Topic: Planificación urbana y regional

Grabaciones de webinarios y eventos

Webinar: Planning for an Equitable Recovery with Limited Fiscal Resources

Octubre 15, 2020 | 11:00 a.m. - 12:00 p.m.

Free, offered in inglés

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It has been a challenging year for so many as COVID-19 continues to spread throughout communities and policy makers grapple with the resulting economic crisis — and simultaneously confront deep racial and spatial inequities in cities across the United States. While these financial and social issues are not new for many legacy cities, the pandemic is creating a new set of challenges as residents — particularly residents in lower-income communities of color — are disproportionately affected by COVID-19 and its impacts.

But legacy cities are resilient and have strengths that will enable them to weather these crises. Research has shown that more equal places often fare better economically than their more unequal peers. That is why planning to advance equity is not only possible but necessary for an inclusive and meaningful recovery. This webinar will explore how legacy city leaders can pursue low-cost, high-impact planning efforts to get on the path to inclusive revitalization and foster a more equitable recovery from COVID-19. This webinar will offer early findings from research by the Greater Ohio Policy Center on strategies for smaller legacy cities to advance equity in their work, as well as stories from leaders in legacy cities that are already advancing equity in their planning without major new investments, including:

  • Baltimore, Maryland, which has integrated equity into its capital improvement planning process, and
  • Louisville, Kentucky, which is starting to take. on the legacy of exclusionary zoning practices by reforming its municipal zoning codes.

This webinar is presented by the Legacy Cities Initiative at the Lincoln Institute of Land Policy.

Speakers 

Emily Liu, Director of Louisville Metro Planning and Design Services, City of Louisville

Stephanie M. Smith, Assistant Director for Equity, Engagement and Communications, City of Baltimore


Detalles

Fecha(s)
Octubre 15, 2020
Time
11:00 a.m. - 12:00 p.m.
Registration Period
Septiembre 15, 2020 - Octubre 14, 2020
Idioma
inglés
Costo
Free

Palabras clave

gobierno local, planificación, políticas públicas

Agua en el oeste

Hallar y financiar soluciones para capturar agua pluvial
Por Meg Wilcox, Junio 30, 2020

 

Luego de varias horas de lluvia ligera en Tucson, el agua tapa las calles del modesto vecindario Palo Verde. El tráfico obstaculiza un cruce importante, donde un vehículo de emergencia proyecta una señal de luces rojas y azules para que los autos esquiven una sección anegada de la calle. Junto a las aceras de las calles laterales corren riachuelos, que crean piscinas de agua que rebalsan cuando los autos se abren paso por allí.

A menos de dos kilómetros, en el Laboratorio Vivo y Centro de Aprendizaje de Watershed Management Group, la historia es otra. Allí, una serie de colectores escalonados con vegetación (depresiones poco profundas con árboles de mezquite, encelia farinosa y otras plantas nativas) actúan como esponjas, y desvían y absorben el agua de lluvia que corre por la calle. El estacionamiento permeable del centro absorbe con facilidad la precipitación ligera del invierno, y los tubos de bajada pluvial canalizan la lluvia que repiquetea en el techo del centro hacia un tanque de almacenamiento subterráneo de 45.000 litros.

Lisa Shipek, directora ejecutiva de Watershed Management Group (WMG), se inclina para controlar el medidor en la tapa del tanque y parece satisfecha. “2.200 litros más y se llena. Luego, desborda por allí”, dice, y señala una serie adyacente de jardines pluviales que palpitan vida desértica. Cactus nopales y zacatones gigantes se entremezclan con celtis reticulata, chilopsis y prosopis velutina, todos árboles nativos que dan sombra. También pueblan los jardines algunas plantas polinizadoras como gobernadoras, con sus flores amarillas y su aroma a pino, chapulixtles y chuparosas, con su rojo intenso.

Shipek se endereza para inspeccionar el centro y su jardín bien cuidado (que sirve como sitio de demostración para las soluciones sustentables que WMG promueve en todo el sudoeste desértico) y dice con orgullo: “El agua de lluvia que cosechamos cubre todas nuestras necesidades, incluso las de uso doméstico”. En esta ciudad desértica, que recibe un promedio de 305 centímetros de lluvia al año, resulta cada vez más importante hallar formas de capturar y reutilizar el agua.

Al igual que otras ciudades en el oeste de los Estados Unidos, Tucson siente la presión doble del cambio climático y el crecimiento veloz. Hoy, la población en el área metropolitana se acerca al millón, y se espera que para 2050 se expanda en un 30 por ciento. Esto implica un aumento en la demanda de agua, y además las temperaturas elevadas y las sequías disminuyen el suministro. Cuando vienen las tormentas, son cada vez más fuertes, y conllevan riesgos graves de inundación. La respuesta de Tucson y otras ciudades es invertir en desarrollo de bajo impacto y trabajar con la naturaleza para gestionar el agua pluvial lo más cerca posible de la fuente.

Este tipo de enfoque trae aparejados múltiples beneficios, como una mejor calidad del agua y la mitigación de las inundaciones, la creación de espacios verdes que ofrecen hábitats y dan sombra (una necesidad urgente), y la mejora del suministro local de agua. El departamento hídrico de Tucson invirtió US$ 2,4 millones en reembolsos para unos 2.000 clientes que instalaron cisternas de recolección de lluvia o “explanaciones” (es decir, colectores con vegetación y jardines pluviales) desde 2013. El programa de reembolsos financió la mitad del costo del tanque de almacenamiento subterráneo de WMG por US$ 30.000, y es una de las muchas iniciativas que la ciudad adoptó en los últimos años para promover la infraestructura verde.

A unos 800 kilómetros, en la costa de Los Ángeles, hay mecanismos similares de financiación que están cambiando el aspecto de una ciudad mucho más grande. Los Ángeles tiene más de cuatro millones de habitantes, y ostenta uno de los sistemas hídricos públicos más grandes del país; al igual que muchas otras ciudades de la región, depende en parte del río Colorado para obtener agua potable. Dado que este recurso es cada vez más vulnerable a la escasez, la ciudad está buscando fuentes de agua más confiables y cerca de casa.

Ambas ciudades fueron pioneras en infraestructura verde en el oeste, con sus enfoques e inversiones cabales. Cuando las ciudades invierten en proyectos con resultados locales mensurables, sus acciones pueden ayudar a que toda la región sea más resiliente, dice Paula Randolph, directora adjunta del Centro Babbitt para Políticas de Suelo y Agua, del Instituto Lincoln de Políticas de Suelo.

La infraestructura verde en el oeste ofrece un doble beneficio”, observa. “Uno es capturar agua e intentar mantenerla en el lugar, que se vuelva a filtrar en los acuíferos [para uso local]. El otro es mantener el caudal de los ríos de la región. Si en el acuífero hay agua suficiente, si se mantiene lo suficientemente alta, se puede mantener el flujo de un río”.

Tucson: cambiar la ecuación de suministro de agua

Hasta la década de 1990, el suministro de agua de Tucson dependía por completo del agua subterránea. Luego de décadas de bombeo excesivo, la ciudad tuvo que acudir al suministro del río Colorado mediante el Proyecto de Arizona Central (CAP, por su sigla en inglés), un sistema de acueductos que canaliza agua del río Colorado desde la entrada, en el lago Havasu, a municipios y distritos hídricos que abarcan unos 500 kilómetros de todo el estado.

Hoy, la ciudad depende del agua del CAP para recargar los acuíferos subterráneos, y el CAP provee el 85 por ciento del agua de Tucson. El agua subterránea provee solo el seis por ciento. El resto proviene de aguas residuales recuperadas para usos no potables, como irrigación, o para recargar los efímeros ríos que atraviesan la ciudad y corren más que nada durante la temporada estival de monzones, o luego de importantes lluvias.

Pero el río Colorado es un recurso al que se le exige cada vez más. Brinda agua a 40 millones de personas y a un millón y medio de hectáreas de irrigación agrícola en todo el oeste. Los científicos del Servicio Geológico de los Estados Unidos predicen que el río podría perder un cuarto de su caudal en los próximos 30 años, a medida que el cambio climático reduce la carga nival en su nacimiento y el aumento de las temperaturas disminuye los caudales aun más (USGS 2020).

Estamos en una encrucijada con el río Colorado, y Arizona está en la mira porque hemos realizado recortes importantes y lo seguiremos haciendo”, advierte Randolph. Esto se debe a que el centro de Arizona posee los derechos hídricos más recientes sobre la cuenca del río Colorado. Mientras que Arizona planifica un futuro más seco y recortes en su asignación, según lo acordado en el Plan de Contingencia ante Sequías de 2019 entre siete estados de la cuenca y México, los funcionarios de Tucson buscan aumentar los suministros locales (USBR 2019).

James MacAdam, superintendente de Tucson Water Public Information & Conservation, dice que hoy la ciudad considera al agua pluvial como un recurso importante para su futuro. “Uno de los cambios de paradigma de Tucson Water es que ahora la consideramos [al agua pluvial] como fuente hídrica en las planificaciones. Eso cambió en los últimos cinco años”.

De hecho, el Distrito Regional de Control de Inundaciones del condado de Pima estima que el potencial de captura de agua pluvial de Tucson es de unos 43 millones de metros cúbicos al año, un tercio del volumen que Tucson Water entrega hoy a sus 730.000 clientes.

Evan Canfield, gerente de ingeniería civil del Distrito de Control de Inundaciones, dice que la ciudad ha priorizado los beneficios que puede traer la captura de agua pluvial. “Para la región de Tucson, el análisis de la escasez de agua y la mejora de la resiliencia (plantar árboles en cuencas para cosechar agua, que ayuda con la sombra y reduce las temperaturas) son los principales beneficios que buscamos”, dice. “Las inquietudes sobre la calidad del agua son un relleno”.

También entran en juego verdaderos beneficios económicos: el software basado en la nube Autocase, desarrollado por la Asociación de Gobiernos de Pima, muestra que el retorno de cada dólar invertido en infraestructura verde para agua pluvial es de entre dos y cuatro dólares en beneficios, como reducción de riesgos de inundación, aumento del valor de propiedades y disminución del riesgo de mortalidad por calor (Parker 2018).

En la última década, el Distrito de Control de Inundaciones instaló y conserva más de doce proyectos grandes en la ciudad, como el proyecto Kino Environmental Restoration Project, de US$ 11 millones, que captura agua pluvial de 45,8 kilómetros cuadrados de cuenca urbana y la dirige a más de 40 hectáreas de humedales y zonas recreativas, además de brindar hasta 518 millones de litros al año para irrigación de parques y para un complejo deportivo adyacente.

Ahora, Tucson está a punto de profundizar más en su potencial de agua pluvial. Aprobó una serie de medidas relacionadas, como la Política de Calles Verdes de 2013, que exige la incorporación de infraestructura verde en todos los proyectos de calles de financiación pública; el Decreto para el Desarrollo de Bajo Impacto de 2013, que exige a los nuevos desarrollos comerciales capturar el primer centímetro y medio de agua de lluvia; y el Decreto para la Cosecha de Agua Comercial de 2008, primero en el país, que exige a los desarrollos comerciales suplir el 50 por ciento de sus necesidades hídricas para parques con agua de lluvia cosechada.

MacAdam, de Tucson Water, dice que la suma de estas medidas significa que “cada vez que construimos una calle o un estacionamiento, o reconstruimos la infraestructura pública y privada, ahora lo diseñamos de forma que se tenga en cuenta el agua. Cuando el departamento de Parques rehace un parque, incorpora gestión inteligente del agua pluvial; cuando el departamento de Calles hace una calle, lo hace de forma de incorporar y gestionar el agua pluvial con criterio, entre otros ejemplos”.

Hace poco, la ciudad aprobó una financiación novedosa para infraestructura verde de agua pluvial que ayudará a expandir y mantener proyectos públicos de alta prioridad. La inversión recaudará unos US$ 3 millones al año mediante un pequeño cargo en la factura de agua de los residentes, con un costo mensual promedio estimado en US$ 1,04 para los propietarios, afirma MacAdam. La ciudad identificó 86 sitios potenciales para estos proyectos (muchos en vecindarios de bajos ingresos propensos a inundarse y a sufrir temperaturas ardientes de hasta 47 grados en verano), con un costo de US$ 31 millones.

Catlow Shipek, uno de los motores del movimiento local de infraestructura verde que cofundó Watershed Management Group junto con Lisa, su esposa, y del cual hoy es director técnico y de políticas, dice que la fundación “nos ayuda a empezar”. “Está muy centrada en el mantenimiento porque hoy no hay financiación destinada a eso”. Dice que la fundación también ayudará a “capitalizar nuevos proyectos y apuntalar a otros departamentos y organismos para que hagan más”.

MacAdam dice que la fundación se centra en añadir elementos a proyectos de trabajo principales que se están construyendo mediante el bono de Parques y conexiones, aprobado en 2018, que asignó US$ 225 millones para la construcción de bulevares para bicicletas y senderos verdes, y para la reforma de parques. Cuando se desmantele y se reemplace un viejo estacionamiento, por ejemplo, la ciudad creará nuevos colectores y rampas para canalizar el agua hacia jardines pluviales en los que plantará árboles y arbustos nativos. La fundación también intentará sumarse a proyectos de control de inundaciones.

Cuando Control de Inundaciones compra un baldío para alejar el agua de una calle que se inunda en un vecindario, podemos usar nuestros fondos”, explicó MacAdam. “Ellos pagan para adquirir el suelo y cavar el colector profundo, y nosotros pagamos colectores más pequeños para agregar vegetación y crear un paisaje más funcional para el vecindario, y mantener ese paisaje en el tiempo”.

No se puede sobreestimar la importancia de añadir superficie cubierta de árboles, dice Randolph. “Es un tema de salud y de desigualdad”, porque las partes más calurosas de Tucson suelen estar en vecindarios con desventajas sociales y económicas.

Tucson hizo cosas muy innovadoras que no son la norma en el oeste, ni en Arizona”, agrega. “En esencia, se creó un plan de ordenamiento territorial en el que el agua toca todas las vidas y los ecosistemas. Todo lo que se está haciendo con la cosecha de agua pluvial, los reembolsos, la fundación, implica menos bombeo subterráneo, lo cual permite a los sistemas naturales prosperar y crecer”.

Los Ángeles: considerar al agua pluvial como un recurso

En promedio, Los Ángeles es entre 10 y 15 grados más fresca que Tucson en verano, aunque las temperaturas pueden variar hasta en 20 grados en los distintos microclimas, como la playa, las colinas y el interior llano y caluroso. En algunas comunidades costeras más acaudaladas y frescas, la vegetación frondosa puede dar la impresión de que el agua no es un problema, pero no es así.

Al igual que Tucson, Los Ángeles recibe apenas 30 centímetros de lluvia al año. Y al igual que Arizona, California se enfrenta a grandes desafíos hídricos, ya que el cambio climático está intensificando las sequías y el crecimiento demográfico ejerce presión sobre los recursos limitados. Algunas comunidades de California todavía se están recuperando de la última sequía, que asoló al estado entre 2012 y 2016. Mientras tanto, la histórica contaminación agraria del valle Central dejó a un millón de residentes sin acceso fiable a agua potable, y el estado recién empieza a refrenar décadas de uso subterráneo excesivo mediante la Ley de Gestión Subterránea Sostenible de 2014, que apunta a cuencas demasiado sobreutilizadas.

En Los Ángeles, el Departamento de Agua y Energía (LADWP, por su sigla en inglés) atiende a cuatro millones de residentes en una zona de 1.222 kilómetros cuadrados, y brinda más de 641 millones de metros cúbicos de agua al año. La mayor parte de este suministro se importa mediante tres sistemas de acueductos. El acueducto de California entrega agua del delta Sacramento-San Joaquín, 714 kilómetros al norte; se bombea agua por sobre la sierra de Tehachapi y se almacena para su distribución en los lagos Pyramid y Castaic, al norte de la ciudad. El acueducto del río Colorado lleva agua a lo largo de 392 kilómetros desde su nacimiento, en el lago Havasu, la misma fuente que alimenta el Proyecto de Arizona Central, y cruza el desierto Mojave y el valle Imperial. El agua se almacena en el lago Mathews, unos 96 kilómetros al sudeste de la ciudad. El último acueducto, Los Ángeles, entrega agua del valle del río Owens, en las montañas de Sierra Nevada, al este. Ese sistema incluye una serie de ocho represas y embalses en su ruta, de 480 kilómetros. Dentro de los límites de la ciudad, otros nueve embalses y 110 tanques de almacenamiento permiten liberar agua de forma controlada cuando se la necesita.

Apenas el 14 por ciento del agua de Los Ángeles proviene de suministros locales. Bajo el Green New Deal, el plan de sostenibilidad de la ciudad para 2019, los dirigentes locales prevén dar vuelta esa balanza, cambiar el aporte de los suministros locales (subterráneo, aguas residuales recicladas, agua pluvial y conservación del agua) a un gran 71 por ciento del suministro total para 2035 (Ciudad de Los Ángeles 2019). Mientras en algunas ciudades del sur de california, como Huntington Beach y San Diego, se está recurriendo a la desalinización (es decir, convertir agua marina en agua potable), en Los Ángeles prefieren no usar este enfoque costoso que requiere mucha energía y además daña la vida marina.

Queremos ser más fiables y sustentables a nivel local, y no depender tanto del suministro importado de agua”, dice Art Castro, gerente de gestión de aguas residuales en el LADWP. “Los estudios climáticos evidencian que habrá mucha menos nieve y mucha más lluvia. Eso significa que tendremos menos tiempo para capturar el deshielo . . . y con menos nieve y más agua pluvial, no tendremos el lujo de poder almacenar agua”. Es uno de los motivos por los que la ciudad quiere ser más autosuficiente, dice Castro, y añade: “el sistema se construyó para almacenar”.

Los Ángeles ya está recargando o capturando 91 millones de metros cúbicos de agua pluvial al año, principalmente de proyectos centralizados como terrenos de inundación superficial del tamaño de estadios de fútbol y cuencas de captura. Los terrenos de inundación superficial, similares a un barril sin fondo, son amplias cuencas arenosas sobre un acuífero que permiten una filtración veloz. El agua capturada en estos terrenos de Los Ángeles se termina filtrando unos 60 o 120 metros hasta los acuíferos de la cuenca de San Fernando, indica Castro.

Un plan de ordenamiento territorial para captura de agua pluvial, publicado en 2015, establece cómo la ciudad puede duplicar la cantidad de agua pluvial que captura mediante proyectos grandes y pequeños (LADWP 2015). Los proyectos descentralizados en calles, callejones y propiedades residenciales son un componente esencial de los planes de gestión de agua pluvial de la ciudad, que analizan la cantidad y la calidad del agua. El agua pluvial que corre por las calles termina llegando al océano Pacífico mediante el río Los Ángeles, y contamina algunas playas del sur de California.

Debemos capturar, limpiar y filtrar el agua, si es posible, mediante un sistema de calles verdes”, dice Eileen Alduenda, directora de Council for Watershed Health, una organización sin fines de lucro que tuvo un papel fundamental en el movimiento de infraestructura verde de Los Ángeles. Alduenda concibe una proliferación de funciones para retener agua pluvial (como estacionamientos y entradas de coches permeables, rampas y paisajismo tolerante a las sequías) en todas las calles y callejones de la ciudad, un trabajo en conjunto para reducir el flujo de agua pluvial que llega al mar.

Un decreto de desarrollo de bajo impacto, que exige a los desarrolladores capturar una cierta cantidad de lluvia (en este caso, los primeros dos centímetros) para reducir la escorrentía de agua pluvial, entró en vigencia en 2012 y ayuda a estimular dichos proyectos de infraestructura verde descentralizados en toda la ciudad. El condado de Los Ángeles financió decenas de proyectos bajo Proposition O, un mecanismo de financiamiento aprobado en 2004. Los proyectos varían entre instalaciones para la retención de agua pluvial en parques públicos y áreas recreativas, hasta galerías filtrantes, colectores de fango, jardines de biofiltración y otras estructuras construidas en vados de calles residenciales.

Este año, habrá nuevos fondos disponibles para capturar y tratar agua pluvial mediante Measure W, la Ley de Agua Limpia y Segura de 2018, un impuesto parcelario que se estima recaudará US$ 300 millones al año. La medida permite que los fondos cubran costos de operación y mantenimiento (OyM). Es de vital importancia contar con estos fondos, según indica Daniel Berger, director de ecología comunitaria en TreePeople, una organización local sin fines de lucro que promueve la plantación de árboles, la cosecha de agua pluvial y los desarrollos de bajo impacto.

Una de las mayores objeciones [a implementar infraestructura verde] desde el punto de vista gubernamental fueron los costos de OyM a largo plazo, que por cierto son más elevados que los de la infraestructura gris y para los cuales suele ser difícil obtener fondos”, dice Berger. “Measure W cambia el juego por completo, es una oportunidad para escalar las cosas de verdad”.

El valor de la participación de los organismos sin fines de lucro

En Los Ángeles, algunas organizaciones sin fines de lucro como TreePeople, Council for Watershed Health y Heal the Bay fueron fundamentales para incorporar alternativas verdes al programa de gestión de agua pluvial de la ciudad. Council for Watershed Health y TreePeople colaboraron con el LADWP y la Oficina de Recuperación de los Estados Unidos en un estudio de tres partes sobre el potencial de recarga subterránea con filtración de agua pluvial. Además, TreePeople se asoció con el LADWP en el Plan de Gestión para la Captura de Agua Pluvial de 2015.

Council for Watershed Health desarrolló un programa de capacitación para el programa Native Green Gardener de la ciudad, una labor para el desarrollo de mano de obra centrada en la capacitación de jornaleros sobre cómo gestionar paisajes con plantas nativas desconocidas y cómo mantener y limpiar ciertas instalaciones, como las rampas. Además, el Concejo gestionó el primer proyecto a gran escala en un vecindario que usó infraestructura verde para gestionar agua pluvial, Elmer Avenue en Sun Valley, un vecindario de bajos ingresos que se inundaba con frecuencia.

Elmer Ave se convirtió en una muestra no solo de cómo se puede llevar a cabo la implementación a nivel técnico, sino también de cómo colaborar entre organismos para procurar que todo proyecto ofrezca múltiples beneficios”, dice Alduenda. El Comité de Calles Verdes de Los Ángeles, instaurado por Paula Daniels, excomisionada de obras públicas, para coordinar las labores de todos los organismos involucrados, fue vital para el proceso, añadió. “Era un lugar donde la gente que trabajaba en proyectos de Calles Verdes podía hablar de los problemas que tenía. Se podían resolver incoherencias entre los departamentos u obstáculos de procesos”.

Daniels creó el comité en 2007 cuando notó la necesidad de que hubiera un cambio de cultura en las oficinas de Ingeniería, Saneamiento, Parques y Entretenimiento, y Servicios Viales, encargadas de desarrollar proyectos de infraestructura verde. En las oficinas trabajaban ingenieros, no arquitectos paisajistas, dijo Daniels, entonces los conocimientos que aplicaban al trabajo eran sobre soluciones mecánicas. Daniels invitó a gerentes medios, más que a directores de oficinas, y le brindó al personal la oportunidad de “poner a prueba una idea”, de hablar entre ellos e intercambiar conocimientos. Invitó a pares de otras ciudades con programas sólidos de infraestructura verde, como Santa Mónica y Portland, para demostrar que era posible.

Daniels dice que las organizaciones sin fines de lucro fueron una parte esencial de esa combinación. “Estas organizaciones recopilan datos muy bien, extraen los análisis necesarios”, dice. Su participación en el primer proyecto de calle verde dirigido por la ciudad, sobre Riverdale Avenue, ayudó a “demostrar el supuesto de que mejoraría la calidad del agua, y que se gestionaría [como era debido] todo el caudal de agua”.

Las organizaciones sin fines de lucro también tuvieron un papel fundamental en Tucson; allí, ellas y los ciudadanos involucrados marcaron el camino. Los expertos hídricos de Tucson reconocen que Brad Lancaster, escritor y entusiasta de la permacultura, fue quien inició el movimiento de cosecha de lluvia en los 90, cuando creó la primera rampa intencional, que en ese momento era ilegal. Lancaster cortó una parte de la acera y colocó un colector con vegetación detrás para capturar el agua que corría por su calle en Tucson.

Por su parte, WMG creó el primer manual para planificar infraestructura verde en ciudades desérticas (WMG 2017). Catlow Shipek dice que el grupo identificó la necesidad de un manual de uso con prácticas, esquemas e información de mantenimiento cuando descubrió que los interesados principales (ingenieros, departamentos de la ciudad y vecindarios) no estaban hablando el mismo idioma. El manual ayudó a crear ese idioma común y facilitó la colaboración.

MacAdams confirma que los ciudadanos, los grupos de vecindarios y las organizaciones sin fines de lucro llevaron a la ciudad donde está hoy en cuanto al desarrollo de bajo impacto. “Fueron décadas de acción continua y concertada de la gente, la raíz”, dice. “Como ciudad, queremos tomar eso y construir a partir de ello, mejorarlo y profesionalizarlo, y hacerlo parte de nuestra infraestructura”.

Una solución con múltiples beneficios

Uno de los desafíos a los que se enfrentó Tucson Water al fomentar el desarrollo de bajo impacto es que este no calcula únicamente desde una perspectiva de ahorro de agua o control de inundaciones. Si se ven estos elementos aislados, los costos exceden a los beneficios, según MacAdam. Tucson continuará invirtiendo en infraestructura gris tradicional para controlar inundaciones, pero MacAdams destaca que el enfoque de bajo impacto “puede mejorar muchas cosas: cómo controlamos las inundaciones, cómo gestionamos los suministros de agua, cómo construimos las calles para ofrecer múltiples beneficios públicos, calidad del aire y del agua, sombra y resiliencia”.

Berger, de TreePeople, concuerda. “Nadie puede argumentar sin inmutarse que las soluciones basadas en la naturaleza serán las más efectivas solo desde una perspectiva de control de las inundaciones”, dijo. Pero, al igual que MacAdam, él cree que si se consideran los múltiples beneficios, “las soluciones basadas en la naturaleza se convertirán en la solución preferida para muchos casos”.

Tanto Tucson como Los Ángeles pueden mostrar como prueba que las inversiones en desarrollo de bajo impacto valen la pena en muchos sentidos. Pero es probable que la economía de la gestión hídrica urbana se torne más compleja, y no al revés, a medida que el desarrollo y el cambio climático se sigan acelerando. “El agua será cada vez más costosa”, dice Randolph. “Cada ciudad debe invertir en soluciones que la mantengan dinámica en los años siguientes, y que no enfrenten a las personas cuando los precios empiecen a aumentar. Tucson y Los Ángeles están tomando buenas decisiones para su comunidad. Están enfrentando el problema sin rodeos”.

 


 

Meg Wilcox es periodista ambiental; escribe sobre cambio climático y agua, salud ambiental y sistemas de alimentación sostenible. Su trabajo se ha publicado en The Boston Globe, Scientific American, Next City, PRI y otros medios.

Fotografía: Tormenta eléctrica sobre Tucson, Arizona. Crédito: John Sirlin vía Getty Images.

 


 

Referencias

Ciudad de Los Ángeles. 2019. “LA’s Green New Deal: Sustainable City pLAn”. https://plan.lamayor.org/sites/default/files/pLAn_2019_final.pdf.

LADWP (Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles). 2015. “Stormwater Capture Master Plan”. Los Ángeles, CA: Geosyntec Consultants. Agosto. https://www.treepeople.org/sites/default/files/pdf/publications/%2BLADWPStormwaterCaptureMasterPlan_MainReport_101615.pdf.

OEO (Oficina de Oportunidad Económica de Arizona). “Population Projections”. Phoenix, AZ: Autoridad de Comercio de Arizona. https://www.azcommerce.com/oeo/population/population-projections.

Parker, John. 2018. “Triple Bottom Line Cost Benefit Analysis Makes the Case for Green Infrastructure in Pima County”. Nueva York, NY: Autocase. 24 de octubre. https://autocase.com/triple-bottom-line-cost-benefit-analysis-make-the-case-for-green-infrastructure-in-pima-county.

USBR (Oficina de Recuperación de los Estados Unidos). 2019. “Colorado River Basin Drought Contingency Plans”. Washington, DC: Departamento del Interior de los Estados Unidos, Oficina de Recuperación. https://www.usbr.gov/dcp/finaldocs.html.

USGS (Servicio Geológico de los Estados Unidos). 2020. “Atmospheric Warming, Loss of Snow Cover, and Declining Colorado River Flow”. Recursos Hídricos. https://www.usgs.gov/mission-areas/water-resources/science/atmospheric-warming-loss-snow-cover-and-declining-colorado.

WMG (Watershed Management Group). 2017. “Green Infrastructure for Desert Cities”. Tucson, Arizona: Watershed Management Group. Primera publicación 2016. https://www.vibrantcitieslab.com/wordpress/wpcontent/uploads/2019/08/green-infrastructure-manual-for-desert-communities-2016.pdf.

Planificación de escenarios en pandemia

Cómo aceptar y transitar la incertidumbre
Por Emma Zehner, Junio 30, 2020

 

Las autoridades locales se centran en reinstaurar los servicios rápidamente, regresar a los sistemas anteriores y hacerlos lo más efectivos posible en el nuevo contexto. Luego de un año de turbulencia, los empleados y el público en general no están muy tentados con el cambio.

—Escenario de “Race Back to Normal” (“Carrera para volver a la normalidad”,) Social Finance

 

A principio de año, la asociación sin fines de lucro Social Finance, con sede en el Reino Unido, realizó un ejercicio de planificación de escenarios de una semana para los gobiernos locales. Para el proceso, los funcionarios tuvieron que imaginar cuatro futuros potenciales para una esperada recuperación de la pandemia: Innovación contra todo pronóstico, Renovación cívica, Comando y control central, y Carrera para volver a la normalidad (Social Finance 2020).

Los cuatro escenarios variaron sobre dos ejes: responsabilidad, que refiere a si es el gobierno central o local quien dirige la respuesta a la crisis; y transformación, que describe si las secciones aprovecharían la crisis para impulsar cambios sistémicos o, en cambio, volverían de inmediato a las formas anteriores. Una pregunta rectora condujo el ejercicio: frente a la pandemia de COVID-19, ¿cómo pueden las autoridades locales cambiar y adaptarse para suplir las necesidades emergentes de las comunidades en el próximo año?

Al principio, la planificación de escenarios se desarrolló como herramienta para refinar estrategias militares y corporativas; hoy permite a las comunidades crear y analizar versiones múltiples y plausibles del futuro. A diferencia de los enfoques tradicionales de planificación, que tienden a suponer un resultado probable o deseado, la planificación de escenarios alienta a los usuarios a aceptar la incertidumbre e imaginar múltiples finales.

Desde que surgió esta pandemia, se renovó el interés por la práctica, y esta adquirió más relevancia en muchas industrias que se enfrentan a incertidumbres no contempladas en los procesos rutinarios de planificación. Las universidades que de pronto enviaron a los estudiantes a empacar en pleno semestre desarrollaron escenarios para determinar cómo sería el de los últimos meses del año, y cómo prepararse para varias opciones en consecuencia. Cuando surgió la pandemia, los hospitales usaron la planificación de escenarios en tiempo real a fin de prepararse para distintos resultados relacionados con suministros en las instalaciones, capacidad de personal y gestión económica. Empresas, secretarías de tránsito y organizaciones sin fines de lucro de todo el país están usando el método para transitar un nuevo punto de referencia de incertidumbre. 

Esta pandemia ayudó a la gente a comprender el propósito y el valor de la planificación de escenarios”, dijo Sarah Philbrick, analista socioeconómica del Consejo de Planificación del Área Metropolitana (MAPC, por su sigla en inglés), el organismo de planificación regional del área metropolitana de Boston. “En general, la gente considera a las incertidumbres como escenarios inverosímiles, y creen que nunca podrían ocurrir. Sin embargo, con la COVID-19, ahora pueden ver lo drásticos que pueden ser los cambios en poco tiempo. Es una excelente oportunidad para que los profesionales hablen del método y lo usen con otras personas”.

Planificación de escenarios para gobiernos locales

La primera vez que se incorporó la planificación de escenarios en proyectos de urbanismo fue en la década de 1990; marcó el inicio de un alejamiento paulatino de la planificación tradicional, que, en gran medida, ignoraba las incertidumbres, según indica Robert Goodspeed, profesor en la Universidad de Míchigan y autor del nuevo libro del Instituto Lincoln Scenario Planning for Cities and Regions: Envisioning and Managing Uncertainties (Planificación de escenarios para ciudades y regiones: visualizar y gestionar las incertidumbres, Goodspeed 2020).

Goodspeed, quien también es miembro de la junta del Consorcio para la Planificación de Escenarios, una red de pares lanzada por el Instituto Lincoln (ver recuadro), dijo que la planificación que se centra en un futuro puede llevar a planes poco aptos para implementarse. Por ejemplo, gracias a planes inflexibles hoy tenemos casas inundadas porque se construyeron en zonas que se creían seguras en caso de tormenta, fondos públicos derrochados en infraestructura para alojar un crecimiento sobreestimado, y amplias disparidades entre tipos de viviendas asequibles y necesidades de los residentes.

Muchos lugares no están satisfechos con las tendencias convencionales y acudieron a la planificación de escenarios como método para visualizar un futuro más sostenible”, dijo Goodspeed. “Y ahora, en medio de la COVID-19, los dirigentes locales que antes no habían participado en este tipo de actividades están viendo su valor, y los profesionales urbanos y de uso del suelo se dan cuenta de cómo todos los planes a largo plazo deben ser conscientes de las grandes incertidumbres”.

La planificación de escenarios para los urbanistas tiene algunas variaciones respecto a aquella para las empresas. Como explica Goodspeed en su libro, el principal interesado en una empresa suele ser la empresa en sí. “En contraste, la planificación urbana basada en escenarios tiene muchos interesados cuya participación tiene un vínculo estrecho con la investigación y el análisis técnico, y puede usar criterios de evaluación para comparar escenarios”, escribe (Goodspeed 2020).

La metodología, que tiene dos formas principales (normativa y exploratoria), se usa más que nada para ayudar a definir planes de transporte de larga distancia y uso del suelo. En una planificación de escenarios normativa, el objetivo es alcanzar una meta o “futuro” específicos. Los escenarios entran en juego en cómo los interesados eligen llegar a ese futuro. Cada escenario para llegar al resultado deseado tendrá beneficios y desventajas que los planificadores y los miembros de la comunidad deben sopesar.

Con la planificación de escenarios exploratoria, los interesados identifican los “motores” y combinan los elementos en varios futuros posibles. Luego, el grupo hace un boceto de respuestas adecuadas para cada escenario. “Mediante la planificación de escenarios exploratoria, se reconoce que no se puede predecir el futuro, pero debería haber preparación y acciones proactivas”, escribe Janae Futrell, exasesora del Instituto Lincoln, en un memo de la Asociación Estadounidense de Planificación (PAS, por su sigla en inglés, Futrell 2019).

En su memo, Futrell cita el ejemplo del grupo Greater Philadelphia Futures Group, una coalición regional creada para identificar los distintos motores que podrían dar forma a la región hasta 2050. Por ejemplo, el grupo consideró cómo afectará la implementación de vehículos autónomos al área metropolitana. Los participantes describieron cuatro escenarios que podrían surgir con este cambio de vehículos, y desarrollaron estrategias que podrían generar buenos resultados sin importar cómo se desarrolle la realidad. En estos meses, la coalición publicará un informe de futuros con datos obtenidos a partir de la revolución digital, el aumento de la desigualdad y el cambio climático, e incorporará la pandemia y las recientes protestas por la justicia racial en el relato de cada escenario.

Los departamentos de planificación ya empezaron a reconocer el valor de planificar escenarios en las labores de mitigación de riesgos y resiliencia ante el cambio climático, además de ejercicios para formar la capacidad interna (ver página 22 para conocer cómo las comunidades del lago Míchigan están usando la planificación de escenarios en la preparación para futuros climáticos inciertos). Hoy, la premisa misma (aceptar la incertidumbre) resulta ideal para este momento.

Adaptar la herramienta para una pandemia

Tradicionalmente, [la planificación de escenarios] se usa para considerar tendencias a largo plazo y promover un pensamiento más abarcador”, explica el informe de Social Finance. “Sin embargo, en situaciones de crisis como la que presenta la COVID-19, puede ser una técnica útil para ayudar a interpretar los cambios rápidos y responder a ellos, ya que permite a las organizaciones anticipar y gestionar las incertidumbres” (Social Finance 2020).

Muchas estrategias básicas de la planificación de escenarios exploratoria pueden resultar útiles para observar escenarios de recuperación ante la pandemia, con una notable excepción: el marco temporal. En medio de una pandemia, las cronologías y las expectativas pueden ser distintas. Mientras los planes típicos que incorporan escenarios podrían proyectar a 30 o 50 años, debido a la variación diaria de la COVID-19, es más aceptable pensar en 12 a 18 meses.

La pandemia es algo tangible a lo que estamos reaccionando, entonces el uso actual que da la gente a la herramienta es más reaccionario, en vez del enfoque típico anticipativo”, explicó Heather Hannon, directora del Consorcio para la Planificación de Escenarios.

Las secretarías de tránsito, por ejemplo, están ajustando los escenarios todas las semanas y trabajan al vuelo para crear bicisendas y espacios para uso en las aceras de la nada. “Con menos empleados y presupuestos restringidos, las secretarías de tránsito se están preparando para una cantidad abrumadora de escenarios”, escribió Tiffany Chu, comisionada del Departamento de Medioambiente de San Francisco, en Forbes (Chu 2020).

En mayo, WSP, un estudio de servicios profesionales con sede en Canadá, publicó “Public Transportation and COVID-19: Funding and Finance Resiliency: Considerations When Planning in an Unprecedented Realm of Unknowns” (“Transporte público y COVID-19: financiación y resiliencia económica: consideraciones al planificar en un ámbito de incertidumbres sin precedentes”).

El informe recomienda la planificación de escenarios como herramienta para el personal de transporte público e incluye algunos de los factores que deben considerar las secretarías, como costos más elevados de limpieza y desinfección, más ausentismo, exigencia de aumentos salariales y cambios en los patrones de los pasajeros (WSP 2020).

Lisa Nisenson, vicepresidenta de WGI, estudio nacional de diseño y servicios profesionales, y miembro del Consorcio para la Planificación de Escenarios, también está considerando cómo puede ser útil la planificación de escenarios para responder al impacto de la COVID-19 en la industria de la movilidad. ¿Se recuperarán las empresas de tránsito y uso compartido? ¿El teletrabajo se conservará a largo plazo? ¿Las calles abiertas serán provisorias?

En los casos en que el futuro puede desplegarse en distintas alternativas, nunca es mala idea observar de forma deliberada cómo pueden ser esas alternativas”, dijo Nisenson. “No obstante, la capacidad de descifrar cómo ocurren las cosas depende mucho de la confianza en las variables. En este caso, lo ideal es reunir a los interesados y expertos que pueden describir las variables, los caminos que estas pueden seguir y las referencias para controlar la situación según las necesidades de la organización”. Nisenson dijo que en un plan reciente de movilidad, la empresa identificó ideas para “distanciarse en movimiento”, como al andar en bicicleta o un transporte popular al aire libre, que también responderían a metas de movilidad y sostenibilidad a largo plazo.

Añadió que una buena planificación para la COVID-19 puede incluir una combinación de métodos que involucren la planificación anticipativa, estratégica y de escenarios, además del método Delphi para reunir expertos. “Este proceso ilustra uno de los beneficios de la planificación de escenarios: involucrar a los interesados”, dijo.

Goodspeed enfatizó que los proyectos de planificación de escenarios ante la COVID-19 discreparán de los proyectos típicos porque abarcarán comunidades no convencionales. Por ejemplo, el personal de riesgos y desastres suele estar aislado de los planificadores de transporte y uso del suelo de larga distancia, pero es probable que ahora se conviertan en el centro de cualquier plan cabal de recuperación.

En el MAPC, Philbrick estuvo trabajando con los equipos de vivienda y desarrollo económico para esbozar un cronograma de tres a cinco años de recuperación económica en la zona metropolitana de Boston. El proyecto se centra en los posibles escenarios de demanda de viviendas por nivel de ingresos según posibles patrones de empleo y el ritmo de recuperación por sector. “Dado que no se puede responder ninguna de las muchas preguntas que tenemos, la única opción real es planificar escenarios”, dijo Philbrick. “Es irresponsable elegir cualquier tipo de estimación puntual cuando no tienes una base sólida para respaldarla”.

Una herramienta ágil para gobiernos con recursos limitados

Uno de los conceptos erróneos comunes acerca de la planificación de escenarios es que siempre requiere software caro y asesoramiento externo. Ahora más que nunca, los recursos de los municipios son limitados, y, en su mayoría, estos son incapaces de conseguir los fondos adicionales necesarios para dichos gastos. Incluso, quizás no tengan tiempo ni recursos para mirar hacia el futuro. Pero Goodspeed y Hannon (quien dirige un proceso interno de planificación de escenarios en el Instituto Lincoln) dijeron que las versiones a menor escala también pueden resultar útiles, y que la exploración y la experimentación son clave para un proceso productivo.

En este momento, las organizaciones que empiezan de cero quizás sí deban enmarcar un proyecto para centrarse en un plan o decisión en particular, lo cual les permitirá adentrarse en el tema, explorar métodos y descifrar cómo usarlos con eficacia”, recomendó Goodspeed. “Para quienes ya tienen más experiencia, este puede ser un buen momento para expandir o profundizar la práctica. Por ejemplo, podrían incorporar escenarios más exploratorios o incluir a expertos de campos nuevos, como la salud pública”.

Hannon destacó que el Consorcio para la Planificación de Escenarios mantiene una lista de recursos en su sitio web, además de oportunidades para intercambio entre pares y más información (CSP 2020). Por otra parte, el Instituto Lincoln publicará en conjunto con el Instituto Sonoran un manual completo que ofrecerá a los usuarios herramientas y asesoramiento para gestionar un proceso de planificación de escenarios. Social Finance desarrolló una plantilla para quienes intenten realizar una actividad más corta en línea. La organización sugiere herramientas tan simples como documentos de Word en línea, Zoom y pizarras virtuales.

Los planificadores pueden hacer una versión ligera sin la carga de los asesores o las herramientas de software”, dijo Hannon. “No hay que preocuparse por una versión cargada de datos, solo hay que lograr que la gente se reúna y empiece a pensar ideas”.

 

Para conocer cómo las comunidades están utilizando la planificación de escenarios para enfrentar los impactos del cambio climático, lea “Las comunidades de los Grandes Lagos usan la planificación de escenarios al prepararse para las crecidas del agua”.

 


 

Consorcio para la Planificación de Escenarios

El Consorcio para la Planificación de Escenarios es una comunidad de práctica lanzada por el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo que ayuda a fomentar el crecimiento en la práctica de la planificación de escenarios en todas las escalas. Mediante investigación, aprendizaje entre pares, redes de contactos, capacitación y asistencia técnica, el Consorcio ayuda a las comunidades a desarrollar mejores planes para guiar distintas acciones, desde adaptación ante el cambio climático hasta inversión en transporte. Además, reúne a investigadores y proveedores de software para desarrollar herramientas más efectivas y reducir las barreras de acceso. 

Para obtener más información, visite www.scenarioplanning.io.

 


 

Emma Zehner es editora de comunicaciones y publicaciones en el Instituto Lincoln de Políticas de Suelo.

Fotografía: La planificación de escenarios permite a los participantes entender bien los desafíos y oportunidades que los esperan. Crédito: Time’s Up Linz vía Flickr CC BY 2.0.

 


 

Referencias

Chu, Tiffany. 2020. “In a Pandemic, Transportation Ushers in a New Era of Agile Experimentation”. Forbes, 12 de mayo. https://www.forbes.com/sites/tiffanychu/2020/05/11/transportation-agile-experimentation.

CSP (Consorcio para la Planificación de Escenarios). 2020. http://www.scenarioplanning.io.

Futrell, Janae. 2019. “How to Design Your Scenario Planning Process”. PAS Memo. Julio/agosto: 1-20. https://www.planning.org/publications/document/9180327/.

Goodspeed, Robert. 2020. Scenario Planning for Cities and Regions: Managing and Envisioning Uncertain Futures. Cambridge, MA: Instituto Lincoln de Políticas de Suelo. https://www.lincolninst.edu/publications/books/scenario-planning-cities-regions.

Social Finance UK. 2020. “Local Government Futures: Scenario Planning for Councils”. Londres: Social Finance. https://www.socialfinance.org.uk/sites/default/files/scenario_planning_local_government_0.pdf.

WSP. 2020. “Public Transportation and COVID-19: Funding and Finance Resiliency: Considerations When Planning in an Unprecedented Realm of Unknowns”. https://www.wsp.com/-/media/Campaign/US/Document/2020/Public-Transportation-and-COVID-19.pdf.

Consortium for Scenario Planning 2021 Conference

Enero 13, 2021 - Enero 15, 2021

Offered in inglés

The fourth annual Consortium for Scenario Planning Conference went digital in January 2021! With 150 attendees, this cutting-edge event featured interactive presentations by the Wasatch Front Regional Council and dozens of practitioners, consultants, and academics who use scenarios to develop more equitable and inclusive places, address economic and environmental challenges, respond to infrastructural needs, and more. 

Program highlights include: 

  • learning about the evolution of scenario planning in Salt Lake City, including a virtual tour of the region from WFRC; 
  • virtual networking opportunities; 
  • facilitated interactive group sessions; 
  • panel discussions on equity and low-growth issues in scenario planning with top researchers;
  • “unconference” programming developed by conference attendees; and
  •  13.75 APA certification maintenance credits available.

The conference is summarized in the article Annual Conference Addresses Equity, Climate Resilience, COVID-19, and More by Emma Zehner.

The Wasatch Front Regional Council led conference attendees on two virtual tours of local projects that the region’s scenario planning work enabled.

 

To start planning your experience, visit the conference platform. You can also download the conference agenda and speaker bios.

For more information, or to enquire about sponsorship opportunities, contact Heather Hannon, Scenario Planning Manager, at hhannon@lincolninst.edu


Detalles

Fecha(s)
Enero 13, 2021 - Enero 15, 2021
Idioma
inglés

Palabras clave

recuperación pos-desastre, inequidad, uso de suelo, planificación de uso de suelo, gobierno local, mapeo, planificación, resiliencia, planificación de escenarios, crecimiento inteligente, desarrollo sostenible, transporte

Human Ecology

Design with Nature Now and the Pandemic
By Frederick Steiner, Agosto 18, 2020

 

Editor’s Note: This article originally appeared on the Columbia University Press blog.

The American botanist Paul Sears called ecology “the subversive science.” Once we start to see the interconnections all around, our view of everything in the world changes. We begin to understand, and cannot avoid seeing, Aldo Leopold’s “wounds of the world,” the many deleterious effects than humanity has had on Planet Earth.

As the coronavirus was just beginning its deadly march across the United States, the 50th anniversary of Earth Day was celebrated here and abroad. Pioneers in environmentalism, like Sears and Leopold and Rachel Carson and Lady Bird Johnson, were honored. Carson, of course, gave us Silent Spring, her remarkable account of other interconnections that proved deadly. Soon after the arrival of the pandemic in the U.S., someone pondered publicly if we were living in “a silent spring.” But living in quarantine, I, like so many others, realized I was seeing, hearing, and smelling nature more intently. The noises of the city had changed but the city was hardly silent. As Toni Morrison observed, “at some point in life, the world’s beauty becomes enough.”

At my first Earth Day, the one 50 years ago, I first encountered the work of Carson and Leopold along with Ian McHarg, who had just published his manifesto Design with Nature. McHarg’s basic premise was that we should use ecology, the subversive science, as the foundation for design and planning. His influence was substantial but incomplete. To recognize the golden anniversary of the manifesto, and not only celebrate but extend his achievement, we published Design with Nature Now.

In editing the book, Richard Weller, Karen M’Closkey, Billy Fleming, and I emphasized the relevance of McHarg’s ideas for today. We invited people who knew him personally to reflect on his legacy and then collected twenty-five 21st-Century projects from around the world that exemplify “design with nature now.” The projects are organized around five themes. “Big Wilds” includes large-scale conservation endeavors, such as the Yellowstone to Yukon Initiative in North America and Africa’s continent-spanning Great Green Wall. “Urban Futures” features bold growth management programs, such as those for Oregon’s Willamette River Valley and the State of Utah. “Rising Tides” surveys adaptation and mitigation projects that take on sea-level changes as a result of global warming, such as proposals for New York City and the North Sea. “Fresh Waters” addresses ensuring safe drinking water for the planet’s growing population, such as plans for the Great Lakes and a wetland park in China. “Toxic Lands” considers how to transform highly polluted sites into useful areas for people and wildlife, with examples from the Ruhr Valley in Germany and London’s Olympic Park in London.

Large-scale landscape protection, metropolitan regional planning, coastline conservation, water quality management, and restoring polluted lands call on humans to adapt to change and plot better futures, and this work is all the more urgent as we face a warming planet. We humans are a resilient species, so the examples in Design with Nature Now are largely success stories. Perhaps now, more than ever, we need hopeful examples of design and planning.

As is now painfully evident, the coronavirus spreads largely through human contact; it takes advantage of our connectedness, our human ecology. It has laid bare many wounds in the world, as Leopold would say, from vulnerabilities associated with race, age, and poverty to inadequacies in our political leadership (hence the failure to act responsibly despite guidance from science). But design is an optimistic pursuit grounded in the belief we can do better, and ecology offers a framework for understanding natural and cultural systems. We need to be guided in our actions by a deep understanding of these systems. We have learned, and are continuing to learn, a lot from this pandemic. We should reflect on the wisdom we have gained from this experience and put it to productive use.

 


 

Frederick Steiner is dean and Paley Professor for the University of Pennsylvania Stuart Weitzman School of Design.

Photograph: Repurposing industrial ruins, Emscher Landscape Park in Ruhr Valley, Germany, features a green corridor and pedestrian pathways and spans 177 square miles and 20 municipalities. The evolving park reflects regional planners’ years of work connecting existing green spaces to reinvigorate a landscape formerly polluted by decades of coal mining and steel manufacturing. This project was featured in Design with Nature NowCredit: Emscher Landscape Park. Landscape Park Duisburg Nord. Photo © Michael Schwarze-Rodrian, Essen. 

Curso

Desarrollo Urbano Orientado a Transporte (DOT): Aspectos críticos e implementación en América Latina

Octubre 19, 2020 - Noviembre 20, 2020

Free, ofrecido en español


Descripción

Este curso ofrece una introducción a la relación entre el transporte, la movilidad y los usos del suelo, y profundiza en el concepto de Desarrollo Urbano Orientado al Transporte (DOT) con énfasis en la movilidad sostenible. Se aborda la relación de este concepto con una serie de instrumentos de planificación y gestión urbana asociados a las inversiones en transporte masivo e infraestructura de transporte no motorizado, especialmente con la idea de captura de valor y los instrumentos de financiación del desarrollo urbano. Se discuten las etapas de formulación y evaluación de propuestas DOT, los impactos de las inversiones en transporte sobre el desarrollo y casos emblemáticos de DOT a nivel global.

Relevancia

Actualmente, las ciudades de América Latina y el Caribe realizan importantes inversiones en sistemas de transporte masivo, las que pretenden responder a los retos de un crecimiento urbano en rápida expansión y que incentiva el uso de vehículos motorizados privados. El concepto de Desarrollo Urbano Orientado al Transporte (DOT) surge como una alternativa frente a este crecimiento urbano de baja densidad y con baja demanda de los sistemas de transporte público, y busca promover formas urbanas compactas en áreas servidas por transporte masivo, la infraestructura para transporte no motorizado, la mezcla de usos del suelo para reducir la necesidad de viajes largos, y el mejoramiento del espacio público amigable para los peatones.

Bajar la convocatoria


Detalles

Fecha(s)
Octubre 19, 2020 - Noviembre 20, 2020
Período de postulación
Agosto 18, 2020 - Septiembre 10, 2020
Selection Notification Date
Septiembre 25, 2020 at 6:00 PM
Idioma
español
Costo
Free
Registration Fee
Free
Tipo de certificado o crédito
Lincoln Institute certificate

Palabras clave

BRT, catastro, mitigación climática, desarrollo, desarrollo económico, vivienda, infraestructura, planificación de uso de suelo, planificación, crecimiento inteligente, desarrollo orientado a transporte, transporte, desarrollo urbano, recuperación de plusvalías, zonificación