consider LBF as a tool for climate action by addressing the following: 

  • The necessary enabling conditions for the use of LBF for climate action, including but not limited to, market conditions, public perception of risk, and the pricing of climate risk in land markets 
  • The legal, regulatory, and institutional considerations for using LBF for climate action, including informal or nontraditional forms 
  • The types of climate action, including infrastructure investments and regulatory action, that have the greatest potential for the application of LBF 
  • Temporal considerations for LBF for climate action (e.g., charges for long-term benefits of climate action or the timeframe for realizing land value increments). 
  • Innovative uses of LBF for climate action 
  • The potential nonrevenue-related benefits of LBF for climate action, such as equity 
  • Unintended outcomes (positive or negative) of the approaches, with an emphasis on equity 

Proposals 

Proposals must be submitted online via the web-based application form and must follow the complete RFP guidelines. Proposals submitted by email or mail will not be accepted. Incomplete proposals, proposals received after the due date, or proposals that do not adhere to the format defined in the guidelines will not be accepted.   

Proposals must be submitted in English. The final work produced pursuant to the RFP (if selected for an award) must be in English. 

Evaluation Criteria 

The Lincoln Institute will evaluate proposals based on the following criteria: 

  • The project’s relevance to the RFP’s theme of land-based finance tools for climate action: 35 percent 
  • Rigor of proposed methodology: 25 percent 
  • Potential impact and usefulness of the research for practitioners: 25 percent 
  • Capacity and expertise of the team and relevant analytical and/or practice-based experience: 15 percent 

Detalles

Submission Deadline
March 23, 2023 at 11:59 PM

Palabras clave

adaptación, mitigación climática, medio ambiente, gestión de crecimiento, infraestructura, especulación del suelo, uso de suelo, planificación de uso de suelo, valor del suelo, tributación del valor del suelo, impuesto a base de suelo, gobierno local, salud fiscal municipal, planificación, tributación inmobilaria, finanzas públicas, políticas públicas, regímenes regulatorios, resiliencia, tributación, transporte, urbano, desarrollo urbano, valuación, recuperación de plusvalías, impuesto a base de valores, zonificación

Nueva publicación: Impuesto predial en Asia

Impuesto predial en Asia: política y práctica
Octubre 31, 2022

 

El impuesto a la propiedad inmobiliaria tiene un gran potencial como fuente de renta para los gobiernos locales en Asia, pero su implementación no ha sido equitativa. El libro nuevo del Instituto Lincoln, Property Tax in Asia: Policy and Practice brinda el primer análisis integral del rendimiento de este instrumento fiscal fundamental en el continente más grande del mundo.

Este libro, escrito por un equipo de expertos líderes y editado por William McCluskey, Roy Bahl y Riël Franzsen, brinda un análisis comparativo y recomendaciones detalladas para académicos y gestores de políticas. Contiene 13 estudios de caso detallados sobre esta región, que es el hogar de casi la mitad de la población mundial, y brinda el análisis más completo a la fecha de las leyes, las prácticas administrativas, las propuestas de reforma, la tecnología y los debates políticos que dan forma a la tributación inmobiliaria en países de todos los tamaños y niveles de ingresos. 

Mediante los casos de estudio de estos 13 países y regiones, se descubrió que los métodos para modernizar el impuesto a la propiedad inmobiliaria varían en gran medida, por ejemplo, en cómo se aprovecha la ventaja que brinda la tributación como medida para aumentar la renta y convertirla en un instrumento para racionalizar la política de uso del suelo y fomentar la equidad social”, escriben los editores. 

En el libro, se pone de manifiesto que, por lo general, los países más ricos, como Japón, Corea y Singapur, tienen sistemas de tributación inmobiliaria que funcionan correctamente, aunque se enfrentan a desafíos, como la falta de información sobre la propiedad de las cada vez más numerosas viviendas abandonadas de Japón. En China y Vietnam, donde no se permite la propiedad privada del suelo, los gobiernos locales recurren en gran medida a tarifas por uso del suelo que se cobran por única vez, pero son menos confiables y estables que los impuestos que se recaudan en forma continua. Además, muchas áreas de menores ingresos se enfrentan a bases imponibles reducidas, subvaluación de los bienes inmuebles, incumplimiento y desafíos políticos. El libro, que reconoce que las condiciones varían mucho, recomienda diez direcciones para la reforma, desde aclarar las funciones gubernamentales hasta aprovechar el poder de la tecnología de la información. 

Property Tax in Asia (Impuesto predial en Asia) es el último título de una serie de libros del Instituto Lincoln en la que se analiza la tributación inmobiliaria en distintos continentes. También conforman la serie Property Tax in Africa (Impuesto predial en África) (2017) y Sistemas del impuesto predial en América Latina y el Caribe (publicado en español, 2016). 

 


 

Crédito de la fotografía: yongyuan via Getty Images.

Private Development Programs for Weak Markets

Marzo 7, 2023 | 12:00 p.m. - 1:00 p.m.

Free, offered in inglés

Watch the recording

In this second webinar in the series, “Building Equity and Market Strength in Legacy Cities: Context-Driven Equitable Development,” speakers present emerging programs driven by for-profit developers to build local market strength, often with a focus on meeting the needs of existing residents or supporting minority contractor business development. The first webinar, Equitable Development Programs for New Construction in Weak Markets, takes place February 28.

Moderator

Headshot of Robie Suggs

Robie Suggs is responsible for all lending-related activity, including loan processing, underwriting, construction management and credit risk/asset management. She builds and maintains strong relationships with developers, nonprofits, business owners, and financial partners to originate, underwrite, and close loans in support of CDF’s mission and resident-driven community plans. She came to CDF from First Financial Bank, where she was Vice President of Strategic Partnerships, Economic Development, and Community Outreach.

Speakers

Headshot of Shannon Morgan

As Managing Partner of Renovare Development, Shannon Morgan is a housing expert and experienced leader with a diverse real estate background, specializing in building, rehabilitation, and development within urban areas, rural main streets and communities in numerous states throughout the country. Shannon has vast experience in working with various tax credits, brownfield developments, and transit-oriented projects; completing thousands of units of mixed income housing with a focus on projects that promote sustainability, urban revitalization, and a sense of place. Shannon is actively engaged in maintaining relationships with key stakeholders, legislators, local units of governments and aligned interest groups to develop and support policies and legislation affecting federal and state smart growth housing and development. She has championed several different pieces of legislation that were passed both federally and at the state level.

Headshot of Brian Potts

Brian Potts is the Managing Partner of The Ridgewood Group, a firm that specializes in the acquisition, revitalization and management of single family and multifamily properties. Mr. Potts focuses his work on value-add projects in core urban neighborhoods in Springfield and Dayton. He received his Bachelor of Business Administration from The Ohio State University and his Master’s in Accounting from The University of Illinois Urbana-Champaign. Mr. Potts also holds an Ohio Real Estate Broker’s License. Brian resides in Springfield with his wife and two children.

Ryan Bates is CEO of Bates Development, a Louisiana certified minority real estate development company focusing on incentive development by utilizing low income housing tax credits, federal and state historic tax credits, and state/federal agency programs for funding. Ryan has completed developments for multifamilyaffordable housing, market rate housing, hotels, and commercial usage. Ryan also currently serves as Vice President of Development for IDP Properties, a boutique real estate development firm headquartered in Valdosta, GA that invests in and redevelops affordable housing communities. Ryan is responsible for real estate development and new business opportunities in the Louisiana Market.  Ryan is a board member for the Urban Development Fund, a New Market Tax Credit Development Entity.

Main image credit: Neighborhood Allies


Detalles

Fecha(s)
Marzo 7, 2023
Time
12:00 p.m. - 1:00 p.m.
Registration Period
Enero 19, 2023 - Marzo 7, 2023
Idioma
inglés
Registration Fee
Free
Costo
Free

Palabras clave

desarrollo comunitario, desarrollo, desarrollo económico, economía, vivienda, inequidad, planificación, tributación inmobilaria

Equitable Development Programs for New Construction in Weak Markets

Febrero 28, 2023 | 12:00 p.m. - 1:00 p.m.

Free, offered in inglés

Watch the recording

 

This webinar is the first in a two-part series, “Building Equity and Market Strength in Legacy Cities: Context-Driven Equitable Development.” Register separately for the second webinar. 

Weak market conditions severely limit policy and programmatic options for addressing inequity in legacy cities. But equitable real estate development is possible with creativity, local knowledge, and sensitivity to protecting burgeoning market strength.  

Greater Ohio Policy Center and the Lincoln Institute recently published a working paper, Building Equity: Equitable Real Estate Development Strategies for Weak Markets, which outlines several of these approaches. 

In this series, we examine strategies identified in the working paper that promote equitable outcomes while also protecting against overstepping and diminishing the market strength essential to sustained revitalization. We also share efforts led by private developers to strengthen real estate markets through innovative, equity-driven approaches. 
 
This webinar series will interest practitioners in legacy cities who want to learn about policies and programs that can work in weak markets. Strategies covered range from emerging interventions to more established programming aimed at ensuring the gains from economic development benefit all residents. 

Webinar 1: Equitable Development Programs for New Construction in Weak Markets 
February 28, 2023

This webinar will present detailed examples of strategies applicable in weaker real estate markets that can deliver equity benefits in novel ways. These strategies are suitable for local actors working in places that cannot sustain broad inclusionary housing policies or exactions due to the lack of market strength, political will, or both. 
 

Moderator

Headshot of Beverley Loyd

Beverley Loyd, CPA is Managing Director of Lending for Michigan and Ohio at IFF, a nonprofit financial institution. In her role, Beverley develops and implements strategies to serve the needs of nonprofit clients throughout the region, while providing leadership to a team of experienced lenders who are passionate about community development. With more than 20 years’ experience in commercial lending, Beverley brings her expertise in designing financial solutions for organizations of all sizes throughout Michigan and Ohio. Before joining IFF, she worked as a bank officer focused on the commercial and real estate markets for several Detroit-based banks. Beverley obtained her Master’s Degree in Finance at Walsh College and a Bachelor’s in Business Administration, with an emphasis in Accounting at the University of Michigan-Flint. She has taught Accounting, Finance, and General Business courses for more than 15 years at the graduate and undergraduate levels. She is a Certified Public Accountant, with experience in audit and taxation. Beverley has spent a lifetime dedicated to community service by participating in numerous charitable events, serving on nonprofit boards and committees, supporting fundraising activities that provide scholarships to local students, conducting financial workshops, and other programs and activities. Family is the joy in her life with 3 daughters, 2 granddaughters, and 3 grandsons. She also enjoys travel, gardening, and home improvement projects.

Speakers

Headshot of Matt Madia

As the Director of Real Estate Services, Matt Madia leads Neighborhood Allies’ Centralized Real Estate Accelerator. The Accelerator is a new, comprehensive, and community-based real estate model aimed at increasing the flow of capital to development projects in low-income neighborhoods and creating wealth-building opportunities for traditionally underserved residents. Prior to joining Neighborhood Allies, Matt served as Chief Strategy and Development Officer at Bridgeway Capital where he where he underwrote and structured community development and small business transactions and worked with community and regional leaders to direct additional resources to underserved neighborhoods. Matt brings with him a decade of financial tool development in the development sector and has raised nearly $25M in grants and $40M in structured debt. Previously, he spent six years as a policy analyst at a Washington DC-based public interest group, analyzing and lobbying for regulations and legislation more protective of consumer health, worker safety, and the environment.

Headshot of Brian Ogawa

Brian Ogawa is a Senior Commercial Real Estate Associate for the Port of Greater Cincinnati Development Authority. His responsibilities include pre-development financial underwriting and analysis of due diligence items for strategic dispositions, acquisition, and developments for multi-family and commercial properties. Ogawa also serves as project manager for stabilization and environmental remediation projects, which includes soliciting bids, managing budget, and contractors. Prior to joining the Port, Brian served as a development analyst and senior development officer with the City of Cincinnati’s Department of Community and Economic Development. In this role, he managed the underwriting and approval process for incentive packages for large-scale real estate development projects, including tax increment financing, loans, grants, and tax abatements. He also worked closely with the neighborhood stakeholders and managed multiple grant programs geared towards revitalizing neighborhood business districts. Brian received his undergraduate and graduate degrees from Xavier University.

Cory Riordan has served as Executive Director of Tremont West Development Corporation since 2012. During his tenure with the organization he has worked to expand quality of life initiatives for all residents through expansion of healthy food access, creation of recreation programs, and development of commercial activity that serves the residents of the neighborhood. Cory has also guided planning and development processes that have resulted in millions of dollars of investment in the Tremont neighborhood. Over the past few years, the organization is taking a more active role in ensuring affordable housing. Previously, Cory served as the Executive Director of St. Clair Superior Development Corporation on the near east side of Cleveland. He believes strongly in the work of community development corporations and their ability to help build great neighborhoods. He believes in the people of Cleveland and their communities to overcome challenges and work together for a bright future. Cory obtained his Master’s Degree in Urban Planning Design and Development in 2007 from Cleveland State University and a Bachelor’s Degree in Political Science from Ohio University in 2002. He lives in Cleveland with his wife and two children.

Webinar 2: Private Development Programs for Weak Markets 
March 7, 2023

Register separately for the second webinar in this series, which will concentrate on programs driven by for-profit developers to build local market strength, often with a focus on meeting the needs of existing residents or supporting minority contractor business development. 

Main image credit: General Building Contractors Association


Detalles

Fecha(s)
Febrero 28, 2023
Time
12:00 p.m. - 1:00 p.m.
Registration Period
Enero 19, 2023 - Marzo 1, 2023
Idioma
inglés
Registration Fee
Free
Costo
Free

Palabras clave

desarrollo comunitario, desarrollo, desarrollo económico, economía, vivienda, inequidad, planificación, tributación inmobilaria

Oportunidades de becas

2023 Lincoln Institute Scholars Program

Submission Deadline: March 31, 2023 at 11:59 PM

This program provides an opportunity for recent PhDs, one to two years post-graduate and specializing in public finance or urban economics, to work with senior academics. 

Lincoln Institute Scholars will be invited to the Institute for a program on May 17–19, 2023, that will include:  

  • presentations by a panel of journal editors on the academic publication process; 
  • a workshop in which senior scholars comment on draft papers written by the Lincoln Institute Scholars; 
  • an opportunity for the Lincoln Institute Scholars to present their research; and 
  • a seminar in which leading scholars in public finance and urban economics present their latest research. 

For information on previous Lincoln Scholars, please visit Lincoln Institute Scholars Program Alumni. 


Detalles

Submission Deadline
March 31, 2023 at 11:59 PM


Descargas


Palabras clave

economía, tributación inmobilaria, finanzas públicas

This Simple Policy Tool Can Make Property Taxes Fairer and Ease Homeowner Hardship

By Jon Gorey, Diciembre 6, 2022

 

Home values catapulted upward during the COVID-19 pandemic, with the median price of an existing single-family home rising an astonishing 44.3 percent between the third quarter of 2019 and the same period this year, according to the National Association of Realtors.  

While fast-rising mortgage rates have helped slow that runaway price growth, home values in many areas have plateaued at new heights.

As communities update their assessment rolls to reflect higher home values, they can adjust their tax rates downward to avoid increasing residents’ tax bills. But even when those tax bills do rise, various forms of property tax relief can help communities ease the burden, especially for seniors and low-income homeowners.

“It’s so important that the property tax be stable and affordable,” says Joan Youngman, senior fellow at the Lincoln Institute of Land Policy, author of A Good Tax, and coauthor of the Policy Focus Report Property Tax Relief for Homeowners.  

Making a Good Tax Better 

The property tax is an essential—and relatively efficient—way to fund local government. Unlike income and sales taxes, the property tax remains fairly steady through the booms and busts of the business cycle. Its high visibility and tangible trade-offs promote civic engagement and transparency around local spending decisions. And the property tax can actually be a fairly progressive revenue raiser, taking a smaller share of homeowners’ incomes as earnings fall.  

This is especially true in areas that provide some form of property tax relief—such as Boston, which has offered residents a generous homestead exemption for decades.  

Such an exemption reduces the property tax owed on a principal residence, either by protecting a portion of the property’s value from taxation, or by offering a partial credit against the tax bill. It’s a fairly broad and simple policy tool—but it’s also a powerful one that can make the property tax more equitable. 

That’s important, because research has found that low-priced properties can be overassessed—and thus unfairly overtaxed compared with more expensive homes, potentially creating a regressive and inequitable tax structure that punishes poorer homeowners. 

“It’s inherently difficult to assess really low-priced properties,” says Daniel McMillen, professor of finance at the University of Illinois at Chicago. “A small mistake translates into a high percentage.” On a $900,000 home, McMillen explains, an assessment that misses the mark by a few thousand dollars is almost negligible. “But at $90,000, then $5,000 or $10,000 is a pretty serious error.” 

In a new working paper, Lincoln Institute fellow Ron Rakow shows how a homestead exemption can easily and completely compensate for such errors.  

When analyzing assessment data in the Boston area, Rakow found that, despite a tendency for low-priced properties to be overassessed, the effective property tax rate wasn’t regressive at all. In fact, because the homestead exemption offers proportionally more relief for lower-priced homes, Boston’s property tax was actually significantly progressive.  

“We’ve done a little bit more research into some of the concerns about assessment equity,” Rakow says, “and it’s really revealed how effective homestead exemptions can be.”  

A Progressive Tax Tool at Work in Boston 

Different types of homestead exemptions exist, but here’s how Boston’s program works: The taxable value of a homeowner’s principal residence gets reduced by a flat dollar amount, equivalent to 35 percent of the average assessed home value in the city that year. In 2021, that meant the first $295,503 of a primary residence’s value was exempt from property taxes.   

So if a Boston resident’s condo was assessed at $395,000 that year, the owner would only have to pay property taxes on the last $100,000 or so of the home’s value—a discount of roughly 75 percent. The resident-owner of a $1 million property would get a more modest discount of 30 percent, while owners of second homes and investment properties pay full freight.  

The flat dollar amount, which automatically adjusts annually, is an important feature. Some programs exempt a set percentage of a property’s value—the first 10 percent, for example—but that doesn’t add any progressivity to the tax, since high-priced homes benefit at the same rate. (Flat dollar homestead credits—which allow all residents to receive, say, $200 off their property tax bill—also offer progressively more relief for lower-value homes.)  

The simplicity of Boston’s program makes life easier for residents and city officials alike.  

“One of the big advantages for a flat dollar homestead exemption or credit over other types of property tax relief is that it can be very easy to administer, and for taxpayers to participate in,” says Adam Langley, associate director of tax policy at the Lincoln Institute and coauthor of the report Property Tax Relief for Homeowners. While other policies target relief more narrowly to lower-income homeowners or seniors, and are thus more cost-effective, Langley says, they’re also more complicated to operate and to apply for, bringing down participation rates.  

Boston’s exemption program requires homeowners to apply only once, after which they’re automatically enrolled until they move, sell the home, or die. The city has partnered with the Massachusetts Department of Revenue so it can use income tax records to verify residency status. “Before, in order to establish residency, we used to have people bring in copies of utility bills and all kinds of other documentation,” says Rakow, Boston’s former assessing commissioner. “Now we can establish residency just by doing a quick check against the income tax records, so that made the administration of the exemption much easier—and it also made it a lot more difficult to cheat.”  

Notably, Boston’s exemption doesn’t cost the city any revenue, or shift the tax burden to businesses; it just rebalances the same total residential tax levy toward higher-value homes.  

It’s also optional for the city. Massachusetts law doesn’t require communities to offer a homestead exemption; each city and town has the option of providing an exemption of up to 35 percent of its average property value. But even if a home’s total value falls under the local exemption threshold, state law does require homeowners to pay something: the exemption tops out at 90 percent of a property’s value. That helps keep homeowners involved and invested in local spending decisions.  

The Need for Equity and Relief 

Whether they pay their property taxes directly or through a mortgage escrow service, most homeowners are aware of increases to their tax bill. So with property values skyrocketing, local governments should be reducing their tax rates accordingly, Youngman says, despite the temptation not to.  

“It’s very hard for local governments to turn away what we call ‘silent tax increases’—where you never change anything on the books, but suddenly the revenue is raised,” Youngman says. But it was fast-rising property tax bills that inspired twentieth-century tax revolts like California’s Proposition 13, which limited assessment increases to 2 percent annually—and led to erratic and inequitable taxation.  

By essentially decoupling assessments from market values, policies like Proposition 13 create inequity on multiple levels. First, two families that own identical properties can end up with wildly different tax bills depending on when they purchased the home, putting new homebuyers at a disadvantage. At the same time, owners of homes that are rising in value the fastest receive a larger tax break than those whose home values are appreciating more slowly, even though the latter often have lower incomes and less wealth. “That is an example of a solution that can raise unanticipated problems,” Youngman says.  

A homestead exemption is a much more fiscally sound and equitable way to ease the property tax burden on residents. And that equity is sorely needed in places where low-priced homes are being overassessed. Even a relatively small homestead exemption—a fraction of the size of Boston’s—can essentially erase such unfairness, McMillen has found. He analyzed data for almost 10,000 municipalities and found the highest concentration of tax regressivity and inconsistency in homes assessed below $100,000. “And what that means is that a fairly modest homestead exemption can just take care of all the regressivity,” he says.  

How modest? In Chicago, the first $30,000 or so of a home’s value is exempt from the property tax, McMillen says—and that seems to be enough to overcome any assessment inequities.   

“It’s a really reasonable, logical approach,” McMillen says. “It’s not that much different from saying, ‘We’re not going to charge an income tax on people who make $10,000 a year, but by the time you get up to median income, you’re going to pay a healthy income tax.’”  

“It does mean the tax burden will get transferred to higher-income people,” McMillen adds. “But you can make an argument right now that it’s being transferred to lower-income people, because they’re being taxed at higher rates than they ought to be.” 


Jon Gorey is a staff writer for the Lincoln Institute of Land Policy.

Image: Jon Gorey