Topic: Tecnología e instrumentos

Curso

Catastros Abiertos para el Desarrollo de Políticas de Suelo

Marzo 28, 2022 - Mayo 13, 2022

Free, ofrecido en español


Descripción

El curso presenta alternativas metodológicas innovadoras orientadas a generar información catastral efectiva para la definición de políticas de suelo. Según las lógicas tradicionales, los proyectos catastrales requieren altas inversiones y plazos de ejecución largos, y la importancia está puesta en el impuesto predial y la seguridad de la propiedad. A través de análisis conceptuales y ejercicios prácticos, el curso aspira a renovar estos paradigmas del área de catastro urbano, y consolidar la utilización de observatorios territoriales, la aplicación de técnicas de valuación masiva y la sistematización de multidatos abiertos en SIG libre.

Relevancia

América Latina presenta catastros en estados de desarrollo muy diferentes, en su amplia mayoría estructurados bajo modelos económicos, físicos o jurídicos. En una región inmersa en un entorno de informalidad en la tenencia del suelo y con gran necesidad de nuevas estrategias de financiamiento, el modelo de catastro tradicional es insuficiente. Son necesarias alternativas heterodoxas y creativas que permitan interpretar las realidades concretas de las ciudades. Asimismo, se debe alentar a los actores públicos y privados a identificar y sistematizar datos abiertos bajo una visión multifinalitaria y preferentemente 3D, que optimice la utilización de estos datos y del software libre. Estas herramientas permiten obtener datos más fidedignos, lo que en última instancia redunda en mejor planificación y financiamiento de las ciudades.

Las clases en vivo serán realizadas los martes y jueves por la mañana.

Descargar la convocatoria


Detalles

Fecha(s)
Marzo 28, 2022 - Mayo 13, 2022
Período de postulación
Diciembre 3, 2021 - Enero 18, 2022
Selection Notification Date
Febrero 15, 2022 at 6:00 PM
Idioma
español
Costo
Free
Registration Fee
Free
Tipo de certificado o crédito
Lincoln Institute certificate

Una meditación cartográfica

Mapear la cuenca del río Colorado en el s. XXI
Por Zach Sugg, Julio 31, 2021

 

El nuevo mapa de la cuenca del río Colorado del Centro Babbitt está disponible sin costo en formato PDF descargable y en papel

 

¿Dónde está la cuenca del río Colorado? Cualquier principiante que aventure una somera búsqueda en Google se sorprenderá, y quizás se frustre, se confunda o un poco de ambas: no hay una respuesta sencilla a esa pregunta. El río Colorado serpentea por siete estados de los Estados Unidos y dos de México, y ofrece sus recursos a más de 40 millones de personas y 18.200 kilómetros cuadrados de campos agrícolas en el camino. Es una de las vías fluviales más complejas en cuanto a geografía, historia, política y cultura. De esto resulta que no sea sencillo crear un mapa preciso de la cuenca (la amplia superficie del suelo que drenan el río y sus afluentes).

Los mapas de la región que más se usan son muy variados, incluso en detalles básicos como los límites de la cuenca, y casi ninguno sigue el ritmo de la realidad cambiante: por ejemplo, que la vía fluvial está sobreexplotada y ya ni llega a su desembocadura en el mar. En el Babbitt Center, empezamos a oír un punto en común al trabajar con las partes interesadas del oeste del país para integrar la planificación y el agua: en repetidas ocasiones, la gente destacaba los errores en los mapas disponibles y sugería que se podrían tomar decisiones de gestión hídrica más efectivas si se intentara corregirlos. Pero parecía que nadie tenía la capacidad de hacerlo. Así, con la ayuda del flamante Centro de Soluciones Geoespaciales del Instituto Lincoln, nos embarcamos en un proyecto propio de mapeo.

Nuestro mapa de la cuenca del río Colorado, revisado por colegas, se acaba de publicar y se incluye en esta edición de Land Lines. Pretende corregir varios errores comunes en los mapas populares y, a la vez, ser un recurso actualizado para gestores hídricos, dirigentes de tribus y otras personas que se enfrentan a problemas cruciales relacionados con el crecimiento, la gestión de recursos, el cambio climático y la sostenibilidad. Es un mapa físico-político de toda la cuenca del río Colorado, que incluye la ubicación de los 30 pueblos tribales con reconocimiento federal; diques, embalses, canales y desvíos de y hacia otras cuencas; áreas de protección federal; y vías fluviales naturales con indicadores de caudal intermitente durante el año. Pondremos el mapa a disposición de forma gratuita, con la esperanza de que sea un recurso de consulta frecuente, tanto dentro de la cuenca como fuera de ella.

Desafíos, decisiones y criterios

Los mapas tienen pocas palabras, pero dicen mucho. Todos son subjetivos de alguna manera y afectan el modo en que la gente percibe ciertos lugares y fenómenos, y cómo piensa en ellos.

En el proceso de revisión de colegas del nuevo mapa, alguien nos preguntó si el objetivo era mostrar la cuenca “natural” o la moderna; es decir, la fabricada y definida según la ley. Esta pregunta, que parece sencilla, suscitó varios interrogantes fundamentales sobre qué es o qué sería en realidad una cuenca “natural”. Esto nos recordó el eterno dilema de los defensores de la restauración ecológica: ¿cuál es el estado pasado al que deberíamos intentar regresar?

En el caso del Colorado, la pregunta es: ¿cuándo fue “natural” la cuenca? ¿Antes de construir la represa Hoover, en la década de 1930? ¿Antes de erigir la represa Laguna, la primera que construyó el gobierno de los Estados Unidos, en 1905? ¿En el siglo XVIII? ¿Hace 500 años? ¿Hace un millón de años? En una era en que la dupla humano-naturaleza evolucionó y permite comprender mucho mejor los sistemas socioecológicos, es difícil responder estas preguntas.

Este dilema nos inquietó un buen tiempo. Por un lado, representar una cuenca “natural” prehumana es prácticamente imposible. Por el otro, sentíamos el impulso de representar más los aspectos previos a las represas de lo que solemos ver en los mapas convencionales, en los que, en general, se opta por el límite según los artilugios gubernamentales de los siglos XIX y XX.

Al final, luego de varias sesiones de revisión internas y externas, acordamos una representación que no intenta resolver la tensión entre lo “natural” y lo “humano”. Incluimos infraestructura, que muestra a las claras la naturaleza tan artificial de la cuenca actual. También incluimos la cuenca del Saltón y la de Laguna Salada, dos depresiones topográficas formadas por el Colorado. Ninguna forma parte del curso fabricado de hoy, y se suelen excluir de los mapas de la cuenca. No elegimos mostrarlas porque esperamos que el río Colorado se salga del canal en algún momento, ni porque pretendamos representar con exactitud cómo era el delta antes del siglo XX. Según lo que investigamos, el fenómeno de El Niño de la década de 1980 tuvo tal magnitud que el agua del delta inundado llegó al lecho seco del Laguna Salada, al punto que allí se pudo realizar pesca comercial. Por su parte, la gestión medioambiental del mar de Saltón, que está tan contaminado, es un dilema que ha aparecido en los últimos debates sobre el futuro de la gestión del Colorado. Estas zonas no son irrelevantes en lo político y lo hidrológico.

Nuestro mapa no pretende responder todas las preguntas sobre la cuenca. De muchas formas, nuestra contribución a la cartografía del río Colorado resalta las tensiones no resueltas que definen este sistema fluvial y seguirán impulsando el diálogo sobre la gestión y la conservación hídricas en la cuenca del río Colorado.

No hay una definición simple de la cuenca del río Colorado. Quizás ese sea el mensaje subyacente más importante de este nuevo mapa.

 

Para encargar un mapa o descargar el PDF, visite www.lincolninst.edu/publications/maps-infographics/map-colorado-river-basin. Para explorar nuestro StoryMap del río Colorado, visite www.lincolninst.edu/research-data/data/co-river-storymap.

 


 

Zachary Sugg es gerente sénior de programa en el Centro Babbitt para Políticas de Suelo y Agua.

 


 

Contenido relacionado

StoryMap: The Hardest Working River in the West

Mensaje del presidente

Expandir un legado de aprendizaje
Por George W. McCarthy, Julio 31, 2021

 

“Si la mente no está desconcertada, no está en uso”.

– Wendell Berry

En el transcurso de mi carrera, he tenido la oportunidad de enseñar en muchos lugares y contextos diferentes, desde una escuela de formación profesional en South Shore, Massachusetts, hasta aulas de grado y posgrado en Nueva York, Carolina del Norte, Inglaterra, Italia y Rusia. Si bien el alumnado y las asignaturas han variado, hay un hilo conductor: enseñar es la mejor forma de aprender.

La mejor forma de descubrir las brechas en tu propio conocimiento es intentar comunicarlo a otra persona. La mejor forma de comprender cómo la gente absorbe la información y actúa según esta es participar activamente en ese proceso. No es un concepto novedoso: la expresión latina docendo discimus, que se suele atribuir a Séneca, significa “aprendemos enseñando”; en Alemania se promulgó un enfoque pedagógico llamado Lernen durch Lehren: “aprender desde la enseñanza”.

Lo primero que se aprende al enseñar es que es más que hablar desde un púlpito, entrar en un aula y lanzar información desde una postura de superioridad. Sí, es necesario dominar el tema, pero también es necesario ser consciente y estar en el momento: con mente abierta, predisposición para experimentar y, más que nada, oír a fin de reordenar el debate si las palabras no llegan como se esperaba.

Nuestro fundador, John C. Lincoln, gozaba, y mucho, de estas cualidades. Él priorizó la educación y la experimentación desde el primer día en la Fundación Lincoln. Lo motivaba la ferviente convicción de que el valor del suelo pertenece a la comunidad y se debería usar para su propio beneficio, concepto que escuchó por primera vez en una conferencia de Henry George, economista político y escritor. Lincoln difundió esta idea con su fecunda obra (panfletos, artículos e incluso “Lincoln Letter”, una publicación mensual) y mediante el financiamiento de instituciones educativas.

En 1949, apenas tres años después de establecer la Fundación Lincoln, redactó una carta en nombre de la Facultad Henry George (cuya labor financiaba y de cuya junta fue presidente durante 17 años) para promover un curso de debates de 10 semanas basado en la obra de George. “El curso no ofrece panaceas listas para usar ni fórmulas de chamanes”, advirtió. “Abre al debate y fomenta el análisis, a fin de intentar dilucidar las causas subyacentes de los problemas a los que se enfrenta el mundo moderno y descubrir los medios para resolverlos”.

Ese compromiso para debatir problemas y descubrir soluciones sigue siendo primordial en nuestra misión. Si bien nos enfrentamos a desafíos mundiales que John Lincoln no podría haber previsto, desde el cambio climático hasta la COVID, algunos problemas de su época nos resultan bastante conocidos: desigualdad económica, costos de vivienda exorbitantes, injusticia social y uso excesivo o abuso de recursos naturales, por mencionar algunos.

Tras la muerte de John Lincoln, en 1959, David Lincoln tomó las riendas de la fundación familiar. Poco después expandió el compromiso de su padre para con la educación: otorgó subsidios a Claremont Men’s College, de California, las universidades de Virginia, Nueva York y Chicago, y el Urban Land Institute (Instituto de Suelo Urbano). Una década más tarde, la Fundación Lincoln estableció el Land Reform Training Institute (Instituto de Capacitación sobre Reforma Territorial) en Taipéi, que hoy se llama International Center for Land Policy Studies and Training (Centro Internacional de Estudios sobre Capacitación y Políticas de Suelo), y sigue estando asociado al Instituto Lincoln. Además, David y Joan, su esposa, hicieron generosos aportes a la Universidad Estatal de Arizona y otras instituciones.

Si bien David respaldaba la educación en otras instituciones, soñaba con fundar una organización independiente que pudiera realizar su propia investigación sobre políticas de suelo; un lugar que pudiera desarrollar e impartir cursos junto con instituciones adeptas sin ser cautivo de ellas. La fundación del Instituto Lincoln de Políticas de Suelo, en 1974, fue un paso arriesgado, una incursión en la pedagogía activa que impulsa nuestra labor de hoy y que, a su vez, podría ayudarnos a aprender más.

En las casi cinco décadas desde que David Lincoln dio ese salto, hemos enseñado a personas de todo el mundo y aprendido de ellas, desde estudiantes de grado que están incursionando en la incorporación de conceptos básicos hasta profesionales urbanos expertos que desean expandir sus habilidades. Hemos dado cursos sobre recuperación de plusvalías y mercados del suelo en América Latina; sobre tasación e impuesto a la propiedad en Europa Oriental y África; sobre financiamiento y conservación municipales en los Estados Unidos y China; y muchos más. En la última década, nuestros cursos y capacitaciones llegaron a casi 20.000 participantes.

En el camino, aprendimos varias lecciones importantes. Por ejemplo, aprendimos que cuando se trata de capacitación sobre políticas de suelo, hay brechas cruciales. Al prepararnos para lanzar una campaña sobre el estado fiscal de los municipios en 2015, realizamos una encuesta extraoficial con la Asociación Americana de Planificación para determinar cuántas facultades de grado de planificación exigían a sus estudiantes realizar cursos sobre financiación pública. ¿La respuesta? Ninguna. Para abordar esta omisión desconcertante, desarrollamos un plan de estudios sobre financiación pública para planificadores, y desde entonces lo hemos impartido en Beijing, Chicago, Dallas, Taipéi y Boston en diversos formatos: desde un programa de tres días con certificación profesional hasta un curso de un semestre para estudiantes de posgrado.

También aprendimos que los profesionales que trabajan con políticas de suelo están ávidos de capacitaciones prácticas, y que la gente valora muchísimo los cursos oficiales. El año pasado, con la llegada de la pandemia, el personal probó nuevos enfoques virtuales que fomentaran la participación e involucraran más a la gente. Por ejemplo, grabaron presentaciones que se podían ver antes de las sesiones en vivo, o expandieron a varios días lo que en persona habría sido un cronograma estrecho. En algunos casos, llegamos a más gente: por ejemplo, un seminario virtual sobre tributación en Europa Oriental llegó a 500 personas, en vez de a las 40 que habrían participado con un formato presencial. En otros, llegamos a una base de mayor diversidad geográfica, y a la vez mantuvimos baja la cantidad de inscripciones para fomentar la participación y el aprendizaje activo. Si bien ya estamos planificando volver a la capacitación presencial, ahora sabemos aprovechar las posibilidades que ofrece la formación virtual y esperamos poder ampliar esa oferta.

Este año, sobre la base de lo que aprendimos y en honor a la tradición de la familia Lincoln de dar grandes saltos, lanzaremos nuestro primer programa con título oficial junto con Claremont Lincoln University (CLU), una universidad de posgrado en línea sin fines de lucro dedicada a la educación con consciencia social. Junto con CLU hemos creado programas asequibles y en línea de Maestría en Administración Pública y en Liderazgo Sostenible, y estamos trabajando en una tercera opción: la primera Maestría en Políticas de Suelo de los Estados Unidos, que esperamos se inaugure pronto.

Estos programas de posgrado, que se pueden realizar en entre 13 y 20 meses, son una forma de repensar la educación superior desde las bases. Se diseñaron específicamente para profesionales en ejercicio que necesiten adquirir habilidades prácticas que puedan implementar en la vida diaria, mientras ejecutan su trabajo. Ambos son integradores y ágiles. El personal del Instituto Lincoln diseñará e impartirá varios cursos, y usará casos de estudio reales y análisis transectoriales para abordar temáticas como financiación pública y compromiso cívico. Hacia fin de año, yo impartiré un curso sobre sostenibilidad urbana, y ayudaré al alumnado a adquirir los conocimientos y las habilidades que necesitan para identificar desafíos urbanos, diseñar intervenciones para la sostenibilidad de las ciudades y movilizar recursos para implementar dichas soluciones. Y no tengo dudas de que aprenderé mucho en el proceso.

Los estudiantes que se inscriban en CLU no lo harán solo para adquirir un título de posgrado, también lo harán para explorar dificultades, descubrir soluciones y ser parte de un movimiento nacional de aprendices permanentes. La crisis climática nos presiona de formas nuevas y alarmantes, la infraestructura se cae a pedazos y las viviendas asequibles son una especie en peligro de extinción. Con todo esto, los funcionarios públicos se enfrentan a desafíos que parecen insuperables y tienen cada vez menos recursos. Este programa formará una red cada vez mayor de personas instruidas y activas que podrán resolver problemas y usar las políticas de suelo para abordar nuestras dificultades ambientales, económicas y sociales más escabrosas.

El Instituto Lincoln está decidido a “hallar respuestas en el suelo”. No afirmamos tener todas las respuestas. Nuestro compromiso es hallarlas mediante la investigación y colaboraciones con partes asociadas en todo el mundo. Mediante iniciativas como este convenio con CLU, seguiremos enseñando, aprendiendo y experimentando; y, como escribió John Lincoln en 1949, trataremos de “echar una luz nueva y escrutadora sobre las cuestiones esenciales que nos inquietan a todos”.

Para obtener más información sobre el convenio entre Claremont Lincoln University y el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo, y las oportunidades de colaboración actuales, visite www.claremontlincoln.edu/lincolninstitute75.

 


 

George W. McCarthy es presidente y director ejecutivo del Instituto Lincoln de Políticas de Suelo.

Fotografía: La sede de CLU en Claremont, California. Crédito: CLU.

 


 

 

Contenido relacionado

New Fellowship: Lincoln Institute Launches Fellowship for Claremont Lincoln University’s Master in Public Administration Program

Planning with Foresight

By Petra Hurtado, Noviembre 15, 2021

 

Developed in partnership with and reprinted with permission from the American Planning Association. This article originally appeared in PAS QuickNotes and is available for download as a PDF

The accelerated pace of change and increased uncertainty about the future make it ever more difficult to imagine what is to come. Creating a community vision and planning for it require knowledge about potential drivers of change and a nimble process that allows planners to pivot while the future is approaching. 

Foresight (also called strategic foresight) is an approach that aims at making sense of the future, understanding drivers of change that are outside of one’s control, and preparing for what may lead to success or failure in the future. Applying foresight in cycles creates agility and enhances one’s preparedness for disruption before it happens. In today’s quickly changing world, it is important for planners to integrate foresight into their work to make their communities more resilient. 

Background 

In the business world, strategic foresight is used to “future-proof” a product, a business plan, or an entire company. Understanding how markets, consumer behaviors and preferences, or applications may change can help businesses to adapt as needed to remain successful and become more resilient. 

Using foresight in planning provides multiple benefits. Planners can use foresight to help their communities navigate change and uncertainty. It can make long-range planning more resilient and nimbler. And it can foster community engagement and allow for more inclusive and equitable outcomes. 

There are multiple approaches and methodologies to practicing foresight. The most important components (and most relevant to planning) include the following: 

Trend scanning: researching existing, emerging, and potential future trends (including societal, technological, environmental, economic, and political trends, or STEEP) and related drivers of change 

Signal sensing: identifying developments in the far future and in adjacent fields outside of the conventional planning space that might impact planning 

Forecasting: estimating future trends 

Sense-making: connecting trends and signals to planning to explore how they will impact cities, communities, and the way planners do their work 

Scenario planning: creating multiple plausible futures. 

In foresight, engaging diverse teams with diverse perspectives is critical to avoid missing signals or trends that might not be obvious or seem immediately related to planning. For planners, engaging the community in foresight makes the process more inclusive and will result in equitable and sustainable solutions. 

Integrate Foresight into Your Community Vision 

It is important to understand the difference between creating a vision and practicing foresight. In a visioning process, the community together with planners create a vision of the future and identify goals and objectives based on the community’s values. A visioning process usually starts in the present, analyzing current challenges that need to be overcome, current and potential future needs that must be addressed, and mutual goals and objectives that need to be achieved. In short, community visioning starts in the present and creates goals for the future. 

In contrast, foresight starts with the future and reverse-engineers what needs to happen today to achieve the most desirable outcome in the future. Foresight combines the processes of forecasting and backcasting (understanding how to prepare for what’s to come with a vision of the ideal community in mind). Trend scanning, signal sensing, and the understanding of external drivers of change will reveal potential roadblocks the community might encounter along the way toward its envisioned future. A good understanding of these potential disruptions is crucial to be able to create a plan—not just for what the future in 10 or 20 years will look like, but for how to achieve the community vision and goals while pivoting and adapting along the way. 

Prepare for Multiple Plausible Futures 

The practice of foresight is not a crystal ball and will not predict the future. Rather, it helps to develop ideas of what the future could potentially look like. Planners can use foresight to consider multiple plausible futures based on different potential drivers of change. 

Exploratory scenario planning is a useful tool to create alternative futures. It can help planners prioritize different drivers of change and create scenarios with the ones that seem to have the biggest impact, that communities are least prepared for, and that are most likely or certain to occur. Exploratory scenario planning can be done in a variety of ways, including SWOT (strengths, weaknesses, opportunities, threats) analysis, formulating “what if” questions (what will happen if trend X occurs . . .), and using axes of uncertainty (a two-by-two matrix that interconnects different drivers of change to create alternative plausible futures and to assess future risks or opportunities). 

Ideally, scenarios range from visionary (best case, success, or transformative scenarios) to expectable (conventional expectations) to challenging (worst case, failure, or dystopian scenarios) to cover all grounds when creating alternative paths towards the future. 

Create a Nimble Plan for an Uncertain Future 

Long-range planning is important, but it needs to be agile and adjustable. The goal of integrating foresight into community visioning is to prepare for uncertainty on the path towards the future. 

As the world around us is changing, the community vision and the plan to achieve it need to be regularly updated and adjusted. What might be an ideal future from today’s perspective could be unachievable or problematic in five or 10 years. For instance, in 2005 no one would have thought that a telephone would change the ways people move around town, how planners connect with their communities, or how data is collected. Then the iPhone changed everything. 

To create the needed agility and a nimble plan that allows for pivoting and changing directions, foresight needs to be practiced in cycles. Continuous observations, discovery, and sharing of signals and trends, including regular scenario planning to create alternative paths towards the future, are crucial. 

It can be helpful to create a “trend radar,” categorizing trends and drivers of change as immediate (or critical), near-term, or long-term. This will provide guidance on what decisions are needed now, what planners need to start preparing for, and what they need to keep watching and learning about to understand potential implications. 

Continuous monitoring of developments around us and on the horizon and adjusting the plan every one or two years will enhance the community’s resilience and preparedness for the future. 

Conclusions 

Planners play crucial roles in shaping inclusive and equitable futures for their communities—and they must be able to imagine the future to shape it and prepare for it. Practicing foresight and future literacy provides an opportunity for planners to create more resilient communities by better preparing for potential disruptions, by developing equitable solutions before a challenge arises, and by finding inclusive mechanisms to change directions when needed without leaving anyone behind. 

This PAS QuickNotes was prepared by Petra Hurtado, Ph.D., research director at the American Planning Association.  

Image Credit: American Planning Association


 

Further Reading from the American Planning Association 

APA Foresight, American Planning Association 

COVID-19, Communities, and the Planning Profession, APA Blog 

Learn, Prepare, Act — APA’s Approach to Foresight, Planning 

Other Resources 

Beard, Alison, and Curt Nickisch, with Mark Johnson. 2020. “To Build Strategy, Start With the Future.” HBR IdeaCast, May 12, Episode 740. 

Lincoln Institute of Land Policy. 2021. Consortium for Scenario Planning

Ryan, Rebecca. 2021. What Is Foresight? 

Webb, Amy. 2016. The Signals Are Talking: Why Today’s Fringe is Tomorrow’s Mainstream. New York: Public Affairs/ Perseus Books. 

 

Curb management has become a rising priority in cities including Las Vegas

City Tech

Managing the Curb
By Rob Walker, Octubre 13, 2021

 

Among its many consequences, the pandemic ushered in a period of experimental, rapid-fire adjustments to public space. Cities were suddenly tweaking zoning rules to allow more outdoor dining, blocking off streets to give pedestrians and bicyclists more space, and figuring out how to respond to dramatic upticks in food and retail pickup and delivery. It has been a pivotal stretch, in short, for managing the curb. 

Even before the lockdowns began, the increasing popularity of transportation network companies—from ridesharing services like Uber and Lyft to scooter firms like Bird and Lime—had made curb management a rising priority for many cities. “In today’s urban fabric, few spaces are more contested than the curb,” the American Planning Association declared back in the before-times of 2019. 

But the welter of recent experiments, some involving deployment of new technologies, seems even more significant. Consider the case of Aspen, Colorado. Aspen is an unusual municipality, with a downtown business district that is geographically modest, at just 16 square blocks. Nevertheless, it’s extremely busy: the retail and restaurant businesses there rack up a collective $1 billion a year. The inevitable upshot is that demand for curb space—for parking, for deliveries—can outpace supply. And that makes Aspen a useful curb-management lab. 

In February 2020, Aspen joined a group of municipalities exploring pilot programs with a start-up called Coord, one of a number of “smart city” tech companies with a curb-management bent. “I’m a data freak,” explains Mitch Osur, Aspen’s director of parking and downtown services. He figured that at the very least, Coord’s platform—which integrates “smart zones” with a payment app used by delivery drivers (and a separate app for enforcement officers)—could give him fresh insight into how the downtown streets are really being used. 

The city identified what it believed were its busiest loading zones. Starting in November 2020, using these zones required booking space through Coord’s app, at a cost of $2 an hour. While regular street parking in downtown Aspen can cost $6 an hour, the city (like many others) had never previously charged for loading, but figured it was necessary to get delivery fleets’ attention. In the end there wasn’t much pushback; most drivers appreciated being able to capture a time slot. When one shipping fleet manager questioned the scheme, Osur explained that the shipper could use other loading zones, but the data Aspen was collecting would affect policy decisions about curbs across the downtown area. “If you’re not part of the program, your data won’t count,” he added. Moreover, he was sharing data with participants and soliciting their input. The shipper signed on. 

Because the Coord platform tracks actual usage of the smart loading zones, Osur did indeed get plenty of fresh data. Some was expected, some surprising. He figured average “dwell times” were about 30 minutes, and found they were averaging 39 minutes and 13 seconds. The dwell times were longer in the morning and shrank to about 15 minutes after 2 p.m. He was surprised to learn that the busiest days weren’t Monday and Friday, as expected, but Tuesday and Thursday; Wednesday’s loading zone use was half that of peak days. Based on these insights, Aspen is planning to change the rules for some zones, converting them to regular parking at 11 a.m. on some days rather than 6 p.m. (Osur has seen other changes as a result of adopting Coord; drivers have stopped snagging space early and eating lunch in loading zones, a previously routine practice.) 

Coord has run similar pilots in Omaha, Nashville, and other cities. But it is just one entity involved in curb-management experiments. Cox Communications, through its Cox2M “internet of things” division, is testing curbside kiosks that can essentially monitor dwell times in loading zones and present a countdown clock warning drivers not to overstay their time on the curb; the technology can alert city enforcement when drivers linger. Las Vegas is running a pilot program with the technology, which can also be used to manage commercial deliveries, a Cox official told Government Technology. Columbus, Ohio, and Washington, DC, have run pilots with another app, curbFlow, designed to coordinate deliveries from multiple services along particularly busy curb stretches. 

Technology such as video kiosks and app-based location trackers adds both new options and new complexity to the business of managing curbs. Traditionally, defining curb use has involved signage and paint, which are hard to tweak quickly, notes Anne Goodchild, professor of civil and environmental engineering at the University of Washington, whose Urban Freight Lab has focused on public-private efforts to address evolving delivery logistics and planning. 

Perhaps because of the pandemic, cities have been more willing to try new options. Before the pandemic, a curb change would have entailed lengthy public processes. The crisis showed that a more nimble alternative was possible. “We did some things differently,” Goodchild says. “For example, we changed curb allocations literally overnight.” 

The pandemic pushed a fast-forward button on both new patterns of street usage and policy responses to those patterns, says Heather Hannon, associate director of planning practice and scenario planning at the Lincoln Institute. During the pandemic, the organization’s Big City Planning Directors Institute shifted from a twice-yearly gathering to a monthly one (held virtually, of course). The pandemic, she points out, “was a reason to try new things.” 

Hannon has observed a spike in interest in scenario planning for potential futures among U.S. communities since the pandemic began. She also points out that curb management isn’t merely an issue for downtowns or commercial districts, noting that it tilts into residential neighborhoods as well. The demand for home delivery has soared: food-delivery apps doubled their revenues in a six-month period during 2020 compared to the same period in 2019, and e-commerce in the United States grew 44 percent in 2020 compared to the previous year. These trends will only be complicated by the experiments with robots and drones that policy makers increasingly have to accommodate. 

Aspen, meanwhile, has expanded its pilot program, adding new loading zones to the experiment as the number of participating drivers keeps growing. While it is just one experiment in a small city, it overlaps with a singular moment in the way citizens and businesses use technology to interact with planned spaces, opening a window onto how planners and policy makers might think about the future of the curb. “This is totally scalable,” Osur says, referring not to any specific app or technology but to the general idea of cities using new tools to more actively manage the curb. “This is the future.” 

 


 

Rob Walker is a journalist covering design, technology, and other subjects. He is the author of The Art of Noticing. His newsletter is at robwalker.substack.com. 

Image: Curb management has become a rising priority in cities including Las Vegas, where Cox Communications is piloting curbside kiosks that monitor dwell times in loading zones. Credit: Courtesy of Cox Communications.

Conferencias

Consortium for Scenario Planning 2022 Conference

Febrero 3, 2022 - Febrero 4, 2022

Online

Offered in inglés

The Consortium for Scenario Planning invites you to register for our fifth annual conference, a virtual gathering that will run from February 3 to 4, 2022.

Building on last year’s successful gathering, the fifth annual Consortium for Scenario Planning Conference will focus on how scenario planning can help us better prepare for and reduce the impacts of climate change.

The extreme weather events of summer 2021 and the IPCC’s Sixth Assessment highlighted some of climate change’s most disastrous impacts and underscored the urgency of accelerating climate action—especially in the face of far-reaching, uncertain, and varying localized effects on land, equity, housing, health, transportation, and natural resources.

Scenario planning offers a robust way for cities and regions to prepare and plan for this uncertain future.  

The 2022 Consortium for Scenario Planning conference will feature presentations from practitioners, consultants, and academics showcasing cutting-edge advances in the use of scenarios for climate action. Conference sessions will be eligible for AICP Certification Maintenance credits.


Detalles

Fecha(s)
Febrero 3, 2022 - Febrero 4, 2022
Período de postulación
Diciembre 1, 2021 - Febrero 3, 2022
Location
Online
Idioma
inglés
Descargas

Palabras clave

adaptación, mitigación climática, recuperación pos-desastre, desarrollo económico, planificación ambiental, planicie aluvial, SIG, infraestructura, uso de suelo, planificación de uso de suelo, planificación, resiliencia, planificación de escenarios